Se me juntó el cielo con la tierra, el corazón se me quería salir del pecho y juraría que estaba teniendo un ataque de ansiedad o de pánico.
Solté el vaso y corrí para el almacén que teníamos detrás de la barra.
Me tropecé con Guille que venía saliendo con una caja de vinos.
-Ey Ey, ¿Qué pasa?
Me preguntó al verme blanca como un papel.
-Isabel ¿Qué pasó?
Yo no podía articular palabra, no me había preparado jamás para ese momento.
-Por favor Guille atiende a la mujer de la barra. Ella quiere un gin-tonic.
Él miró en dirección a la barra y observó a la pareja.
-Ok yo lo hago, pero ¿Tú estás bien?
-Tranquilo, ahora me calmo y salgo, pero necesito un minuto por favor.
-Tómate dos sin problema.
Guille salió y me quedé sola con mis pensamientos. Allí estaban ellos dos, disfrutando de la noche y de la vida como si nada, como si no hubiesen hundido la mía en el lodo. Él estaba disfrutando su mejor versión, la que lo hacía sentir grande y poderoso, paseándose por La Habana con una mujer hermosa y llena de dinero.
Quería darme contra la pared por estúpida, por no haber visto su verdadera naturaleza a tiempo, antes de enamorarme como una idiota, antes de entregarle mi vida, antes de tener un hijo con Él…..
¡No Isabel! eso nunca, que esa idea nunca más te cruce por la mente. Si había algo de lo que nunca me iba a arrepentir era de Vero. Ella existía a pesar de Él y era mía, completamente mía.
Me miré en el espejo y por primera vez en mucho tiempo no vi dolor, vi furia. No era lo ideal, pero al menos era un avance. Me sequé las lágrimas, me arreglé el uniforme y me pinté la boca con el rojo característico de todas las muchachas que trabajábamos allí. Me gustó lo que vi, como decían las viejas: pelo suelto y carretera.
Salí del almacén y el sonido de la música del bar me devolvió a la realidad. Teníamos un buen DJ que sabía cómo animar el ambiente y mantenerlo durante toda la noche.
El Guille al verme a su lado, me miró de arriba abajo y me dijo.
-Eh ¿Y tú que tomaste, adrenalina?
-No Guille, me tomé un vaso de amor propio.
-Pues tómate uno diario, porque te asienta de maravilla.
Guille con sus cosas, sabía levantarle el ánimo a cualquiera y siempre tenía una frase adecuada para todos y para cada momento. Yo no sabía prácticamente nada de él, solo que tenía un niño de 4 años. Llevábamos más de un mes pasando juntos de tres a cuatro noches por semana detrás de aquella barra, pero no nos conocíamos de nada.
Le sonreí agradecida por cubrirme las espaldas hacía un instante y por no preguntar nada más.
Él pareció captar mi señal de agradecimiento.
-Para eso estamos, esta barra es nuestra casa y aquí somos una familia. Yo te cuido a ti y tú me cuidas a mí. ¿Qué pasa? ¿Somos o no somos?
-Somos, definitivamente somos.
-Esooo.
Me dijo y me dio un abrazo, en ese justo momento, Él se volteó y quedamos frente a frente.
No puedo describir con exactitud todos los tonos de grises que pasaron por su semblante. En un segundo pasó de la risa a la confusión. No podía apartar la vista de mi cara y yo no pensaba ceder y cambiar la mía.
-Amor ¿Qué sucede? ¿Are you OK? Parece que viste un fantasma.
Le preguntó GinWoman. Yo seguí con mi trabajo, pero atenta a su conversación, ya había desarrollado una habilidad para escuchar la voz de los clientes por encima de la música y el bullicio del bar.
-Nada amor, nada.
-Ok, voy al tocador.
Jajaja tocador, dice ella, en un bar.
Él se incorporó y se acercó aún más a donde yo estaba.
-Isabel, ¿qué tú haces aquí?
-Hola buenas noches, ¿qué tal, todo bien?
Le dije con ironía. Él resopló por lo bajo fulminándome con la mirada.
-Aquí trabajo.
Le respondí.
- ¿Cómo que tú trabajas aquí, desde cuándo?
-Desde que abrió el bar. No entiendo tu asombro la verdad.
Evidentemente, Él tampoco entendía su asombro.
-Un Martini por favor.
Me pidió un muchacho a mi derecha.
-En seguida.
Le dije y me puse a preparar el cóctel.
-Ven acá ¿Y Vero con quién la dejaste?
Ah mira, ahora Vero le preocupaba.
-¿Con quién va a estar? Evidentemente contigo no está.
-Mira deja la gracia y dime..
- ¿Pasa algo aquí?
Me preguntó el Guille que venía con dos shoots de tequila.
-Nada Guille, todo bien.
Guille lo miró de frente y sin miedo, estaba adaptado a lidiar con los clientes que se pasaban de la raya con nosotras, que eran varios en cada turno. Yo no tenía ninguna intención de continuar con aquella conversación y vi a GinWoman saliendo del baño.
-Mira, estoy trabajando y por ahí viene tu cita.
Él miró en dirección del baño y cambió rápidamente la vista hacia mí.
-Esta conversación no se ha terminado aquí.
-Tienes razón, esta conversación se acabó hace tiempo.
Le dije y continué preparando el Martini.
Ella llegó a su altura y al momento percibió el ambiente cargado.
- ¿Qué sucede amor? Estás muy raro hoy.
-Nada, parece que hoy no tengo el día para estos lugares, además esto aquí no es la gran cosa la verdad.
-¿Cómo que no si es de los mejores ahora mismo? Y el Gin-tonic ES-PEC-TA-CU-LAR.
Le dijo ella separando en sílabas la palabra espectacular para hacer más énfasis. No pude evitar sonreír al escucharla.
-Vámonos para otro lugar más tranquilo que tengo dolor de cabeza.
-Ok, déjame pagar la cuenta.
Le dijo GinWoman y yo me quedé como ¿Whatttt? ¿En serio?
Lo miré con una mezcla de repulsión y decepción al mismo tiempo.
Cuando ya se iban, ella volteó la vista hacia la barra, justo donde yo estaba y frunció el ceño. Yo levanté el vaso de agua que me iba a tomar y le hice un gesto como imitando un brindis, como diciéndole: Salud señora, que le aproveche.
GinWoman frunció el ceño aún más y abrió la boca sorprendida. Supe, en lo más profundo de mi ser, que ella tambien había ubicado mi cara en el rompecabezas de su vida.