No estoy del todo segura si se habrá dado cuenta que quería besarlo o no, pero sus movimientos empezaron a dejarme desconcertada.
Evan dejó caer sus manos, que estaban encima de las mías, e inclinó su cabeza hacia a mí, acercándose para luego propinarme un beso en la frente. El tacto de sus labios se sintieron completamente helados. Me sorprendió tanto que, mis ojos automáticamente se abrieron más grandes de lo que ya eran. La rapidez con la que lo había hecho, fue la misma con la que se volteó para dirigirse hacia dentro del hospital dejándome desconcertada y en medio de la nada.
Como notó que no lo estaba siguiendo, giró a verme.
—¿Por qué la cara de sorprendida? —me dijo—. Ven. Entremos.
Entré en razón por fin, aún sorprendida, y lo seguí a pasos apresurados hasta estar a la par de él.
—Espera —le dije—. Caminas muy rápido.
—Tus piernas son muy cortas —me dijo.
Luego de haber entrado y recostarnos para poder conciliar el sueño. Mis ojos estaban puestos en el techo. Estaba pensando en muchas cosas como en... que mañana me darían el alta, como en... que Evan estaba aquí, junto a mí durmiendo. Giré mi cabeza para mirarlo. Se lo notaba profundamente dormido.
El día en que se marchara me costará despedirlo. Otra vez lloraría.
Mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente.
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Los abrí de golpe al escuchar la voz de Eleanor decir mi nombre. Cuando ella entró, comenzó a bajar la voz. Fue en vano porque ya me había despertado. Lentamente me fui incorporando en la camilla hasta quedarme sentada.
—Lo siento —me dijo—. Creí que estabas despierta.
—Sí claro —le dije frotándome los ojos. Me levanté muy dormida mientras caminaba hacia el baño.
Cuando salí, la enfermera me esperaba para una revisión, a su vez de que me sentaba en la camilla nuevamente.
—Tu mamá te está esperando en casa con Amy. Dijo que era mejor prepararte algo muy rico mientras nosotros veníamos por ti —dijo ella con una sonrisa—. Así que comerás rico.
—Comeremos —corregí—. ¿Y Evan?
—Seguramente fue a comprarte el desayuno —me dijo ella. Sonreí a la enfermera y le agradecí por todo. Me dijo que antes de que me fuera, pasara a firmar unos papeles. Tomé mis prendas de ropas para cambiarme rápidamente—. Hola Evan.
Giré con expresión asustada mientras bajaba la sudadera bruscamente, aún sabiendo que debajo tenía una camiseta.
Eleanor comenzó a reír a carcajadas. No había absolutamente nadie.
Tomé la almohada para arrojársela en la cara. Ella lo tomó en el aire aún riendo.
—No es para nada gracioso —le dije—. Me moriría de vergüenza.
—Tú siempre te mueres de vergüenza con él —me dijo ella, trayendo la almohada hacia la camilla—. Anoche. ¿Qué pasó?
La miré sorprendida—. ¿Cómo sabes que pasó algo?
Ella abrió la boca desconcertada—. ¡¿Pasó algo?!
Me acerqué rápido para taparle la boca—. Baja la voz. ¿Y si te escucha?
—No importa —dijo ella—. Sería genial que escuche.
Ladeé mi cabeza mirándola mal—. Claro que no —dije. Me senté en la camilla dejando mis piernas flotando. Eleanor se sentó en la silla para prestarme la mejor atención de este mundo.
—Cuéntame ya qué pasó —me dijo—. ¿Se besaron, cierto? ¿Cómo fue?
—No nos besamos —le dije—. Estábamos en la parte trasera del hospital, yo salí a tomar aire y él me siguió. Llevé mis manos a sus mejillas para pasarle un poco de calor debido al frío y... me dio un beso en la frente.
Creí, por un momento, que los ojos de Eleanor se iban a salir de su orbita—. ¿En serio? —me preguntó ella—. ¿Él te dio un beso? ¿Aquí? —se tocó la frente con su dedo índice.
Asentí.
—No puedo creerlo —dijo—. Qué hermoso. ¿Por qué rayos no se besan de una vez? La tensión que tienen me está matando.
Me reí—. Me gustó pero prefiero seguir con esta barrera para no ilusionarme sino podría caer muy fuerte contra la realidad.
—Tonterías —dijo ella haciéndome un gesto con la mano—. Tú no sabes nada. ¿No hablaron de ello?
—No, para nada —dije—. Sólo fue un beso en la frente...
—Tú sabes que no sólo fue un beso en la frente y que él no hace esas cosas porque sí —me dijo—. Lo sabes como nadie.
Muy en el fondo sabía que era cierto pero me costaba tanto asimilarlo. Evan era muy amable conmigo. Siempre ha sido así.
—Antes tenía estas actitudes conmigo y...
—Y sentía algo por ti.
—Seguía cuidándome cuando ya no...
—Él dice así Jenna —dijo Eleanor—. Evan dijo que no podía amarte por causa de tanta tristeza. Eso no significa que ese amor haya dejado de existir, solamente se tapó.
Quedé pensativa por un momento. Respiré profundamente—. No voy a apresurarme, es decir, no pensaré demasiado todo porque me frustraré. Sólo... voy a disfrutar de tenerlo tan cerca. Eso me hace feliz también.
Eleanor hizo una mueca triste—. De acuerdo, no te presionaré.
Me bajé de la camilla para dirigirme hacia la recepción para firmar unos documentos—. Quédate aquí. Firmaré para que podamos irnos más rápido. —Eleanor asintió quedándose sentada, a lo que caminé hasta puerta, sin embargo, llegué hasta el marco de esta solamente.
Frené de golpe chocándome con otra persona. Ojalá hubiera sido Evan pero lo que estaba en frente mío hizo que quedara completamente sorprendida.
La mirada de Zoe no sólo reflejaba un completo enojo sino que odio también. ¿Por qué se encontraba tan enojada? Retrocedí unos pasos. Eleanor frunció el ceño y se levantó de su asiento para quedar junto a mí. ¿Cómo rayos estaba aquí?
—¿Dónde está Evan? —preguntó. Parecía otra persona. ¿Habrá escuchado todo? Eso me preocupó de repente. Mi corazón comenzó a latir tan rápido que no parecía normal. Me asusté por lo que ella podría decirle.
Eleanor era, en definitiva, más rápida que yo y le respondió por mí—: Se fue. ¿Qué necesitas?