A Toda Velocidad

Capítulo 17

            La palabra esposa acaba de atravesar mi cabeza y se quedó atorada en la parte del cerebro que controla funciones básicas como respirar. Aunque estoy pensando en que ese proceso está un tanto sobrevalorado.

            Cuando finalmente encuentro mi voz, intento que esta no suene afectada por esa revelación.

            “No sabía que estaba casado.”

Una media sonrisa se forma en su rostro.

            “Fue en Las Vegas,” responde. “Quiso mantenerlo en privado y acepté. Nos separamos hace un tiempo pero queremos volver a intentarlo, aún seguimos casados.” Levanta la mano izquierda mostrándome una alianza dorada con un diamante bastante brillante y grande adornando el centro.

            “Teo nunca dijo algo sobre estar casado.” Murmuro casi como un susurro que logra escuchar y mueve su cabeza en afirmación como si ya lo hubiera supuesto antes.

            Suspira y mira detrás de mí. “Me visitó el fin de semana pasado y hablamos mucho, entre otras cosas,” especifica con una mueca  es un hombre increíble, no puedo soltarlo tan fácilmente.” Ese comentario sonó más a un desafío que no piensa perder. Teo dijo que estaría muy ocupado con temas de la competición y requería tiempo a solas, ¿acaso todo fue una vil mentira? “Tú eres quien lo ha estado acompañando los últimos días,” habla sacándome de mis pensamientos.

            “Soy parte de su grupo de trabajo.” Mi boca se siente seca.

            “Lo sé, me lo dijo.”

            Mi estómago empieza a revolverse.

            “Habló sobre mí,” comento en voz baja.

            “Bueno, lo hizo cuando tuvo que explicar las fotografías que estuvieron circulando últimamente, en especial aquellas en la playa,” sonríe. “Descuida,” se acerca como si fuese a decirme un secreto, “sé todo sobre su falsa relación,” dice soltando una risita como si fuese la cosa más evidente. “Me comentó todo, dijo que quería dejarme tranquila con respecto a toda la situación que está viviendo.” Su teléfono suena con un mensaje pero ni siquiera lo ve, en su lugar, usa ese sonido como una alerta para terminar nuestra conversación. “Lo siento, debo dejarte, quiero ver cómo está.”

            Sin mediar más palabras, me rodea y se va directamente hacia la habitación de Teo, quien ahora tiene permitido recibir visitas.  

 

 

            “¿Está casado? ¿Crees que todo sea cierto?” Pregunta Nora caminando de un lado hacia el otro. Llegué a casa hace una hora y ella aún sigue procesándolo al igual que yo.

            “No lo sé,” contesto mirando la mesa. He estado sentada aquí por un buen rato pensando en cómo debería reaccionar ante esto. Mi corazón duele demasiado y todas las expectativas que he construido alrededor de Teo y yo acaban de caer como una muralla luego de una explosión.

            Nora se acerca y toma asiento frente a mí. “¿Qué otros secretos guarda ese hombre? ¿Crees que tenga un hijo o hija por ahí?” Me observa con intensidad. “Tal vez gemelos.”

            Escondo mi rostro entre las manos. “No ayudas,” murmuro lastimosamente.

            “No te culpo si no quieres volver a verlo.”

            Niego. “Pensaba pedirle explicaciones pero tengo miedo a sus respuestas.”

            Hace un sonido de frustración con su garganta. “¡Los hombres son unos patanes!, primero Patrick y ahora Teo.” Cruza sus brazos. “Deberíamos hacernos monjas.”

            Apoyo eso.

            Nora toma la bolsa de basura y se dirige a la puerta pero cuando la abre, un rubio conocido permanece con el brazo levantado dispuesto a tocar para advertirnos de su llegada.

            La chica suelta la bolsa y lo señala con el dedo de una forma amenazante. “¿Tú lo sabías todo y aun así permitiste que ese hombre se acercara a mi mejor amiga sin poner en orden sus asuntos?”

            El chico mira hacia el pasillo, temiendo causar un espectáculo por lo que hace su camino hacia el interior del apartamento.

            “Nora, no podía...” Me mira pero es callado por mi mejor amiga.

            “¡No, por supuesto que no!, siempre eres tan correcto y fiel a Guiraud que me sorprendería si algún día haces algo espontáneo. ¡Aléjense de ella!”

            Me levanto del sofá y camino hacia ella para intentar calmarla.

            “Nora, no tienes que…”

            “No, ¡Si tengo!,” exclama, “estoy tan enojada, has soportado su mierda todo este tiempo y no tuvo la decencia de decir ‘hey, estoy casado, probablemente fue un error pero lo estoy, por qué no soluciono eso y luego vemos lo nuestro.’ ¿Tan difícil era eso?” Lanza esa última pregunta a Harry. “¿Por qué esperar a que lo descubras así?” Dice eso dirigiendo su mirada hacia mí.

            Harry suspira y asiente. “Tienes razón.”

            “Por supuesto que la tengo,” interrumpe la chica de nuevo, “y si no estuviera en el hospital créeme que ya le hubiera hecho un gran drama.”



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En el texto hay: diversion, amor

Editado: 14.09.2023

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