Una semana había pasado desde que Kyan había ido a buscarme y me había hecho aquella petición. Y me sentía feliz, ¿cómo no estarlo? Pues me había proporcionado aquella ancla que tanto necesitaba, lo que me infundiría seguridad y que me ayudaría a mantenerme firme cuando los malos días llegaran. Pues solo bastaría observar mi mano, aquel símbolo de su promesa, para seguir de pie. Me encontraba en una mesa en las afueras de la cafetería comiendo mi almuerzo, mientras estudiaba para una prueba que tendría al día siguiente a primera hora. Pronto mis amigos se unieron y comenzamos a hablar y a bromear. Aun no les había contado lo que el viernes pasado había sucedido, solamente que me había regresado a Campbell con mi novio, así que sin pensarlo mucho les conté.
—Este viernes que pasó… Kyan habló conmigo. —Me miraron interesados, les había contado un poco de lo que estaba pasando en la empresa y al igual que yo se sentían preocupados y un tanto desesperanzados, por lo que, la notica que iba a darles ya se la esperaban, ya me lo habían dicho una vez: no le miraban otra solución—. No les aprobaron el préstamo, así que el mes que viene… se casaran —solté, sintiendo como el decir esas palabras fueran acido pasando por mi garganta. Se miraron uno al otro.
— ¿Es en serio?, ¿pero qué te dijo Kyan? —preguntó Laura.
—Que eso no impedirá a que sigamos juntos…
— ¿Piensas seguir con alguien que se va a casar con otra? —cuestionó Luck, sin ocultar su molestia e indignación—. Lo he visto en sociales y supongo que pronto todo el mundo sabrá que se va a casar, así que no creo que sea bueno que te expongas a que te vean como la otra, no te dejaran tranquila y te lastimaran mucho y yo no quiero eso para ti. —Chasqueé la lengua, lo que decía mi amigo era cierto, en el tiempo que Kyan había estado conmigo había logrado mantener un perfil bajo para los periodistas, cosa diferente en Nueva York, pero desde que Larissa había llegado a Campbell todo cambió. De vez en cuando miraba fotos de mi novio, otras junto a Larissa o conmigo. Así que, si la notica de su boda se divulgaba, ya no podríamos salir con libertad.
—Pero no es una boda real —refuté—, ellos van a firmar un convenio donde estipularan la fecha donde caducara su compromiso y podrán divorciarse.
—Lo sé, Emily. Pero ellos no van a divulgar eso a las noticias, a esas personas les preocupa mucho la imagen. Por lo que estoy seguro llegara un momento donde los paparazzi se van a enterar y no los dejarán tranquilos, tendrán que actuar y hacer creer que su relación es verdadera. Por favor, no lo veas tan sencillo, te estás metiendo a un terreno desconocido y peligroso. Quizá no comprendas lo que quiero decirte, porque no has tenido que lidiar con los escándalos y la prensa, porque su relación hasta hace poco había sido como cualquier otra, pero los Lancaster tienen renombre, uno muy fuerte.
—Luck, no la atormentes más. Ni tú ni yo sabemos si todo lo que dices pasará, además dale un poco de crédito a Kyan, en todo este tiempo ha demostrado que quiere mucho a Emily, ¿porqué han de cambiar las cosas en estos meses? Sí, va a casarse pero todo eso es una farsa que al cabo de unos meses terminará.
—Está bien. Pero Em, yo lo único que quiero es que estés sabedora de todo lo que posiblemente pueda pasar, ¿sí? Te quiero mucho, saben que son como mis hermanas y no quiero verlas sufrir… de nuevo por alguien. —Eso último era para mí.
—Lo tendré muy en cuenta, Luck. Y les agradezco mucho que se preocupen por mí, pero esta vez voy a arriesgarme. Kyan me ama y yo a él, sé que vamos a superar todo esto. Me lo prometió y le creo, más ahora que estoy comprometida con él —concluí, mostrándoles mi dedo anular. Y mientras les narraba todo lo que me había dicho, noté como Luck poco a poco se miraba más tranquilo, creo que él al igual que yo comenzaba a sentir más seguridad.
—Solo una cosa más, Emily… —dijo Laura—… no te confíes mucho de esa chica, porque media vez este casada con Kyan podrá amarrarlo con mayor facilidad, y como decía este tarado, los días que están por venir no serán fáciles, tendrás que ser fuerte y si hay que luchar, pues luchamos. —Sonreí, demasiado feliz, así como preocupada, pero con la plena confianza que ante lo que se avecina yo contaba con ellos. Y eso fue algo que mi infundió tranquilidad y fuerza en aquellos días opacos.
Y así el tiempo poco a poco fue avanzando, las horas se tornaron en días y con ellos la llegada de esa boda estaba cada vez más cerca. Sin embargo, tal cual me habían alertado mis amigos, su “compromiso” pronto estuvo en sociales y aunque ni Kyan ni nadie de su familia sabían cómo se habían enterado ya no había mucho qué hacer para desmentir. Por lo que, mis salidas se vieron reducidas a vernos fuera de Campbell o en Santa Clara, cuidando que no nos viera mucha gente pues no querían que me tildaran como la otra, y habían momentos en lo que eso me frustraba, pues odiaba tener que andar a hurtadillas, escondiéndome de la gente y también estaba que mis padres me pedían explicaciones a causa de todo lo que miraban y aunque les costaba entender la forma tan retorcida de mi relación no les quedó otra que aceptar que yo seguirá con Kyan sin importar nada. Entonces, cuando me sentía ofuscada e irritada, ahí estaba Kyan para ayudarme a entender que solamente serian unos cuantos meses, diciéndome una y otra vez que a él no le importaba que nos vieran, que lo tacharan de infiel pero que a mí no querían que me tocaran, que a mí no quería involucrarme en escándalos, y de esa manera lograba calmarme. Pero todo poco a poco comenzaba a salirse de nuestras manos, varias veces habían circulado fotos de nosotros y los encabezados tan denigrantes no se hacían esperar y odiaba tanto a esa gente, porque ¿qué ganaban con humillarme? Entonces, a raíz de todo eso, nuestras salidas se vieron muy reducidas, y ya no aguantaba con que por fin esa farsa se terminara. Toda mi vida se estaba poniendo de cabeza y yo solamente podía dejarme hacer y deshacer, sin opción a quejas. Porque la impotencia, así como el sentirme inútil no me permitían renegar, muchas veces me tragué las palabras porque me sentía mal; yo no le estaba ayudando en nada y eso me hacía sentir mucho peor, sin derechos a nada.