A pesar de todo ©

Extra II: Se repite

Escenas en continuación de Extra Dolor desgarrador

Salimos del recinto donde se estaba dando aquella escandalosa fiesta y nos dirigimos al auto de Luck, nos subimos y esperamos a que Rick apareciera en su vehículo para que nos guiara hacia donde se suponía que ellos estaban.

—Todo estará bien... —Miré a Luck—... Pase lo que pase estarás bien. —Observé una media sonrisa por medio del retrovisor.

Rick apareció y emprendimos camino.

—¿Por qué tenía que ser con esa zorra? —cuestionó Lau, me encogí de hombros.

—La misma historia... se repite —susurré. Mis amigos me observaron con semblante decaído, pero infundiéndome apoyo.

Pronto llegamos a un suburbio. Rick salió del auto y habló con una persona, quien le indicó a dónde debíamos ir. Se subió de nuevo a su auto, anduvimos un par de calles más y luego nos parqueamos. Mi corazón latía de forma estrepitosa; nos bajamos del auto y comenzamos a seguir a Rick.

Lau me tomó del brazo y lo apretó, la volví a ver.

—No estás sola —susurró en mi oído y esas tres palabras me dieron fuerzas, las cuales hasta el momento no comprendo de donde pudieron emerger.

—Llegamos —anunció Rick.

Mis amigos y yo nos miramos entre nosotros. Sentía como mis pies parecían estar clavados a la tierra. Tenía miedo, pero como en la mayoría de situaciones a las que la vida te expone, lo mejor es que enfrentes los obstáculos, los problemas. Y de nada me servía regresar y huir.

La verdad la tenía frente a mí e iba a descubrirla.

—Pablo... está aquí con Laila.

—¿Y tú como lo sabes? —preguntó Luck con tono de desconfianza.

—Lo sé porque escuche a Laila. Miren, yo pensé que aquello había sido de una sola vez, pero cuando entendí que no... —Rick fijo sus ojos en mi—... decirte es lo menos que podía hacer. —Sus ojos estaban tristes, comprendía que estaba sintiendo el mismo dolor de años atrás, el mismo dolor que sentí con él.

—Bien, acabemos con esto de una buena vez —dije sonando decidida aunque por dentro sentía como mi corazón se rompía en muchos pedazos. Caminé hacia la puerta, con la disposición de acabar con todo.

Me detuve justo antes de tocar la puerta, respiré profundamente y le di unos golpes a la puerta. Retrocedí un par de pasos y luego comencé a escuchar voces, las cuales conforme los segundos pasaban se escuchaban más fuertes, hasta que las logré distinguir perfectamente.

Pablo estaba ahí con ella.

Y aunque quería matarlos, no pude. Pues la decepción era más fuerte que los mismos sentimientos de ira y venganza.

Antes recordar esa escena era horrible, pues era como si la viviese de nuevo en carne propia; abriendo y profundizando con cada recuerdo todas las heridas que mi corazón poseía por su culpa y por mi estúpida ceguera, por creer siempre todas esas ideas que mi cabeza maquinaba con tal de no querer ver mi realidad. Y ese fue uno de mis peores errores, dejarme engañar por mí misma, creerle cuando me decía que todo estaba bien, por depositar mi confianza ciegamente en alguien que al final hizo lo que tantas veces prometió no haría: engañarme y decepcionarme.

Así como, ver como Pablo ese... cretino se quedó inmóvil, incrédulo que toda su farsa se hubiese descubierto y reaccionó cuando Lau me tomaba de hombros y me llevaba hacia al auto de Luck. En cambio a Laila que disfrutaba ver mi derrota.

—¡Emily, puedo explicarlo! —Pablo gritó. Giré sobre mis pies y lo miré incrédula, ¿cómo se atrevía a ofrecerme una explicación, cuando todo estaba más que claro?, ¿o acaso me creía estúpida? ¡Claro que sí!, por eso había estado viéndome la cara. Pero ya no lo iba a permitir.

—¿Qué maldita explicación vas a darme? —bramé furiosa, sintiendo como la ira comenzaba a emerger desde lo profundo, inyectándome unas inmensas ganas de golpearle la cara.

—Yo..., yo... —balbuceó. Me acerqué amenazante, quedando a pocos metros de ellos.

—¿Por qué no solo me dejaste?, ¿buscabas humillarme? —Pablo comenzó a negar con la cabeza, dio unos pasos con la intención de acercarse, retrocedí y Luck se situó a mi lado—. Pero no lo conseguirás, ¿sabes por qué?, porque sin saberlo me has hecho un favor. Me abriste los ojos y ahora puedo ver lo poco hombre que eres. Y, ¡felicidades!... —aplaudí, sintiendo las lágrimas rodar por mis mejillas, las limpié rápido—.... Se merecen el uno al otro —dicho eso, di media vuelta y a grandes zancadas caminé hasta el auto de Luck.




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