A pesar de todo ©

Capítulo 26: Te amo

Descubrir que lo amaba solo provocó que todos mis otros sentimientos se intensificaran, la verdad de las cosas era que lo amaba como a nadie, aunque el mismo sentimiento me traía cierto miedo y recelo, me obligué a mandar a lo más profundo de mí ser esos sentimientos oscuros. Porque en ese momento más que nunca debía de disfrutar lo que ese amor me regalaba. Íbamos ya a finales de Junio, por lo que en un mes yo… comenzaría la universidad, emprendería por fin mi sueño, estaba feliz, la Universidad de Santa Clara estaba cerca de Campbell, por lo que ir y venir no sería problema hasta que consiguiera un auto. Pero mientras lo hiciera, pues algo me habían comentado ya mis padres y no quería ilusionarme, me quedaría con Laura. Y aunque mis amigos me habían dejado claro que podía quedarme con ellos, me negué. Contando ya con auto me sería más fácil transportarme y a menos que fuera necesario me quedaría con ellos, pero de lo contrario no le veía caso generar un gasto extra… eso y que así podría seguir viendo a Kyan. Todo con el fin de no alejarme y así no provocar que nuestra relación se fuera enfriando, además que no creía poder lograr pasar tanto tiempo sin verlo. Lo necesitaba casi como el aire y no sabía si tanta dependencia podría ser buena pero ya no le buscaba explicaciones, el sentimiento ahí estaba, mi amor existía y se fortalecía, debía dejar de pensar tanto y en su lugar sentir.

Los días comenzaron a transcurrir, uno a uno sin detener su marcha, sin menguar su rapidez y en cada uno de ellos yo traté de sacarles el mayor provecho, de no desperdiciar ni siquiera un segundo o minuto. Buscando a su vez, llenar cada instante de risas, de momentos divertidos e inigualables, atestados de emociones y de amor, sobre todo de la compañía de Kyan que cada vez se volvía más indispensable hasta el grado de ansiar con locura detener el tiempo, de congelarnos y permanecer juntos hasta la eternidad, de encontrar una realidad subalterna en donde solo nosotros existiéramos. Sin embargo, las semanas comenzaron a extinguirse, junio prácticamente se había ido volando sin percatarnos, pero todo avanzando con demasiada premura.

En los últimos días de ese mes tuve una entrevista en la universidad, me fue bien, mis amigos me dieron un corto tour, alegando a que el fin de semana antes que comenzaran oficialmente las clases, haríamos uno completo. Así que cuando julio llegó, justo antes de irme de viaje para El Salvador, ya tenía casi todo listo.

Mi estadía en mi país natal fue demasiado corta pero llena de emociones, de recuerdos llegando a mi mente. Y aunque todo estaba sumamente cambiado, pues habían más edificios, muchísima más población y comercio, habían cosas que seguían igual, el carisma y humildad de la gente por ejemplo. Y en mi pueblo Metapán, todo seguía igual de pintoresco a como lo recordaba, la ciudad era limpia y aunque aún quedaban vestigios que nos hacían perpetuar que alguna había sido un pueblo, habían muchas construcciones y demasiado comercio. El clima seguía siendo aunque caluroso, para esa época y con las abundantes lluvias era bastante manejable y agradable. La casa de mis abuelos había sufrido ciertas modificaciones en ese par de años que no había logrado darme una escapada para visitarlos. El encuentro con mi familia fue memorable; mi abuela nos recibió con un caldo de sopa de gallina india, mis primos llegaron, mis tíos, con quienes comenzamos a repartir todas las cosas que habíamos llevado para ellos. Los días comenzaron a pasar y durante ellos, todas las noches hablaba con Kyan por video llamada, poniéndonos al tanto de lo que había sido nuestro día. Normalmente la que más hablaba era yo, puesto que había salido a mucho más lugares: a la Barra de Santiago que era playa, a balnearios y a zonas verdes montañosas protegidas, nos habíamos ido en el Tour de La Ruta de las Flores. Habían sido días muy movidos, agotadores pero que en compañía de mi familia y de mis primos: Ana y Pedro, los había pasado más que bien.

Cuando llegó el día de mi cumpleaños, recibí llamadas tanto de mi novio como de mis mejores amigos, los cuales me felicitaron cantando, muy desentonadamente, la canción de feliz cumpleaños, no solo en ingles sino que probaron hacerlo en castellano, sacándome más de una carcajada. Luego de desayunar con un banquete de pupusas*, chocolate caliente y pastel de caramelo, mi familia decidió que celebraríamos mi cumpleaños yendo de visita a Guatemala, nos quedaba muy cerca la frontera por lo que no sería un problema ir y dar una vuelta por la capital, Antigua Guatemala, el zoológico y otros lugares más aledaños. Y el día fue por demás agotador y divertido, pues junto a mis primos íbamos y veníamos, tomándonos fotos, caminando entre las calles adoquinadas, disfrutando del clima, aunque lluvioso, agradable. Regresamos ya entrada la noche, luego de comer en una taberna donde vendían churrasco. Al siguiente día, junto a mis primos decidimos ir a Santa Ana, una ciudad cercana, pues ahí había centro comercial y cine. Almorzamos en un restaurante de pizza Hut, mientras esperábamos que la función diera comienzo. Anduvimos por los pasillos del recinto, matando el tiempo, vitrineando como decían mis primos, que no era más que pasar observando de vitrina en vitrina de las distintas tiendas que había en ese centro comercial.




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