No soy una persona que celebre sus cumpleaños de una forma extraordinariamente extraordinaria. No es que tenga una cantidad excesiva de amistades o me divierta salir a clubes para bailar hasta que mis pies rueguen por un descanso. Es decir, no es que sea una persona aburrida, pero ¿qué se considera aburrido específicamente? Lo que para muchos es divertido, para mí no lo es. Lo que yo considero genial, para muchos tal vez no lo sea. Y todo este balbuceo es sólo para decir que este cumpleaños sólo quiero pasarlo en paz.
He estado tan al límite éstas últimas semanas que lo único que quiero es estar sola en la comodidad de mi sofá, un gran plato de nachos y una película que me haga llorar hasta quedarme dormida. No veo un mejor plan que ese a la vista. Ser conscientemente miserable a veces puede ser entretenido.
Los títulos principales de ‘El novio de mi mejor amigo’ aparecen en la pantalla y me relajo los primeros diez segundos hasta que unos golpes en la puerta me sacan de la zona. Debato entre ir o quedarme aquí pero el plan de ignorar a quien sea que esté del otro lado se ve ofuscado por los golpes incesantes de un visitante indeseado.
Dejo mi plato de comida sobre la pequeña mesa junto a mí y camino sin prisa hacia la puerta principal. Miro brevemente por la mirilla y me sorprendo al encontrar al chico que ha sido un participe principal de mis últimos días.
“¿Qué haces aquí?” Inquiero mientras Teo me observa con detenimiento. Sí, mi pijama que consta de una camiseta sucia y vieja en conjunto con unas calzas descoloridas no debe resultarle tan vistosa como la ropa cara que lleva puesta. Seguro no debe estar acostumbrado aún a mi sentido experto de la moda en contraste con la diseñadora de moda que duerme en el cuarto de al lado.
“¿No deberías estar celebrando tu cumpleaños?”
Señalo detrás de mí. “Eso hago.”
Mira dentro de mi apartamento. “¿Comiendo un pastel tu sola?” Dejé un pequeño pastel de chocolate a medio comer sobre la mesada de la cocina porque olvidé guardar el resto. Pasé por él hace unas horas, le puse unos adornos comprados en el supermercado que decían feliz cumpleaños y soplé una velita que encontré guardada en un cajón.
Cumplí con la tradición, es mejor que nada.
“¿Acaso hay algo mejor?”
Sin invitación, se adentra en mi terreno sagrado husmeando como solo él sabe hacer.
“¿Dónde está Nora?”
Podría echarlo en este preciso momento y seguir con mis cosas pero si no contesto a sus preguntas sé que seguirá insistiendo, mientras más rápido responda a sus dudas e intromisión, más rápido volveré a mis nachos. “Salió de la ciudad.”
Hace un sonido con su garganta. “Que conveniente.”
“Cállate,” le reprocho de inmediato, “dijo que era algo importante.”
Habló de su hermano y lo mucho que la necesitaba ahora. Dijo que no era nada serio sólo que necesitaba su ayuda para algo.
Su atención se dirige a la televisión y la comida frente a ella. “Y veo que no tienes más amigos con quien salir.”
En otra situación probablemente me ofendería pero tiene razón. “Mi vida privada no es asunto tuyo.”
Toma el control y apaga la pantalla.
“Vamos,” dice señalando la puerta.
“¿Dónde?”
Observa el reloj en su muñeca. “A celebrar las últimas cuatro horas de cumpleaños que te quedan.”
“No voy a ir a ningún lado contigo.”
Ha estado todo el día sin darme siquiera un frío saludo de cumpleaños o una nota o un cupón de comida. Ni siquiera un simple mensaje de ‘hey, recordé que hoy cumples un año más, felicidades.’ Nada. ¿Y mágicamente ahora se acuerda? Debe haberlo leído de algún lado o escuchado a algún vecino saludarme cuando saqué la basura. Tampoco hubo un saludo por parte de Harry, es decir, no es que deban hacerlo, no busco que lo recuerden pero Harry lo sabe todo. Una simple fecha no es nada contra él.
Lo admito, estoy un poco molesta pero en cuatro horas toda esa angustia quedará en el pasado.
“Usualmente contestaría con rudeza pero por ser tu día especial voy a perdonarte la intención de lastimar mis sentimientos.” Guiña un ojo y eso me enfurece un poco más.
Hago un sonido con mi lengua. “Me perdí en la parte en que dijiste que tienes sentimientos.”
Suelta una risita. “De verdad te gusta jugar con mi paciencia.” Es verdad, estoy apretando todos sus botones. Me pregunto hasta donde puede aguantar.
Lo observo un largo rato antes de volver a hablar. “No comprendo el por qué haces esto.”
Ladea la cabeza con duda en su rostro. “¿Qué quieres decir?”
“Mi cumpleaños empezó hace veinte horas y pronto terminará, no le veo el caso a todo esto.”