Llegaste a mi casa llorando
Tocaste y él te abrió la puerta.
Tu expresión en el rostro cambio.
Ahora parecías enojado.
Cuando salí de la cocina te encontré en la puerta.
Cuando vi las lágrimas en tus mejillas me alteré y fui directo a abrazarte.
Ese abrazo se sentía tan bien.
Se sentía como antes.
Como si nada hubiera cambiado.