A Toda Velocidad

Capítulo 3

            “Despierta.” La molesta voz de Nora interrumpe mi profundo sueño, sin tener consideración alguna por mi descanso. “Callen, arriba.” Vuelve a llamarme con insistencia.

            Gruñendo, golpeo la almohada y abro un ojo, “¿acaso accedí a trabajar un sábado y estoy llegando tarde?”

            “¿Qué? No.” La chica frente a mi frunce el ceño.

            “Entonces ¿qué es tan urgente para que interrumpas mi hora de dormir?” Vuelvo a posar la cabeza contra la superficie mullida esperando poder seguir con lo que estaba soñando, donde finalmente me caso con Orlando Bloom.

            “Teo.” Ese simple nombre basta para volver a hacerme gruñir con desprecio.

            “Aún es temprano para lidiar con él, dame un  par de horas más”

            Nora, cansada de ser ignorada, me arroja una de las pantuflas que se encuentran junto a la cama, “su auto está en nuestra calle y estaba hablando por teléfono a unas casas de aquí.”

            Esa información basta para que la observe ahora con ambos ojos abiertos. “¿Cómo estás tan segura de que es el?” con un poco de esfuerzo, tomo asiento sobre el colchón y despeino mi cabello aun en estado de somnolencia.

            “¿Tipo alto con excelente sentido de la moda, rostro hermoso y para nada un invitado recurrente de la zona que además conduce un Audi?” enumera mi amiga, “sí, creo que es él”

            “¿Qué está haciendo aquí?” pregunto, ahora completamente despierta, mientras voy hacia la cocina seguida por Nora.

            “Creí que tú lo sabías, ¿no se supone que debes cuidarlo?”

            Una mueca involuntaria se forma en mi rostro, “estoy empezando a arrepentirme luego de considerar todos los contras antes de acostarme a dormir.” Abro el refrigerador y husmeo con la mirada cada una de las góndolas. “Sea lo que sea, lo descubriré luego. ¿Compraste el jugo de naranja que te pedí ayer?”

            “Si, está atrás.” Responde Nora. En efecto, junto al cartón de leche vencida se encuentra el jalón de jugo orgánico que tanto amo. “También aproveché una promoción en cereales.” Añade tomando un buen puñado de cereal de chocolate directo del empaque.

            La cantidad de gérmenes que acaba de arrojar ahí dentro es cuestionable. Quien sabe que habrán tocado esas manos antes. Miro con impaciencia las cajas apiladas sobre la pequeña isla de la cocina y levanto una ceja.

            “¿Compraste diez cajas?” pregunto luego de contarlas.

            Mi amiga asiente con la boca llena pero eso no le impide responder de inmediato. “Vele el lado bueno, tendremos desayuno por mucho tiempo.”

            Una canción conocida proveniente de la radio que Nora compró en una tienda de antigüedades interrumpe su conversación y el ánimo cambia de inmediato en el sitio.

            “¿Escuchas eso?” Cuestiona Nora con ilusión en sus ojos. Dancing Queen de ABBA es probablemente la canción favorita de ambas desde que la escuchamos cuando éramos niñas. La madre de Nora contrató a una cantante para la fiesta número diez de ella y cuando esta canción apareció, todo el lugar cobró vida. Nunca subestimen el poder de la música legendaria.

            También está el hecho de que mamá era una gran fanática del grupo y dejó la colección de discos cuando se fue. Siempre que escucho alguna de sus canciones una melancolía mezclada con alegría me recorre.

            Tomo un sorbo de jugo y me muevo al ritmo de la melodía tarareando la letra junto a Nora quien ya se encuentra sobre el sofá moviendo su cabeza de un lado hacia el otro. Ambas reímos, ambas disfrutamos, pero mi momento de soltura se ve interrumpido por la presencia de alguien al otro lado de la ventana.

            “¡Ah!” caigo al suelo rogando no haber sido vista por él, más aun cuando me doy cuenta que sólo estoy en camiseta y ropa interior. Siento como el calor sube por mi cuello hasta las mejillas de una forma increíblemente rápida y el corazón late desbocado como si hubiese sido espantada en una de las casas de terror de la feria a la que solía ir cuando estaba en la secundaria.

            Las odio.

            “¡¿Qué?!” Nora me observa con horror pensando que estoy herida de alguna forma.

            “Teo,” murmuro en voz baja, como si pudiera oírme desde el edificio de al lado. “Teo,” vuelvo a nombrarlo mientras señalo la ventana. Mi amiga levanta la cabeza y vuelve a caer a mi lado restregando su rostro y escondiendo una sonrisa.

            “Diablos,” dice antes de reír y dirigirse hacia la ventana para abrirla.

            “¡Hola vecinas!” grita el muchacho con entusiasmo. Con pena, tapo mi rostro con ambas manos pensando que tal vez aún se encuentra en su cama y todo esto no es más que una de sus tantas pesadillas cuando se le ocurre comer algo dulce antes de dormir.

            “Esto no puede estar pasando,” susurro levantando un poco su rostro para ver si efectivamente sigue ahí, lo cual es un gran positivo.

            Gateando, avanzo con rapidez hasta mi cuarto y tomo lo primero que encuentro en la silla junto al armario para salir del apartamento y dirigirme hacia el otro edificio. Necesito saber con urgencia de qué va toda esta cómica escena que se está desarrollando frente a mis ojos mientras ruego por lo bajo que sólo se trate de una broma de mal gusto.



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En el texto hay: diversion, amor

Editado: 14.09.2023

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