Pensé que en algún momento iba a despertarme pero no fue así.
A pesar no estar pensando con claridad, fui capaz de tomar su muñeca para que girase y me mirara fijamente. Sus ojos se clavaron en los míos.
El mundo seguía paralizado para mí.
Las personas quedaron mirando un poco el desastre que había hecho. Mia fue muy rápida en juntar las cosas. Sinceramente todos eran muy atentos menos yo. Y Evan también. Él estaba allí, frente mío, lo detuvo pensando que, tal vez, yo podría modular una palabra pero la verdad es que no podía hacer nada exactamente. Con él, frente mío, estaba siendo imposible.
—¿Sucede algo? —me preguntó. Bajó su mirada en mi mano que estaba sosteniendo su muñeca. Lo solté.
Fui una cobarde.
Fui una cobarde al voltear e irme rápidamente. Pasé junto a las mesas y salí afuera. Ni siquiera pude avisar a Eleanor, sin embargo, ella lo notó cuando me fui. Al parecer pagó lo más rápido que pudo y salió detrás mío. Empezó a llamarme en un tono bajo para impedir que los demás escucharan que ella mencionaba mi nombre. Crucé la calle sin prestar atención en lo que podía sucederme. No lo noté.
Una vez que estaba lejos de la cafetería, oí mejor a Eleanor, la cual me llamaba. Paré al llegar en un parque que estaba repleto de personas, y me senté en una banco. Eleanor llegó hasta a mí e hizo lo mismo.
Parecía ahogarme.
—Jenna, ¿qué pasó? ¿Qué tienes? ¿Estás bien? —me preguntó ella. No podía mirarla.
Tapé mi rostro con mis manos para que nadie viera lo que estaba apunto de pasar. Sí, estaba por llorar como nunca lo hubiese hecho. Sinceramente podía controlarlo. No estaba pudiendo controlarlo en este momento. Un sollozo muy triste salió de mi garganta. Lo único que Eleanor hizo fue abrazarme. Supongo que ella también lo vio y también entendió cómo me sentí.
Parecía que estaba reteniendo ese llanto hace muchísimo años. Sé que también se escuchaba mi llanto por todo el parque pero no cesé de llorar por el dolor que estaba sintiendo no se podía explicar con palabras. Volví, de repente, a tener 13 años y llorar como en aquellos tiempos.
Me estaba preguntando a mí misma por qué exactamente estaba llorando pero no estaba logrando encontrar la respuesta.
—Descuida —Eleanor me acarició la espalda—. Debió ser duro verlo la primera vez. También lo vi.
No dolía así desde hace tiempo. Eleanor se separó de mí y quitó mis manos de mi rostro lentamente. Mis ojo ya se sentían pedazos de haber llorando. La miré a los ojos y volví a llorar. Agaché mi mirada, esta vez lloré en silencio.
Negué mi cabeza—. Lo siento —dije con la voz completamente quebrada—. Pero duele demasiado —levanté mi mirada. Aunque secara mis lágrimas volvían a salir—. No entiendo por qué me duele tanto. Debería haber reaccionado de otra forma pero verlo sólo me destruyo.
Eleanor respiró hondo. Ella estaba siendo tan paciente conmigo. Tomó mis manos con las de ella—. Respira hondo.
Lo hice con la respiración entrecortada—. Lo siento —volví a decir.
—¿Por qué lo sientes?
—Estoy siendo una ridícula.
—Eso no es cierto —me dijo—. Pero Jenna, ¿por qué estás llorando exactamente? —preguntó.
Las dos sabíamos la respuesta pero era difícil decirle en voz alta.
No quería admitirlo.
Pero ¿qué hacía ahí? Podría estar disfrutando de mi día libre yendo a conocer Chicago. Podía haber aprovechado y descansar, adelantar el trabajo, o simplemente quedarme acostada mirando algo, o salir con compañeras del trabajo a tomar algo pero no. Estaba allí, a las 11:40 a.m en Chicago queriendo ver a alguien que jamás tuve la oportunidad de ver. Quería ver a alguien que durante 11 años ha vuelto mi mundo de cabeza, quería ver a alguien que había estado buscando durante semanas por cielo y por tierra y había encontrado. Nunca hubiese hecho algo por alguien. Pero lo hice por él. Me pregunté... me preguntaron también, ¿cómo es que me tomaba tanto el tiempo de acercarme a él?
Creo que, en el fondo, yo sabía la respuesta. Bajé mi mirada hacia mis manos. Tenía vergüenza de mirarla.
Hasta hace un tiempo me dije a mí mismaa que solamente quería encontrarlo y saber si estaba bien. Saber cómo le estaba yendo y si todo estaba en orden, tal vez decirle un simple "¿cómo estás?" Pero seguí. Y hoy estoy aquí. Volviendo aparecer delante de él. Y... ¿por qué?
Eleanor pareció leer mis pensamientos—. ¿Quieres saber por qué?
Negué con la cabeza. Pero ella me lo dijo igual.
—Estás enamorada de él.
Volví a negar con la cabeza—. No es así. Es qu-
—Jenna —me cortó Eleanor—. Si no aceptas que sigues enamorada de él entonces de ahora en adelante no podrás avanzar y arriesgarte porque pensarás que es sólo porque te importa.
—Me importa Evan.
—Pero sigues enamorada —dijo ella. Al parecer quería hacerme entender la diferencia—. Muchas personas me importan pero no de todas estoy enamorada, Jen. Te importa Evan, eso no lo estoy negando pero el hecho de que estés enamorada es muy diferente. Lo puedo ver en tus ojos. Mírate. ¿Crees que sólo le tienes cariño y ya?
Cerré mis ojos y tragué saliva. Con mis ojos cerrados, deseé que todo fuese mentira pero no era así. Eleanor tenía razón. Yo no quería aceptarlo. No quería aceptarlo por miedo a enfrentar mis sentimientos reales con Connor, no quería aceptarlo porque sabía que implicaba muchas consecuencias si asumía la ola de sentimientos que tenía adentro por Evan.
—Es cierto —dije—. Me gusta Evan. Nunca dejó de gustarme. Es verdad. Quiero mucho a Connor, lo admiro como persona y ser humano en este planeta, es maravilloso pero no es igual. No es Evan. Dime, Eleanor, ¿y ahora qué hago? ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo le digo a Connor lo que realmente siento? ¿Cómo vuelvo a la normalidad luego de ver a Evan?
—Lo sé, lo sé, lo sé —trató de calmarme—. Quédate tranquila, ¿de acuerdo? Sólo sé sincera. Primero, empieza contigo.