Connor me estaba mirando muy enojado. Sus ojos estaban irreconocibles hasta podía decir que no era él.
—¿Qué haces con mi cuadro? —dije para él. Noté que el cuadro que me había hecho Evan estaba en sus manos.
De repente comencé a desesperarme diciéndole que no lo haga. Que no lo rompa, porque al parecer eso iba a hacer.
—¡Nunca me dijiste de este cuadro! —gritó él—. ¡Lo amas!
Comencé a llorar. Lloraba demasiado. Lo único que era que lo sentía. Tomé el cuadro entre mis manos y lo abracé con todas mis fuerzas mientras oía como Connor estaba gritándome muy enojado. Cerré los ojos fuertemente y cuando los abrí, me encontraba en otro lugar. Ya no estaba junto a Connor sino que Evan estaba frente mío con sus manos sobre mis hombros mirándome a los ojos.
Siempre veía su rostro borroso. Es como que si no lo recordara del todo. Era frustrante no poder verlo. Evan estaba tan cerca de mí.
—Todo está bien —me dijo—. No llores.
El cuadro ya no estaba conmigo así que llevé mis manos hacia sus mejillas para poder sentirlo. ¿Realmente era él?
—Evan —dije—. ¿Eres tú?
Asintió—. No te preocupes. Estoy aquí para ti.
Su voz. Jamás la había escuchado con exactitud. Sonreí.
—Por favor —lloré—. No me dejes ir. No tienes idea de lo doloroso que es tenerte tan lejos. No tienes idea de lo difícil que es despertarme y saber que no estás en mi vida, Evan.
Él me abrazó acariciando mi espalda—. No voy a dejarte. Estoy aquí.
Pero desapareció. Fue tan desesperante. Es como si se hubiese esfumado entre mis brazos. Y quedé sola. Completamente sola en mi casa.
—¿Evan? —pregunté hacia la nada. Lo busqué por toda la casa. Arriba y abajo, afuera y adentro y... nada. No había nada ni nadie—. ¡¿Evan?! ¡¿Dónde estás?!
De repente, me enderecé bruscamente en la cama—: ¿Evan? —dije, mirando hacia los lados. Tenía a una Lydia mirándome completamente extrañada sentada en su cama. Mi respiración era agitada y estaba sudando. ¿En qué momento comenzó a hacer tanto calor? El clima era bastante frío allí.
Lydia me alcanzó un vaso de agua. Sin entender nada.
—¿Estás bien? —me preguntó.
Asentí con la cabeza—. Sí. Estoy bien —respiré hondo.
—¿Siempre sueñas con Evan?
—¿Eh? —volteé a mirarla sorprendida—. ¿Cómo sabes que sueño con Evan?
—Dijiste "Evan" cuando despertaste de golpe —me contó ella—. ¿No lo recuerdas? Sucedió hace un minuto.
—Oh... —recordé. Qué estúpida—. Sí. Lo recuerdo.
—Escuché que comenzabas a quejarte y eso me despertó. Tengo un sueño ligero pero no te culpo. Al parecer la estabas pasando muy mal en tu sueño. ¿Te pasa muy seguido?
Ella era muy insistente. Me agradaba de todas formas.
Asentí—. Sí. Suele pasarme de vez en cuando pero es muy seguido a veces... Siento mucho haberte despertado y gracias por estar atenta.
—No hay de qué —me sonrió—. Pero... ¿puedo preguntar quién es?
Me reí dejando el vaso de agua en la mesita que estaba junto a mí para luego levantarme de la cama y caminar hacia el baño. Le respondí—: Evan era mi amigo.
—Oh... Sueñas con él porque lo extrañas, ¿no es cierto?
Me ahogué cepillándome los dientes.
—Dicen que cuando sueñas tanto con alguien es porque lo extrañas mucho —me dijo ella aún sentada en la cama—. Y que esa persona piensa en ti también.
—¿De dónde sacas eso?
—No lo sé. Así me llegó la información.
—No creo que él esté pensando en mí —dije—. De todas formas, no voy a mentirte... Sí, lo extraño mucho. Fue muy especial para mí o... es especial para mí mejor dicho.
—Espero que, sea lo que sea que haya pasado, puedas arreglarlo. Es muy feo extrañar a alguien —dijo ella—. Se nota que duele demasiado por cómo lo llamabas dormida.
v—¿Lo llamé dormida?
—Sí —dijo ella—. Un par de veces.
—Qué vergüenza —dije—. Lo siento mucho.
Ella se rió.
—¿Qué harás hoy? Es nuestro primer día libre aquí.
Comencé a buscar en la maleta qué podría ponerme hoy. Seguramente sería algo abrigado, ya que, no hacía para nada calor allí. Miré mi teléfono, y tenía un mensaje de Eleanor que decía: "Estaré allí en treinta minutos. Nos encontraremos aquí." Me envió una ubicación. Esperaba poder llegar sin perderme.
—Veré a una amiga que es de aquí —le respondí mientras elegía la ropa—. ¿Tú?
—Le invité un café a Steve —dijo ella.
Giré a verla rápidamente. Me sorprendió—. ¿Y qué te dijo?
—Que saldría con sus amigos.
—Oh... Tienes razón. Hoy saldrán con Connor y Brianna. ¿Qué le has dicho?
—Que si podría sumarme —respondió con una sonrisa—. ¿Por qué no, no?
Estaba sorprendida con su actitud—. Bien dicho. Ten cuidado con Brianna. Ella es muy particular.
—Sí. Lo noté.
—Y otra cosa Lydia... —volví a revolver mi ropa mientras hablaba con ella—. No menciones lo que pasó hoy, ¿de acuerdo?
Ella asintió y me guiñó un ojo.
Me preparé lo más casual que pude. Dejé mi cabello castaño suelto, me coloqué un tapado negro, con un jeans negros y unas zapatillas blancas. Quería que Eleanor me identificase bien. Tomé la cartera y me puse en marcha hacia donde ella me indicó.
Nuestro plan era el siguiente, después de vernos y hablar, íbamos a tomar un autobús hasta la cafetería de Evan. Ella tenía entendido que él se encontraba allí según Noah, y también pidió a su mejor amigo que no dígase nada sobre nosotras. Él aceptó pero si Evan preguntara, entonces él sería sincero. Creemos que eso no pasará porque Evan no sabía que yo estaba buscándolo, al menos que Zoe se lo dijera que también creíamos que ella no mencionó nada.
Envié mensaje a Connor a dónde estaría y con quién estaría. Sólo me dijo que me cuidara y que en la noche no veríamos. En principio, quería quedar con Connor para poder conocer Chicago con él, sin embargo, antes de que le dijera mencionó la salida con sus amigos. No intervine. Y luego mencionó que saldríamos el último día o en algún momento. Solamente acepté sin decir nada.