Y sí, era verdad.
Tuvimos una reunión por el viaje que se venía dentro de una semana. Íbamos a ir Chicago, cuando supe la dirección a donde iríamos, busqué la distancia entre la empresa donde estaríamos trabajando y la cafetería de Evan no estaba lejos. Sólo era 20 minutos.
Me sentía muy nerviosa y ansiosa saber que iba a estar tan cerca de él. Aunque, tal vez, no estaba allí. Pero tal vez, sólo tal vez... ese día sí lograba verlo. Pero ¿acercarme a hablarle? Jamás.
Y ahora que lo pienso, ¿cómo iba a reconocerlo? Después de tantos años sin verlo, ya no recordaba su cara y me costaba recordar su voz también. Todo en mi cabeza era muy confuso muchas veces por no poder recordar absolutamente nada de Evan.
¿Cuánto nos quedaríamos allí? Nadie sabía. Una vez terminado el trabajo, podíamos volver. Tenía en mi mente poder hablar con Connor de este tema, pero me sentía insegura al respecto. Sabía que iba a tomárselo muy bien pero no estaba preparada. Quería un poco más de tiempo.
Ya en mi casa, en el balcón, llamé a Eleanor.
—No vas a creerme —le dije.
Ella dijo emocionada—: ¿Qué? ¿Qué? Cuenta. Estoy nerviosa.
—En una semana iré a Chicago. Es un viaje de negocios pero estaré allí.
Eleanor gritó emocionada—. ¡No lo puedo creer! ¿Estás bromeando, cierto?
—Claro que no —reí—. Realmente iré. En donde estaré, la cafetería de Evan queda a unos veinte minutos.
—Tienes que acercarte.
—Bueno, no sé si tanto así...
—¿Qué? ¿Por qué dudas?
—Primero, no sé si estará allí. Segundo, no recuerdo su cara y tercero, tengo muchísima vergüenza.
—Yo recuerdo su cara perfectamente. Te indicaré más o menos. Pero no puedes perder esta oportunidad —me dijo ella—. Noah no me ha escrito después de aquella vez. Estoy cien por ciento segura que Evan se habrá olvidado completamente de enviarle un mensaje a su mejor amigo con su nuevo número. Él es así. Es la persona más distraída.
—Concuerdo, pero... ¿qué hago al estar allí?
—Este es el plan —comenzó a decir ella. Parecía haberse acomodado—. Tú llegas allá, haces lo que tienes que hacer con tu trabajo, y apenas tengas tu tiempo libre, ve hacia allí. Sólo ve.
Lo pensé bien.
Tenía miedo.
Estaba muy emocionada sí... Pero estaba aterrada. Porque no sabía de su reacción. Si sería negativa o si sería positiva. Estaba dispuesta a arriesgarse. Por él sí.
—Siento que me rechazaría por completo. Es decir, que iría a él y no me reconocería y sólo le daría igual. Eso me rompería el corazón en mil ochocientos pedazos.
—O tal vez no. O tal vez te vuelve amar como la primera vez.
—Eleanor. ¿Puedes recordar que tengo novio, no es así?
—Sí, claro —dijo ella restándole importancia—. Entiendo esa parte. Y esta bien. Sólo que... ¿y si vuelve a pasar?
—No volverá a pasar. Realmente quiero... quiero formar un vínculo con él. Sólo que será difícil después de todo lo que pasamos. No sé qué piensa de mí, no sé so le importo u olvidó que existo. Probablemente sea todas las opciones.
—No lo creo. Estoy segura que no —dijo ella—. Estoy muy segura que no. Bueno no lo sé pero tienes que arriesgarte. ¿Cuándo volverás a tener esta oportunidad?
Quedé pensando unos segundos.
—Mi corazón late con fuerza. Sin estar allí estoy muy nerviosa.
—Me imagino. Bueno, tienes una semana para planear como será todo. Yo seguiré esperando la respuesta de su mejor amigo.
—De acuerdo —dije. Y luego decidimos colgar la llamada.
Quedé apoyada en la baranda y miré las estrellas en el cielo. Eran verdaderamente hermosas como siempre.
Sentí unos brazos rodear mi cintura. Volteé para chocar mi rostro con la de Connor.
—¿Quieres ir a algún lado?
—¿No tenías planes para hoy?
—Ya no.
Le habrán cancelado, definitivamente.
Sonreí—. ¿Quieres mirar una película?
Asintió. Así que ese fue el plan de la noche. Mirar una película con Connor. Quedé fascinada con la película. Esta vez pude elegirla yo, así que le haya gustado no tuvo que soportarlo como yo otras veces. Estaba por apagar el televisor, sin embargo, lo detuvo diciendo algo que, tal vez, pensé que sería el mejor momento.
—¿Te acuerdas de Evan? —le pregunté. Me miró mientras que apagaba el televisor y se levantaba.
—Lo recuerdo sí —dijo—. Tu amigo o amor de infancia.
—Mi amigo. Lo otro no es tan... así —dije mientras lo seguía por el pasillo.
Quería restarle también importancia a esta situación pero yo no era así. Sin embargo, Connor podía ser más relajado de lo normal.
Se metió al baño a lavar los dientes, quedando yo en el marco de la puerta.
—¿Qué tiene? —me dijo mientras se miraba al espejo.
—Estuvo preocupándome en estos días no saber de su existencia.
—¿Por qué?
—Porque he estado pensando en él y tal vez... le haya pasado algo. Supe, de todos modos, que está bien o algo así. No esto muy segura.
—Oh bien. ¿Entonces?
—No lo sé. Estaba preocupada.
—Él te dejó, Jenna —me dijo él secándose la cara ahora—. Porque tú nunca lo harías, ¿por qué eres tan amable con él? Estoy seguro que si él no te buscó porque no le interesas, ¿o me equivoco?
¿Por qué a veces no podía ser más cuidadosa con lo que decía? Sabía que no tenía mala intención pero... auch.
—¿Tú crees? —le dije.
—Claro que sí —respondió. Esta vez estaba mirándome a los ojos—. ¿Tú no? Piénsalo. Si le importarías un poco, ¿no vendría hasta aquí a saber como estás?
Tragué saliva.
—Tal vez no le caigo bien y por eso...
—¿Entonces por qué te interesa saber cómo está una persona que no le interesas, Jen? Realmente él está viviendo como si no existieras, ¿o no?
Mi corazón estaba rompiéndose poco a poco. Su intención era que yo entre en razón, pero estaba siendo muy cruel. Fingí completamente que no me dolió.