EVAN
Llegamos al Hospital el lunes en la mañana. Nos costó, con Eleanor, encontrar el Hospital. Amy, la hermana de Jenna, nos ayudó paso por paso hacia donde dirigirnos. Florida era un buen ambiente, al parecer, no era nada del otro mundo pero era diferente. Jamás había estado por aquí, así que se me hacía completamente nuevo todo. Y Eleanor también.
—Amy, ¿qué dijo? ¿Ella despertó? —pregunté a Eleanor, a su vez que entrábamos al Hospital. Eleanor negó con la cabeza.
—No, aún no —me dijo—. Pero los médicos dijeron que lo haría pronto y que nos quedemos tranquilos.
No dije nada. Sólo pensé de qué pronto ellos estaban hablando. "Pronto" era una palabra muy amplia en mi vocabulario.
Una chica, un poco más baja que yo, cabello castaño y ondulado se dirigía hacia a nosotros. Era Amy. Fruncí el ceño. Estaba demasiado grande. La última vez que hablé con ella, lo cual no hablábamos absolutamente nada, fue hace muchos años. Cuando era una niña pequeña. En este momento, debía tener unos 18 años.
—¡Amy! —saludó Eleanor con su mano. Nos acercamos a ella—. Qué gusto verte.
Ella le sonrió a Eleanor de oreja a oreja—. Qué bueno que estén aquí. Jenna se pondría muy feliz —dijo ella, y luego dirigió su mirada hacia mí—. Evan, ¿no?
Asentí. A pesar de tener 18 años, Amy no parecía para nada de su edad sino aún mayor—. Hola.
Amy miró de forma traviesa a Eleanor y preguntó para ella como si yo no estuviese ahí—. ¿Es él?
Eleanor asintió y yo, obviamente, no entendí nada.
Cambié de tema—. ¿Cómo está Jenna?
—Ella está bien —me sonrió. Se la notaba muy tranquila—. Fue un gran susto —cambió de expresión recordando, tal vez, lo mal que la había pasado—. Llamaron a mamá esa noche y fue muy desesperante. Pensamos que se había muerto, realmente, pero al final nos dijeron que ella estaba bien. No necesitó de operación pero se golpeó muy fuerte en la cabeza contra el suelo. Está como dormida... Los médicos aseguraron que no era para nada grave, que ella se iba a despertar, no hay ningún signo de que se quede así bastante tiempo. Hay que esperar no más pero no pasará de una semana. Va a despertar. —Escucharla hizo que un peso en mis espaldas se fuera. Ni siquiera sabía que estaba tan pesado hasta que la oí—. No se preocupen. Lo único es que está muy golpeada. Cuando ella despierte, va a sentir muchos dolores.
—Okay —dijo Eleanor—. Gracias. Eres tan buena, Amy. —La abrazó de costado.
Amy nos invitó a pasar a ver a Jenna, y caminando hacia la habitación donde se encontraba, dijo—: Eres muy callado. —¿Hablaba por mí?—. Pero nada del otro mundo. Jenna me dijo que eras así.
Bueno. ¿Jenna, por lo menos, dijo algo bueno de mí?
—Ah —le respondí—. No suelo hablar tanto.
—Depende —dijo Eleanor—. Con Jenna sí habla.
La miré frunciendo el ceño. Ella me dedicó una sonrisa... De esas traviesas que tenía. Suspiré. Parecía divertirse con cada indirecta que me dedicaba.
Cuando llegamos a la habitación. Mis ojos se chocaron con los de Connor, el cual se encontraba sentado junto a Jenna y su madre también, aunque ella estaba parada ordenando un par de cosas. Mi atención se fue dirigiendo hasta ver a la persona por la cual yo estaba ahí.
Jenna estaba acostada boca arriba, sujeta a un suero intravenoso, su cabello lacio estaba a los costados de sus hombros, tenía una bata del hospital, que al parecer, le habían puesto. Su frente estaba con heridas leves que taparon con gasas, sus brazos, que estaban junto a su abdomen, también se encontraban lastimados y poco a poco cicatrizándose, sin destacar los moretones que los acompañaban. Al parecer se había lastimado demasiado. Agradecí internamente porque todo hubiese sido peor.
La mamá de Jenna nos dedicó una sonrisa triste—. Chicos. Qué lindo es verlos por aquí.
Saludé a su madre y me presenté al igual Eleanor. La mamá de Jenna, el cual se llamaba Melissa, nos ofreció agua a lo que amablemente aceptamos—. Jenna está bien —dijo y respiró profundamente. Connor nos había saludado anteriormente pero, luego, volvió a estar con Jenna, a su vez que acomodaba su almohada—. Supongo que Amy les ha contado todo. No es muy grave. Podría haber sido peor sinceramente pero no despierta. Eso me preocupa un poco.
Eleanor habló antes de que yo lo hiciera.
—Seguramente despertará —le sonrió tiernamente—. No se preocupe.
—Espero —dijo ella—. ¿Cómo les fue el viaje? Me dijo Amy que vienen desde Chicago. A ti te conocía. —Se dirigió hacia a mí—. Jenna me habló de ti en muchas oportunidades pero a ti... no suelo recordar —frunció el ceño mirando a Eleanor.
—Conozco a Jenna hace muy poco —respondió Eleanor—. Muy poco pero nos hicimos muy buenas amigas.
—Yo sí los conozco —se metió Amy, el cual estaba sentada en una silla cerca de Jenna—. Especialmente a Evan.
Connor miró a Amy de reojo, y luego tomó su teléfono.
—Pueden sentarse si quieren —Nos invitó, a lo que accedimos. Luego se dirigió a Connor—. Connor, ¿quieres comer algo?
Él se levantó, no sin antes quitar un mechón de cabello del rostro de Jenna. Negó la cabeza—. No Melissa. Muchas gracias. Me iré, volveré mañana a ver a Jenna. ¿Podrías avisarme si despierta? Vendré enseguida.
Melissa asintió—. No te preocupes. Si ella despierta, le diré que estuviste aquí. Ve a trabajar tranquilo.
Escuché vagamente que Connor se despidió y se marchó. Mis ojos, de todas formas, no dejaron de estar puestos en Jenna. Parecía estar durmiendo tan despreocupada, tranquila y en paz que no podía ni siquiera medir lo que estaba pasando a su alrededor.
Eleanor, como siempre, muy descarada preguntó—: ¿Él es...?
Ella ya sabía quién era pero siempre quería más información de lo que ya tenía. Ni siquiera me gasté en mirarla.
Amy respondió rápidamente—. Es el ex novio de Jenna. Pero Jenna terminó con él en Chicago.
—¿Ah sí? —Eleanor fingió sorpresa. Qué idiota.