Teo
“Los papeles están listos, sólo necesito su firma aquí Sr. Guiraud,” dice la simpática mujer frente a mí. Sonrío y no dudo ni un segundo en escribir sobre la línea de puntos. “Felicidades.”
“Gracias. Por favor, sigan trabajando así, hacen mucho por esta comunidad.” La mujer se siente complacida y volteo justo a tiempo para ver como Cooper aparece detrás de la puerta siendo llevado con una correa.
De todas las elecciones que hice en mi vida, sé que esta ocupa uno de los primeros puestos. El animal mueve su cola con vigor mientras camina hacia mí con sus orejas rozando el piso.
Desde ese día cuando Callen me trajo al refugio y la vi mirando a Cooper supe lo mucho que sus ojos gritaban por él. Probablemente me equivoque y sólo fue un momento de empatía en su máximo nivel pero gracias a eso tomé el primer paso para decidirme a cumplir uno de los que parecía un sueño frustrado. Adoptar un perro.
Y no sólo un perro, Cooper ahora es mi compañero.
Desde que toda esta loca aventura en Dublín empezó, me di cuenta lo mucho que necesitaba el contacto honesto con otras personas o animales. Solía aislarme en mis pensamientos donde el éxito y la siguiente carrera eran lo más importante. Eso y beber una noche de sábado mientras me divertía en algún lugar con desconocidos.
Necesitaba con locura un tipo de familiaridad en mi vida. Callen me dio ese sentimiento y ahora lo hará Cooper. Ahora tengo una buena razón para volver a casa cada día con entusiasmo cuando antes lo que más quería era permanecer fuera.
Bajo hasta su nivel y le acaricio detrás de las orejas. “Hola amigo, vienes a casa conmigo, ¿te parece bien?” Sus grandes ojos me observan con detenimiento pero creo que él está más que listo para salir de aquí y tener la vida que se merece. “Gracias.”
Ayudo a Cooper a subir al auto y me aseguro que a gusto y protegido antes de encender el motor. Reviso la lista de cosas que necesito para él y la releo varias veces para asegurarme de que no me olvido de nada. Harry me ayudó pero también recibí algunos consejos por parte de quienes trabajan en el refugio. Fueron de mucha ayuda desde que decidí adoptar a mi nuevo mejor amigo.
Mi teléfono suena cuando voy camino a mi edificio y coloco el ‘manos libres.’
“Dime Harry,” respondo luego de mirar el nombre en la pantalla.
“¿Terminaste con lo de Cooper?”
Harry fue el primero en saber que lo adoptaría porque he hablado con él sobre eso incluso desde antes de que Callen se fuera. Se suponía que sería una sorpresa pero las cosas no salieron como esperaba.
“Sí, estoy yendo a casa.” Miro al animalito en el asiento del copiloto.
“Bien, te espero aquí.” Percibo un ruido en el fondo y una voz apenas audible.
“¿Estás con alguien?”
Duda un poco antes de volver a hablar. “Vine con Nora.” La simple mención de ese nombre inmediatamente me lleva a pensar en Leny.
Ha pasado casi un mes desde que se fue y fueron unos días horrendos por el hecho de que no pude hablar con ella aún. No porque no quiera, lo deseo más que nada, tanto que he reproducido sus mensajes de voz cada día. No hablo con ella porque sé que no va a contestarme, ni tampoco sé qué decirle. ¿Lo siento? ¿Prometo ser mejor? Prefiero demostrárselo con acciones a prometerle cosas que tal vez encuentre estúpidas.
Quiero que sepa lo verdaderamente arrepentido que estoy, que de verdad quiero hacer bien las cosas con ella y no podré hacerlo hasta enterrar mi pasado por completo.
Cuando entro al apartamento, veo a los dos sentados en mi sofá. Desde que Leny se fue, Nora ha pasado más tiempo aquí, probablemente porque siente que debe ayudarme a solucionar mis cosas para luego pasar al asunto de Callen. Me está vigilando de cerca. No me molesta, en realidad es una gran ayuda y sé que a Harry le gusta su presencia aunque no lo dice.
Su relación es un tanto ambigua, creo que ni ellos mismos saben en donde están parados. Pero si hay algo de lo que estoy seguro, es que ambos sienten cariño por el otro y eso es imposible de dejar pasar. Sus miradas los delatan.
Los ojos de la muchacha se posan en mí un segundo antes de pasar al nuevo integrante de mi pequeña familia y una sonrisa resplandeciente aparece.
“Mira a ese hermoso amiguito,” chilla corriendo hacia él.
Harry se acerca con una mueca de satisfacción. “¿Cómo hiciste para que lo dejen entrar?”
“Le pedí a un vecino que entretenga al encargado para subir por el ascensor. Hay que pensar luego en cómo bajarlo.”
“Tus padres llegaron a Saint Etienne esta mañana,” informa el rubio acomodando sus gafas.
Una ola de tranquilidad me recorre. “Me alegra que finalmente siguieran con su vida.”
Desde el accidente he estado bajo su constante supervisión. De pronto me sentí un niño siendo cuidado por unos padres sobreprotectores que apenas si me dejaban salir de este apartamento al pasillo. Mi madre más que todo. El reposo ayudó mucho a que sanara bien, me mantuvieron alejado de mi teléfono y cualquier aparato tecnológico que me mostrara cosas que pudieran estresarme. El único vínculo con el medio que tuve fue a Harry con sus noticias diarias –o más bien noticias selectivas– y Nora con su insistente balbuceo sobre los chismes más candentes de sus celebridades favoritas.