Laredo, jueves 22 de diciembre
Acabé el primer trimestre del instituto con unas notas espectaculares. A todos esos que me decían que las cosas que hice en el verano me pasarían factura, ¡que se chupen esta!
Y la verdad es que el instituto es como el colegio, pero con compañeros que parecen señores. Todos con barba y fumando. He empezado a tener un poco más de relación con Tomás, que es un repetidor. Me parece un perdedor y no tiene ni idea de nada, pero no veas los brazos que luce: de calendario de bomberos. Vamos a ver cómo va la cosa, pero creo que el segundo trimestre me tiro a su cuello…
Otro que me gusta es Santiago, el profesor de Literatura. Este no es tan guapo como Tomás, pero no veas lo bien que habla. Tengo que reconocer que me embobo muchas veces en sus clases escuchándolo hablar. Pero este ya es para cuando sea un poco más mayor. Ahora mismo ni se fijaría en mí… Además, creo que tiene un lío con Lorena, la profe de gimnasia. Muchas tetas y poco cerebro. Que me aguante unos años que no se me escapa.
Laredo, domingo 25 de diciembre
La verdad es que me alegro mucho de no tener hermanos. Al final todos los regalos vienen a mí por parte de toda la familia. Estas navidades mi abuelo me ha traído un piano. Pero no uno de esos cualquiera, no: uno de esos que salen en los conciertos de la tele. Es suyo desde que era joven, una verdadera reliquia. Me dijo que ya no puede tocarlo porque le duelen los huesos… También me regala un montón de partituras, amarillentas ya del tiempo. Me dijo que era una niña muy lista y que tenía que pensar a lo grande. No poner techo a la hora de soñar y de aprender cosas. Si me lo proponía, podría ser lo que yo quisiera.
Mi madre no tiene familia y si la tuviera nadie querría juntarse con ella. Su padre la abandonó cuando era pequeña y su madre murió de pena. No tuvo hermanos. A lo mejor es por eso por lo que tiene el humor que tiene, se pasó toda su vida sola.
Laredo, miércoles 28 de diciembre
Hoy es el día de los santos inocentes en el que debes tener cuidado de que no te engañen. Hay hasta noticias en la tele de broma y todo. Mi padre una cosa buena que tiene es que es muy bromista y le encanta prepararnos alguna de las suyas a mamá y a mi. Todos los años, no sé cómo se lo monta, consigue que nos despistemos lo suficiente como para colarnos alguna. Pero este año no hizo nada. No tengo ni idea de si se le olvidó o qué, pero es rarísimo. Es posible que lo haga para que el año que viene nos relajemos y pueda engañarnos.
El año pasado la lió muchísimo porque vimos una película de esas que dan tanto miedo, El Resplandor, siendo de noche con todo apagado. En un momento dado empezaron a sonar unos ruidos en la cocina. Mamá y yo nos miramos y nos negamos a ir a ver qué pasaba, acojonadas por la película, así que fue mi padre. Nosotros le mirábamos desde el salón y desapareció tras la puerta de la cocina. Al rato se puso a gritar como un loco como si le estuvieran atacando o algo. Mi madre como acto involuntario cogió el atizador de la chimenea y lo levantó en alto.
Era imposible que mi padre hubiera generado esos ruidos y no había nadie más en casa. Ninguna de las dos nos atrevimos a ir para allá y al final mi padre ya cansado de esperar volvió al salón con un muñeco de inocente colgando en sus manos. Qué gracioso que fue.
Luego nos contó que había puesto un reproductor de cintas de 90 en el que grabó ruidos de cristales rompiéndose a la mitad y le dio al play al empezar la película. Para estas cosas sí que era muy ingenioso.
Laredo, sábado 31 de diciembre
Este año se le ocurrió a Sofía que ya era hora que empezáramos a tener una tradición de mejores amigas. Últimamente es raro, porque no estamos pasando tanto tiempo juntas. No sé si le pasa algo… así que me alegré de hacer este plan con ella. ¡Y menuda idea que tuvo! Propuso que desde hoy y para siempre podemos visitar juntas una exposición el día de Nochevieja. Aquí en Laredo no hay mucha actividad cultural y nosotras aún no teníamos coche ni edad para conducirlo y ni locos nuestros padres nos dejarían irnos a Santander. Pero claro, eso era solo en el caso que se enteraran…
Así que fuimos a Santander. Una de las cosas que más me llamaron la atención fue unas baldosas especiales que han colocado en los pasos de cebra que tienen como circulitos. No lo había visto en mi vida. Por lo visto es para que la gente ciega que va con sus bastones pueda detectar dónde está el paso de peatones. Última tecnología, me flipa. Y me di cuenta porque había una señora delante nuestro que llevaba una maleta rarísima, que tenía ruedas. Y fue muy curioso la interacción de esas dos cosas que yo nunca había visto en el mismo momento y lugar. La rueda al contacto con esos botones del suelo se ponía a girar como loca sobre sí misma. Así me sentía yo un poco a veces, girando como una peonza ante tantas cosas nuevas que me estaban pasando.
Visitamos una exposición de arquitectura a principios del siglo XX y cuando salimos nos tomamos un Cola cao en una cafetería cercana. Nos lo estábamos pasando genial en esta nueva aventura hasta que se dio cuenta que había perdido el bolso o se lo habían robado. ¡Menuda mierda! Tuvimos que ir a la comisaría a poner una denuncia y como menores tuvieron que llamar a nuestros padres. La que se lió… No pudieron contactar con los padres de Sofía, porque no había nadie en casa que pudiera atender el teléfono y tuvieron que terminar hablando con la policía local de Laredo para que fueran a su casa. Pero la comunicación fue un lío porque no se entendían.