El día para marcharse de Chicago; había llegado.
No soñé con Evan esta vez y lo agradecía, ya que, hoy no era un buen día que digamos. Estaba muy conmovida por todo lo que había pasado en éstos días, y no me entraba en la cabeza cómo es que había podido ver a Evan cara a cara. Las ganas de volver a verlo me estaba matando pero debía resistir y respetar su espacio. Ya no iba a asistir, sólo resistir en esto.
Hasta poder olvidarlo. Es difícil porque no quería olvidar a Evan y por eso nunca lo hice, sin embargo, esta vez sabía que era necesario.
Me desperté en la mañana, eran las 05:15 a.m. Saldría a desayunar dentro de una hora. Seguramente nos encontraríamos todo en el mismo lugar, ya que, el hotel tenía su propia cafetería. Mis cosas ya estaban preparadas, luego de ir a tomar un café o algo por el estilo, volvería a recoger todo para ir al aeropuerto. Quedé en la cama unos segundos, y noté que Eleanor me había dejado un mensaje en la madrugada. Antes de verlo, me aseguré que Evan haya visto mi mensaje, y sí, lo había hecho pero no lo había contestado. Lo ignoró por completo. De todas formas, me sirvió que lo haya, por lo menos, leído.
Decidí abrir el mensaje de Eleanor.
Eleanor: Avísame si te ha respondido.
Le respondí aunque sabía que, dentro de una hora, recién se despertaría para ir a su trabajo y leería mi mensaje.
Jenna: Lo ha visto pero decidió no responder. No hay problema. Me lo imaginé.
Jenna: Qué bueno que pude despedirme, aunque sea por mensaje.
Claramente ella no iba a verlo ahora, así que me levanté a la par de Lydia.
—¿Irás a desayunar? —me preguntó ella, cambiándose la ropa. Y sacándose el pijama para poder ponerse ropa más abrigada. Lydia era muy bonita. Su cabello era de un tono más oscuro que el mío, podría decirse que casi negro, sus ojos eran de un miel claro acompañados de unas pestañas muy largas. Tenía una mirada electrizante para ser clara. Creo que era entendible cómo es que Steve suele mirarla tanto.
Asentí con la cabeza—. Sí. Iré.
—Me sentaré contigo —me miró con una sonrisa. Le devolví la sonrisa sin decirle nada.
Lydia estuvo lista muchísimo más antes que yo así que ella partió a la cafetería para guardarnos lugar y pedir lo que le había dicho. Salí con un morral que estaba combinando con todo lo que tenía puesto. No era muy fanática de la ropa pero, al gustarme tanto el frío, disfrutaba de mis pequeñas colecciones de ropa invernales. Llevaba un suéter blanco que cubría mi cuello, encima de el un tapado celeste pastel, acompañado de unos jeans azules sumado a unas botas marrones. Dejé mi cabello castaño suelto y lacio. Me maquillé casualmente y rápidamente para salir.
En el pasillo, llegando a la cafetería, crucé a Connor delante mío. Aceleré mis pasos para llegar a él y tomar su mano para voltearlo hacia mí. Antes de que me mirase, él dijo..
—Oh, aquí estás Bri, te envié mens-
Se cortó cuando volteó a mirarme. Su expresión cambió por completo, su sonrisa se había esfumado.
—No soy Brianna —le dije. Se soltó de mi agarre y suspiró—. Soy Jenna.
—Lo sé —me dijo—. Pensé que eras ella. —Giró para tomar marcha hacia la cafetería dándome la espalda.
—¿No me hablarás? —pregunté. Hice que se detuviera nuevamente.
Tardó unos segundos en voltearse pero lo hizo—. Ahora prefiero no hacerlo. Lo hablaremos en Florida.
Terminó de hablar y giró para volver a caminar lejos de mí. Me molestaba que estuviera así pero a la vez no podía hacer absolutamente nada. Estaba enojado y lo entendía sólo que... el hecho de que me ignore, lo hacía todo muchísimo más difícil. Lo entendí y lo dejé ir. Suponía que necesitaba un tiempo para asimilar las cosas entre nosotros, aunque la decisión, de mi parte, ya estaba tomada.
Una vez en la cafetería, logré identificar a lo lejos a Lydia. Ella levantó su mano en señal para que la viera.
—Esto se ve delicioso, gracias por hacerlo por mí —le sonreí sentándome frente a ella. Lydia me había pedido un capucchino con tres medialunas, una de ellas con dulce de leche. Me encantaba desayunar con abundancia. Lydia se había pedido un café con leche y un tostado de jamón y queso. Solía decir que el desayuno no le caía muy bien por las mañanas.
Lydia cambió su expresión cuando vio a alguien detrás mío, le dedicó una sonrisa. Volteé a mirar, y era Steve con Brianna. Noté la mirada de ellos que se dirigía hacia Connor que estaba sentado solo a unas mesas de nosotras.
Brianna le dijo algo a Steve, que no logramos oír pero me imaginé qué era. Supongo que estaba casi amenazándolo con que fuese con ella y Connor. Giré para darle la espalda y concentrarme en mi desayuno precioso.
—¿Crees que vendrá hacia aquí? —pregunté en un tono bajo hacia Lydia.
Ella también estaba concentrada en su desayuno y respondió casi sin mover los labios—. Apuesto a que no.
Sin embargo, oímos unos pasos acercándose y a un Steve tomando asiento junto a Lydia. Quedé completamente sorprendida.
Levanté mi rostro hacia a él con mis cejas levantadas—. ¿Qué estoy viendo?
—A una persona sentándose a desayunar —me respondió rápidamente. Comenzó a comer de su croissant como si no hubiese pasado nada. Logré ver como Brianna se sentó frente a Connor. A él no parecía importarle sinceramente pero ella se veía muy enojada.
—¿Qué acabas de hacer? —le dijo Lydia—. Creí que te irías con tu mejor amiga.
—Bueno —giró a mirarla, quedando muy cerca de su rostro a lo que ella retrocedió unos centímetros—. ¿Molesto aquí?
Me reí de él. Sí, de él.
Ella negó con la cabeza—. No me molestas a mí. En realidad, me gusta que estés aquí.
Lydia era bastante directa para mi gusto. Aunque quería un poco de eso que tenía.
Steve le sonrió y tomó un sorbo de su café—. Se enojó pero le dije que era una tontería.