Para quienes se perdieron a sí mismos en algún momento de sus vidas.
Para quienes, pese a los altos y bajos, siguen adelante, disfrutando de la aventura de vivir, y se atreven a perseguir sue sueños.
Para mis padres y mis abuelos, por creer en mí, ante todo, y sostenerme cuando caigo.
Para mis amigas, por su apoyo incondicional.
Y, sobre todo a Dios, por darme la oportunidad de publicar esta historia. Gracias por alargar las horas de vida que los médicos no me daban.