A pesar de todo ©

Capítulo 25: Avanzar

Sus manos viajaron con maestría por toda la extensión de mi espalda, pronto lo sentí entre mis piernas, acorralándome contra el sofá y sus brazos sosteniéndose a los lados de mi cadera, creando una especie de prisión entre sus brazos y su cuerpo. Su beso era exigente, demandaba todo de mí, invadiendo mi boca, invadiendo mi mente, mi corazón, colándose sin problema en mis sentidos, en mi ser entero. Y ante aquello, yo me deje fluir sin problema, solo tratando de corresponder lo más que podía a sus roces duros y firmes, tratando de seguirle el paso a sus labios que comprimían y succionaban, que relamían mi boca, que me robaban el aire. Y poco a poco, u a de sus manos se fue deslizando sobre mis piernas, dejando una estela caliente que inyectó lava a mi torrente sanguíneo, incendiando todo a su paso, convirtiéndome en dinamita a punto de detonar. Y justo cuando sus labios viajaron hasta hacer contacto con la piel hipersensible de mi cuello… todo por fin estalló, y podía jurar que desde que sentí su aliento acariciar el lóbulo de mi oreja, el autocontrol y la cordura desaparecieron de mi cuerpo, dejándome a su merced. Sin embargo, cuando creí que el momento había llegado, Kyan se alejó de golpe, dejándome jadeando y anhelante de más, de mucho más.

—Lo siento, lo siento, yo… me deje llevar… no es el momento. ¡Maldición! Disculpadme bonita, no volverá a pasar… —Relamí mis labios imposiblemente hinchados y seguramente rojos, comencé a dar grandes bocanadas de aire, podía sentir el golpeteo de mi corazón en mis oídos. Kyan estaba de espaldas y por el movimiento de sus hombros logré ver que su respiración estaba igual de acelerada que la mía. ¡Dios!, todo había sido tan excitante.

Me erguí en mi asiento y fue entonces que él se giró por completo para encararme y su expresión era de culpa, en verdad creía que se había sobrepasado. Le sonreí para tratar de aminorar ese sentimiento erróneo, porque aquello estaba lejos de haberme incomodado y aunque no se lo diría, no en ese momento, me había fascinado.

—Descuida, estoy bien, ¿sí? —Me acerqué poco a poco, soltó un suspiro y a continuación me sonrió, correspondí al gesto y luego alargó su brazo para halarme y después envolverme en un abrazo. Besó mi cabeza y sentí como aspiraba mi aroma.

—Te quiero mucho, preciosa.

—Te quiero mucho más —respondí. Y quizá, tenía razón, quizá aun no era el momento.

Por la noche, luego de cenar, conversé un rato con mis parientes fuera del país y ya sabían que llegaría para mi cumpleaños y su felicidad me abrumó por unos minutos, no solamente por el sinfín de planes que profesaban harían conmigo, mis primos Pedro y Ana, sino que me hallaba demasiado deficiente en el dialecto. Podía hablar castellano pero procesar algunas palabras de su lenguaje se me dificultaban.

Y a la hora de dormir, como era de esperar, el sueño se esfumó de mi cuerpo, pues mi mente estaba más activa de lo normal, memorando una y otra vez, como si de un filme se tratara, las escenas e imágenes de ese beso. Aun podía sentir aun su tacto sobre mi piel, su aliento, sus roces en mis labios… sentía su sabor atrapado en mi paladar, y solo de pensarlo, de recordar… el pulso se me aceleraba, el corazón se saltaba latido para luego reanudar su labor con renovados bríos. Entonces, me encontré preguntando, sí todo hubiese seguido su camino, si Kyan no hubiese sido capaz de detenerse, yo… ¿habría dejado que llegara a más? Y la respuesta me inquietaba, porque si bien, no me sentía lista, estando con Kyan mi mente no laboraba, mi autocontrol se evaporaba. Entonces comprendí, que por mucho que mi mente, que yo sintiera que no avanzaría, mi cuerpo lo proclamaba y mis fuerzas flaqueaban. Y lo quería, y por el mismo sentimiento quería todo de él y absolutamente todo con él.

A la mañana siguiente, recibí un mensaje de mis amigos donde me indicaban que me visitarían a la salida de mi trabajo, pues ya que estaban de vacaciones pasarían más tiempo conmigo, recuperando el tiempo perdido, según prometían. Así que no me quedó de otra que decirle a mi novio que ese día jueves al salir no me iría con él, sino que sería raptada por Luck y Laura. Y no era que me desagradara la idea, eran mis mejores amigos y verlos siempre me entusiasmaba e ilusionaba pero para esos días Kyan ya formaba parte de mi vida y como tal me era muy difícil despegarme. Pero él era demasiado comprensible y lo agradecía, pues muy a pesar de mi renuencia por dejar de verlo, me hacia entrar en razón y me hacia reconocer que era lo mejor, que debía hacerlo.

—Por la noche prometo llamarte… —dijo dulce. Hice un mohín, quizá me miraba demasiado infantil pero en verdad me costaba concebir la idea de no verlo en todo el día, pues para empeorar todo: no iba a poder comer conmigo, tenía muchos asuntos pendientes en la empresa y aprovecharía ese día que estaría con mis amigos  retomar el trabajo que tenía un tanto abandonado.

—No sé cómo voy a sobrevivir sin verte —refunfuñé y a continuación lo escuché reír.




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