A solas con el alma

Capítulo 29: El bikini


César me estaba esperando dentro del bar.
-¿Todo bien?
Pude sonreír y por primera vez en muchos meses, responder con total sinceridad que todo estaba bien.
-Vamos a trabajar.
La noche transcurrió con normalidad. El jefe pasó a vernos y a averiguar si todo estaba en orden después del incidente del turno anterior.
Se tranquilizó al saber que la situación había sido controlada y me pidió disculpas personalmente.
-Es verdad que hay hombres que son unos animales. 
Me dijo.
-Por suerte César llegó a tiempo jefe porque si no, ni pensar.
Le comentó Guille.
-Sí ya me contaron, ese muchacho ha sido una buena adquisición.
-Usted no se imagina cuánto.
Volvió a interrumpir Guille y esta vez le metí un codazo por indiscreto.
-Ay niña, suave.
-No se preocupe jefe, todo está en orden.
-Menos mal mija, cualquier cosa estoy en la oficina.
-Niño, mira que eres chismoso.
No pude evitar regañarlo.
-Oye hay que decirle al jefe lo que hizo César que a lo mejor va y le suben el salario.
-Sí como no. ¿Ya llegó el niño?
-Mañana, estoy loco por verlo.
-Bueno me dejas saber el día de la comidita para cuadrar con mi mamá y que me recoja a Vero.
-Niña, tráela.
-Ay Guille ¿Tú crees? ¿Tan pronto?
-Así ves cómo se relacionan Isa, y van a ser seis ojos arriba de él. Llévala y vemos qué tal.
Medité la idea del Guille y no me pareció tan mala, vamos a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos hasta ese día.
A la hora del cierre ya no le di la vuelta a la manzana para irme a escondidas con César. En la misma puerta del bar me puse el casco y me monté en la moto, apretándolo bien fuerte por detrás, la que no entendió el mensaje fue porque no quiso.
Al día siguiente a las tres en punto de la tarde estaba el susodicho en la puerta de mi casa. Ya estaba todo cuadrado con mi mamá para que lo atendiera ella y yo hacerme la perdida. No estaba para Él y sus tertulias.
Cuando se fue, mi mamá me contó toda la película, que había peguntado por mí como ocho veces y que miraba hasta debajo de los muebles a ver si yo estaba escondida. Le había traído unos juguetes a Vero del viaje y un detalle para mi mamá y otro para mí. Me entregó la bolsita que estaba cerrada y no se veía su contenido.
La abrí, y me encontré nada más y nada menos que un perfume Chanel No 5, a mí me fascinaba y Él lo sabía. Siempre había querido uno, pero la economía no me llegaba hasta allá. Ahora lo tenía frente a mí y no lo quería, iba a ser como si me echara ácido en el cuerpo viniendo de Él.
-Déjalo por ahí mami, cuando llegue el cumpleaños de alguien se lo regalamos.
-Está bien, pon este también en la misma bolsa, que yo no quiero nada que venga de ese individuo.
Me dijo entregándome el perfume de ella.
- ¿Y Vero cómo reaccionó cuando lo vio?
-Ay niña igual que reacciona cuando ve a Serrano en el noticiero, le daba igual. Aunque Él está diferente, algo le pasó en el viaje ese que llegó así cambiado.
-Bueno mima, no sé y tampoco quiero saber. Voy a prepararme que ya me tengo que ir.
Me vestí y me arreglé. 
-Ven acá ¿Cuándo vas a traer a ese muchacho a que yo lo conozca?
-Mami yo te aviso, todavía no. 
-Bueno, pero tráelo cuando quieras que yo no muerdo. ¿le diste el peluche a Vero?
-No mami, nada más le di los chocolates. 
- ¿Y eso por qué?
Me quedé pensativa porque ni yo misma sabía los por qué de mis acciones muchas veces.
-No sé, tal vez no quiero que César entre en su vida tan pronto. A lo mejor son boberías mías, pero es lo que siento.
-Isa, la mamá de Vero eres tú y precisamente el que pienses en ella para tomar decisiones habla de lo buena madre que eres. Cuando tú estés lista, lo vas a saber, puedes estar segura de eso. 
-Es que a veces siento que las cosas salieron mal, que la vida se torció y no acabó como debería de haber acabado. ¿Cuándo ella crezca qué pensará de todo esto? ¿Qué pensará de mí mami? 
-Que hiciste de todo para hacerla feliz y para que no le faltara de nada, que saliste de un hueco inmenso por ella y para ella y que te recuperaste y encontraste un norte en tu vida porque era lo mejor que podías ofrecerle. 
- ¿Tú crees mami? 
-No te juzgues tan fuerte Isabel, otra en tu lugar estuviese llorando por los portales y mírate, tú ni pareces la misma de hace unos meses. Terminar con ese hombre o que él terminara contigo fue lo mejor que te pudo pasar mija, te rompió la burbuja y te lanzó de cabeza al mundo real. Sí, te diste duro y te dolió, pero nada, te sacudiste el polvo de las rodillas y ahora eres más fuerte.  Eso es lo mejor que le puedes dar a tu hija, una madre fuerte y feliz y un ejemplo de que cuando uno se cae, se levanta y ya está.
-Gracias mami, de verdad.
Me dio un abrazo y comprendí que Vero también me iba a comprender, siempre seremos niños en los ojos de nuestras madres, tengamos la edad que tengamos.
Salí de la casa y allí estaba César, con el casco puesto y listo para mí. 
Me quité las gafas para verlo bien. Tenía deseos de pasearme por toda Cuba con ese hombre, era un espectáculo para la vista, mi refrescador de pantalla personalizado.
Una cuadra antes de llegar al bar, frenó la moto y me extrañó ¿Volveríamos a la época del amor clandestino?
-Te traje un regalo.
Me dijo sacando una bolsa de la mochila. Parecía que ese día todo el mundo se había puesto de acuerdo para regalar.
-César me estás malcriando y me voy a acostumbrar.
-Perfecto, acostúmbrate que nada me gustaría más que eso.
Dentro de la bolsa, había un bikini precioso, de escándalo. Súper sexy pero demasiado descubierto para mí gusto.
- ¿Y esto?
- ¿Crees que podamos ir a la playa el fin de semana?
Me dijo y no pude recordar la última vez que había ido a la playa, pero sí me acordaba del último bikini que había usado y tenía tiempo de eso. Justo antes de salir embarazada, después nunca más usé uno, trusa enteriza era lo que me tocaba.
-A la playa podemos ir, pero no con este bikini César.
- ¿Qué tiene el bikini?
-Que no tiene, le falta una pila de tela.
-Lo vi y cuando te imaginé con el puesto, uff difícil de explicar cuántas cosas me vinieron a la cabeza.
-Está hermoso César, pero no me voy a sentir cómoda usándolo, de verdad, una cosa es contigo y otra cosa es estar en la playa exhibiendo todas mis grietas.
-Lo que daría yo por estar contigo ahora mismo en una playa besando cada una de ellas.
-No empieces que después no puedo trabajar pensando en las cosas que me dices.
-¿De verdad? Eso no lo sabía.
-Dale vamos que ya estamos tarde.
-Bueno, pero ¿al menos te lo puedes poner para mí?
Lo pensé un segundo y accedí.
-Ahora el que no va a poder trabajar soy yo muchacha.
-Bueno tú empezaste, calientas demasiado y después no quieres quemarte.
-Yo no he dicho eso, por ti que me den candela como a Hatuey en la hoguera.
Llegamos al bar todavía riendo de las ocurrencias de César. Volvieron las miradas pero fueron menos los comentarios esta vez.
Era jueves así que la noche no iba a estar de locos. Sonó el tono de llamadas en mi móvil.
¿Mami?
Que habrá pasado. Contesté con el corazón en la boca como siempre que sonaba ese celular y no tenía a Vero al lado.
-¿Qué pasó mami?
-Niñaaa, nada pasó. Relájate que te va a dar una cosa.
-Es que tú nunca llamas mija, cuando lo haces siempre pienso lo peor.
-Bueno tendré que llamar más a menudo, ven acá ¿Tú tienes algo planificado para este fin de semana?
Pensé en la playa y en César pero era mejor esperar a que ella me dijera su plan.
-No mami nada, ¿Por qué?
-Niña que es el cumpleaños de tu tía y a mí se me había olvidado. Ahora me llamó para si yo quería, pasar a buscarme y pasarme el fin de semana allá con ella. 
-Ay mami que pena, después yo la llamo y la felicito.
-Te estaba llamando para ver si me podía llevar a Vero.
Yo confiaba en mi mamá con los ojos cerrados y sabía que con ella Vero iba a estar hasta mejor que conmigo, pero me da un poco de miedo y además nunca habíamos estado más de un día sin vernos.
-¿Ay mami tú crees? ¿Y si llora o quiere regresar?
-Bueno nada, regresamos. Pero qué va a llorar si allá están los primos y ella se va a divertir cantidad. 
-Sí es verdad. 
-Entonces dime ¿Preparo las cosas y me la llevo?
Lo pensé y accedí, no podía vivir con temor toda la vida.
-Está bien mami, pero cuídala y que no esté comiendo todo lo que ella quiera.
-Siii. Dale antes de irnos te llamo o ¿quieres que pasemos por allá para que te despidas?
-Bueno, mejor todavía. Me llamas cuando salgan de la casa.
-Ok.
Me quedé aguantando el teléfono entre las manos y respiré. Nada iba a pasar y Vero iba a estar bien con su abuela.
César se acercó a mí con una taza de café.
-Eh ¿Te cambiaste de puesto ahora?
-Jaja aquí te manda Guille, que dice que te ve preocupada.
-Oye pero ya lo de este niño es mucho, piensa que yo soy su hija.
-Es que él te aprecia Isa, y está pendiente de ti.
-Sí yo sé, eso es jodedera mía, a mí me encanta que él me cuide. 
-¿Y que yo te cuide te encanta igual?
-Bueno, eso me encanta más. Por cierto ¿Se mantiene la playa?
-¿En serio?¿Puedes ir?
-Bueno me acabo de enterar que me quedo sola, mi mamá se va a llevar a Vero el fin de semana para casa de mi tía.
-Eso quiere decir…
-Que vamos a la playa.
-No Isa, eso quiere decir que te tengo todo el fin para mí y no te vas a escapar. De aquí te vas conmigo hoy.
-César pero igual tengo que pasar por la casa, organizar algunas cosas, recoger ropa y eso.
-No hay problemas, salimos de aquí, pasas por allá y seguimos. 
Lo miré y sabía que no tenía escapatoria, tampoco es que yo la estuviese buscando.
No me lo podía creer, iba a estar con César todo el fin de semana. No podía olvidar agarrar unas pastillas para los dolores musculares, porque definitivamente las iba a necesitar.




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