Luego de darme cuenta que era no podía disimular mirarlo con tanta atención y amor, me levanté para irme a mi cama. Evan terminó riendo un poco divertido con la situación. Cuando volteé a mirarlo nuevamente, él se había quedado dormido. Así que hice lo mismo.
Quedé profundamente dormida.
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Me encontraba frente a Evan, detrás de él estaba Zoe. Logré ver a mi alrededor que me encontraba en el pasillo de un hospital.
—¿Vas a alejarte de mí? —le pregunté a Evan. Él asintió. Se veía muy enojado, por cierto. Como... si yo le hubiese hecho algo malo.
Zoe estaba mirándome con mucha tristeza. De verdad parecía que, hace minutos atrás, había dicho algo horrible para ella.
—¿Quién te crees que eres? —me dijo Evan acercándose a mí. Lo miré asustada. No lograba entender lo que estaba pasando.
—Lo siento —le dije—. No quise decirlo así. Pero la odio —la señalé.
Evan frunció el ceño, estaba molesto conmigo. Zoe corrió la mirada. Ni siquiera podía verme.
—¿Cuándo lo vas a entender? —me dijo él en un tono duro—. No eres especial para mí.
Se lo creí. Realmente. Le creí porque sonaba tan seguro de lo que decía que las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
—¿Cómo dices eso? —le dije con la voz quebrada.
—Porque es así —me dijo él acercándose aún más a mí—. Deja de ser una molestia en mi vida. ¿Cómo se te ocurre aparecer sin avisar? ¿Pensaste que iba a correr hacia a ti y decirte que te quería? ¿Estás loca, no?
No podía creer lo que estaba diciendo.
Me acerqué a él para tomarle las manos pero él dio un paso hacia atrás alejándose de mí.
—No me toques —me dijo.
¿Esto era real? Podía sentir mi cuerpo temblar de lo mal que estaba sintiéndome al escuchar sus palabras. No podía creer que Evan me estaba tratando de esa manera.
La miré a Zoe que no estaba con su mirada puesta en mí. Luego, volví a mirarlo a los ojos. Ya no me estaba mirando como antes. Ya no tenía ese brillo que solía dedicarme.
Le pregunté algo que, tal vez, no quería escuchar la respuesta.
—Evan —le dije—. ¿Me odias?
Evan se acercó, esta vez lo más cerca que jamás habíamos estado. Sus ojos estaban puestos fijamente en mí.
—Sí —me dijo—. Te odio.
Abrí los ojos sobresaltada y una vez más con la respiración agitada, me enderecé para quedar sentada. Nunca había soñado algo que podía parecer tan real. No me di cuenta que estaba llorando. Aún, el sentimiento de tristeza por haber oído que Evan me odiaba no se podía ir de mi pecho. Giré a ver junto a mí, miré a Evan. Había olvidado por completo que él estaba aquí. Al verlo, recordé el sueño. Tapé mi boca para dejar de llorar pero estaba siendo imposible.
Carajo, hacía demasiado ruido. Si me levantaba también haría ruido, así que volví a acostarme por completo tapando mi boca. Todavía mi pecho estaba oprimido y verlo allí, junto a mí, no me ayudó del todo. Empecé a regular la respiración para calmarme y poder conciliar el sueño nuevamente. No quería soñar más cosas horribles.
Sentí una presión en mi hombro. A lo que volteé un poco asustada. Giré tan rápido sin poder medir la distancia que había quedado mi rostro con el de Evan. Mi nariz rosó por completo contra la suya. Nuestros labios quedaron tan cerca que mis ojos se abrieron demasiado debido a la sorpresa que me causó.
La luz de la misma noche alumbraba toda la habitación. Ninguno de los dos retrocedió.
Evan frunció el ceño confundido queriendo descifrar que me estaba pasando, llevó su mano a una de mis mejillas y notó que estaba con lágrimas.
—¿Qué sucede? —me preguntó en un tono bajo y suave. No había pasado mucho tiempo de que estábamos dormidos. Sólo pasó que comencé a soñar demasiado rápido. Como no respondí, él se levantó y se sentó junto a mí.
Verlo allí me estaba destruyendo. Al haber soñado eso, despertar y tenerlo, en este momento, cara a cara; era demasiado para mí.
Las lágrimas brotaron nuevamente de mis ojos. Lo estaba mirando de una manera tan triste que era difícil de explicarlo. Lo pensé un segundo. No sé si soportaría que Evan me odiase alguna vez. Evan vio que había empezado a llorar de nuevo.
—¿Volviste a soñar feo? —me preguntó.
Sin acostarse, se acomodó junto a mí sin taparse del todo. Pasó un brazo por detrás de mi cuello para llevar mi cabeza hacia su pecho. Acarició mi cabello mientras yo seguía un poco conmocionada. No estaba ya llorando por lo que había soñado. Tenerlo ahí me hacía sentir la persona más feliz de este mundo pero a la vez me estaba matando no poder decirle las cosas de una manera clara.
—Te desperté —le dije. Sentía aún su mano en mi cabeza acariciando mi cabello. Levanté mi mirada, sus ojos se encontraban cerrados. Parecía muy tranquilo—. Lo siento.
Él bajó la cabeza para mirarme. Nuevamente, rosamos nuestras narices. Mi corazón se volcó contra mi pecho. Esta vez bajé mi mirada porque ya estaba sintiendo demasiado calor, seguí apoyando mi cabeza en su pecho. A diferencia de su corazón con el mío, el suyo tenía un ritmo dentro de todo considerado mientras que el mío estaba por sufrir lesiones debido a lo rápido que iba.
Creo que aquí podía verse la diferencia entre como se sentía uno respecto al otro.
—Los latidos de tu corazón son tan lentos que asustan —le dije casi en un susurro. Podía apostar que volvió a cerrar sus ojos.
—Eso es porque estoy tranquilo —me dijo—. No suele pasar.
—Oh... está bien —dije. Tomé una parte de mi acolchado para poder cubrirlo del todo y que no pasara frío. De un momento al otro, noté que estábamos acostados juntos. No sabía cómo habíamos llegado hasta ese punto.
—¿Te sientes mejor? —me preguntó.