A mi imagen y semejanza

Laredo - junio, julio y agosto

Laredo, sábado 4 de junio

Brilla ese fino hilo al sol y es muy bonito contemplarlo. En el rincón al otro lado de la cama, dónde el polvo se acumula, es el sitio escogido por esa araña para poner su trampa. Contemplo durante horas cómo la prepara, poco a poco, usando ese filamento pegajoso que sale de su cuerpo. El momento que más me gusta es cuando se oculta esperando que la mosca caiga. Con una paciencia infinita.

Me encanta verlo de cerca cuando se queda atrapada. La mosca se queda pegada y la araña se pone a su lado para envolverla con un poco más de hilo, guardando así la comida para cuando la necesite. Una vez acaba, es imposible escapar de esa prisión.

Me acerco a la puerta, forcejeo con ella. Es imposible escapar de esta prisión.

Laredo, domingo 5 de junio

Los castigos han ido siendo cada vez peores a lo largo de la primavera y eso que mi madre estaba contenta. Le ha ido muy bien en su trabajo y ha conseguido reconocimientos y todo. No sé si debería estar orgullosa de ella o no, porque tiene cosas que no me gustan. Pero es mi madre y tengo que quererla.

Estoy recordando algo que pasó el mes pasado y que no escribí en el diario en su momento. Lo borré de mi memoria seguramente. Era el cumpleaños de mi abuelo y estábamos en el salón de casa de celebración. Yo estaba muy contenta por compartir este día con todos. Incluso estaba mi prima Susana que vino de Madrid solamente para estar con nosotros. Ella es muy mayor, ¡ya tiene 17!

En un momento dado me dijo que la acompañara fuera, que iba a fumar. No veas la sorpresa que me llevé de que mi prima fumara. Mi mamá siempre la pone como ejemplo de niña perfecta y mira. Se encendió el cigarro y le dio dos caladas. Después, me ofreció el cigarro y yo con una acción casi involuntaria lo cogí, sin ninguna intención de fumar, y lo sostuve entre los dedos.

Después vi a mi prima abriendo los ojos como platos y un segundo después sentí un fuerte tirón del pelo. Me di la vuelta y vi a mi madre con los ojos ardiendo de furia y con un mechón de pelo mío colgando de su mano.

Reconocía esa mirada: «Alicia, muchachita, cuando se vaya la familia vas a ver lo que es bueno. Me tienes harta».

Laredo, viernes 10 de junio

En ocasiones como hoy paso la noche en el cobertizo y trato de mirar el cielo por el pequeño espacio que deja la ventana. Tengo suerte de vivir en un pueblo porque en una gran ciudad, con la contaminación, no vería nada. Aquí veo cientos de estrellas, a cuál más brillante.

De mayor quiero ser astronauta, lo acabo de decidir. Sacarme una beca estupenda e irme a estudiar lejos. Londres, por ejemplo, tiene que ser precioso. Para ello voy a tener que estudiar mucho y hacer todo lo posible por acabar los estudios perfectos y que eso me abra todas las puertas. Y el inglés, of course, tengo que dominarlo.

Laredo, lunes 13 de junio

Lourdes es una auténtica cabrona. Se chivó a la profesora de Matemáticas que yo le estaba mirando su examen para copiarme. Como si tuviera necesidad de mirar lo que hace esa inútil que no tiene ni idea de nada. Por suerte la seño no le ha hecho ni caso, pero no veas la que se podía haber liado.

Luego en el recreo llegó mi venganza. Fui y le dije a Santiago Santaella, al que llaman el cara paella, que la Lourdes estaba por él y que fuera a hablar con ella para pedirle salir. Y el muy tonto lo hizo delante de las amigas, que vergüenza que pasaron los dos y yo qué risas me eché. ¡Ja, ja, ja!

Se lo tiene bien merecido.

Laredo, miércoles 22 de junio

Hoy nos dieron las notas. Me lucí: todo sobresaliente y una nota de la tutora remarcando mi buen comportamiento y lo lista que soy.

Fui muy contenta a enseñárselo a mi papá que cuando las vió se le iluminó la cara de orgullo. Me tomó en su pecho, rodeándome con esos fuertes brazos. El abrazo duró por lo menos 10 segundos y sentí mucha felicidad y paz. Fue interrumpido por mi madre pidiéndome ver las notas soltándonos un «basta ya de tantas ñoñerías».

Las cogió y las analizó unos segundos. Le salió una gran sonrisa en la cara y me dijo: «Muy bien, muchachita. Estoy muy orgullosa de ti»

Creo que hoy es el día más feliz de mi vida.

Laredo, viernes 24 de junio

Acaba la escuela y me preparo para pasar los meses de verano en Comillas con mi abuelo Ramón: lejos de mis padres y de mi casa. En septiembre voy a empezar a ir al instituto y eso me da un poco de miedo porque me resulta muy desconocido, aunque toda la gente que conozco que va, le quita hierro. Pienso en lo que van a pensar los chicos mayores de mí y si voy a ser la más popular de mi clase o no. Tengo miedo de que al ser tan lista ni me miren los chicos pensando que soy una empollona. Me está empezando a salir un poco de pecho, pero no sé si será suficiente para gustarles. Los mayores son muy especiales.

Este año me he esforzado muchísimo y me merezco un poco de locura con mis amigos del pueblo. Estoy deseando llegar…

Comillas, domingo 3 de julio

¡Pues ya estoy de nuevo aquí! Los veranos en el pueblo son geniales, es lo que más espero durante todo el año. Esta vez va a ser mejor todavía, porque no vino nadie de mi familia conmigo, tenían otros planes. Suelo pasar julio y agosto antes de volver a casa y tengo muy buenos recuerdos de todos estos años anteriores. Lo mejor son los amigos que hice aquí porque al final tampoco es que haya muchas más cosas que hacer. Tengo a Sandra como mejor amiga. Pelo rizado y ojos azules. Siempre ha sido «la guapa» del grupo de amigos y eso, junto a que tiene mucha cara, ha hecho que vivamos un montonazo de aventuras. Bueno, es que también yo nunca le decía que no a nada... Aquí en el barrio de mi abuelo todos nos conocen y siempre me han dejado estar hasta muy tarde en la calle jugando.




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