A pesar de todo ©

Epílogo

Meses después regresamos de Londres a Campbell, donde nuestra boda se llevó a cabo. Pues ambos comprendimos que ya no existía impedimento para hacerlo, nos amábamos y el sentimiento ahí estaba, entonces un papel más no iba a disminuir la intensidad del mismo, solamente afianzaría lo que ya vivíamos, además que estábamos a la espera de formalizar ya una familia. Sí, ambos deseábamos hijos, ¿y por qué no hacerlo realidad pronto? Ambos éramos jóvenes y con la vida por delante para disfrutarla; que tener alguien con quien compartirla, estábamos seguros, era lo que necesitábamos y más anhelábamos.

Cuatro años habían pasado ya...

Luego que terminé la carrera a Londres, decidimos regresar a Campbell, pues nuestra vida residía ahí, junto a nuestra familia y amigos, que estar lejos no lo concebíamos posible.

Los hijos llegaron pronto, mucho más antes de lo que mi familia podía creer posible, pero eso Kyan y yo lo mirábamos normal, hasta cierto punto habíamos estado desesperados porque algo así sucediera. Mateo; un niño intrépido, demasiado inquieto y que nos da suficiente trabajo a Kyan y a mí, cuando aun no sabíamos que estaba embarazada de nuevo. ¡Sí!, pocos meses después que cumpliera Mateo los tres años, salí de nuevo embarazada, aunque durante todo el proceso no sabíamos qué seria, la ilusión siempre fue fuerte. En esos momentos estaba a la espera de entrar en labor, pues la semana siguiente cumplía ya los nueve meses, entonces ya solo era cuestión de tiempo. Por esa razón Kyan se había ausentado del trabajo por las tardes, para poder cuidarme, aunque había una joven de servicio, él se volvía aprensivo cuando me encontraba en ese estado, con Mateo lo descubrí, y no me quejaba, me encantaba que cuidara de mi.

Ese embarazo a comparación del de Mateo, fue aun más cansado, debido a la continua actividad del bebe. Eso y que los mareos estaban a la orden de día así como las nauseas. Por lo que debía de tener mucho más cuidado, para no entorpecer el embarazo. Además no podía quejarme, Kyan me facilitaba muchas cosas, me consentía y no dejaba que hiciera prácticamente nada. Y eso era un alivio pues rápidamente me cansaba. Luck y Laura nos visitaban seguido, el primero, compinche de mi hijo, pues son como uña y carne, cuando se juntan no hay quien los separare, su relación es diferente que la que tiene con Kyan, pues esta última es más significativa, profunda. Y Laura; la tía consentidora. Qué puedo decir, ellos siempre han formado parte importante en mi vida que ahora que contaba con una familia, obviamente no iba a ser diferente.

Durante esos tres años que pasaron mis amigos también encontraron a su media naranja o fruto prohibido como le suele llamar Luck. Mi amigo se enamoró perdidamente de Caroline, una agradable chica, risueña, con carácter fuerte, decidida, y que resultó muy difícil de conquistar. Ella había asistido a nuestro mismo instituto, pero no fue hasta el último año en la universidad que Luck logró que aceptara una de sus invitaciones. En fin, fue una relación con altos y bajos, pues mi amigo encantador hasta lo indecible, con una reputación de mujeriego sin remedio y con una larga lista de víctimas femeninas, era claro que la confianza iba a ser gravemente golpeada, pero habían logrado superar todos esos obstáculos y hasta ese día seguían juntos, y todos estamos a la espera de saber cuando al fin se formalizarían. Laura… con ella la situación fue similar que a la de mi amigo, pues ella siempre había dicho que no se enamoraría de un don Juan, que los hombres mujeriegos nunca cambiaban, muy a pesar que Luck estaba haciendo el intento por hacerlo, sin embargo, su renuencia tenía una razón y era que Rick —mi ex novio—, la traía babeando desde hace mucho más tiempo, pero debido a todo lo que había pasado conmigo, ella no se daba la oportunidad de aceptar, claro, ella tan leal como siempre, cuando todo estaba a punto de estallar y de ella caer, me lo contó todo, pues según ella no podía seguir sin saber si eso a mí me molestaba, y obviamente, ¿cómo iba a hacerlo si yo estaba felizmente enamorada y casada? En fin, ellos llevan un año de haberse casado.

Entonces, cumplido el plazo de mi embarazo, una tarde donde había llegado Luck a Jugar con Mateo, de casi cuatro años, entré en labor. Entre Luck y Kyan me ayudaron a subirme a la camioneta, intenté controlar el dolor, cosa inútil, de evitar quejarme, pues notaba en como el rostro de Mateo demostraba temor, su labio inferior temblaba, así como sus ojos se llenaban de lagrimas, estaba muy asustado. Nos marchamos, dejando a Luck y a Mateo en casa, quienes se quedaron jugando, con el propósito de distraer a mi hijo. Kyan estuvo conmigo en todo momento, infundiéndome fuerzas. Una hora duró mi labor de parto; el llanto de mi bebe fue como un aliciente que de inmediato esfumó todo el dolor, dejando en su lugar felicidad.

—Felicidades, es una niña —comentó la enfermera. Me hizo entrega de la bebe luego de haberla limpiado, envuelta en una sabana. Era tan pequeñita, sus ojitos bien cerrados, su boquita fruncida y su respiración pausada y constante. Era hermosa.




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