Nos separó el llanto de una criatura dentro de la sala. Evan notó que estaba nerviosa, me revolvió el cabello.
—Lenta —bromeó y giró caminando hasta la salida. Quedé allí, desconcertada.
Lo seguí hasta afuera, nos dimos cuenta que Eleanor y Amy no estaban por ningún lado.
—La llamaré —le dije a Evan. Tomé mi teléfono para llamar a Eleanor. Luego de tres pitidos, ella atendió. Se escuchaba las carcajadas de Amy de fondo—. ¿Dónde rayos están?
—Jenna —habló—. Estamos en el parque que está afuera del shopping. Los vimos tan fascinados que no quisimos molestar. Compramos helado. Vengan.
—De acuerdo —colgué. Volteé a ver a Evan, que estaba mirando hacia un lugar en específico. Seguí su mirada, había una sala de videos juegos—. ¿Quieres entrar? Podemos jugar si quieres.
Evan me miró y levantó sus cejas—. Estaremos allí dentro sólo dos minutos.
—¿Por qué tan poco?
—Porque perderías en un abrir y cerrar de ojos, ¿tú qué crees? —dijo, comenzando a caminar. Ni siquiera le dije hacia dónde íbamos. Comencé a seguirlo.
—¿Estás diciendo que no soy buena en los videos juegos?
—Exactamente. No lo eres.
Lo pensé un segundo.
Bueno.
Era cierto.
—Tienes razón —dije—. Pero, ¿no me enseñarás?
Evan se detuvo para mirarme—. ¿Quieres que te enseñe todo?
—No me viene para nada mal —sonreí inocente.
Evan reprimió una sonrisa y no me respondió.
Rayos.
¿Qué me pasaba?
Decidimos salir del shopping para poder ir hasta donde Eleanor y Amy estaban. A esta hora ya había demasiadas personas a pesar de hacer tanto frío, en esta época, Florida era muy frío. Podría decir que hasta helado. Volteé a ver a Evan que estaba detrás mío. No quería perderlo. Él se encontraba con su teléfono, hacia unos momentos atrás, al parecer, lo habían llamado desde el trabajo. No noté que estaba caminando aún cuando lo miraba, y que estaba muy cerca de una avenida. Volteé dándome cuenta que Evan estaba cerca de mí, sin embargo, crucé pisé la calle provocando que una motocicleta tocara bocina tan fuerte, que una una mano tomó de mi brazo para arrojarme hacia la acera con él. La mayoría de las personas que estaban allí cerca ahogaron un grito.
Me sobresalté por lo rápido que había pasado todo.
Mi respiración estaba agitada, había cerrado los ojos del susto que me había causado la situación, los abrí cuando escuché lo enojado que estaba Evan.
—¿Por qué no miras la calle, Jenna? —elevó su voz. No estaba gritándome pero tampoco estaba hablándome normal. Su expresión preocupada lo decía todo. Como no respondí, volvió a hablar—: ¿Quieres volver a lastimarte? —Se oía muy enojado. Me sentí automáticamente mal por haberlo asustado. Es verdad que era una tonta y no prestaba atención. Podría haberme lastimado nuevamente.
Evan se dió cuenta que estaba muy enojado y que su mano todavía estaba en mi brazo. No lo estaba apretando ni nada por el estilo, sólo estaba ahí. Corrió su mirada con su ceño fruncido, notó que se podía cruzar la calle la calle y lo hizo dejándome atrás. Era raro como mostraba su preocupación. Pero... se veía realmente enojado.
Lo seguí, sintiéndome la mayor estúpida de este planeta por no poder ser más atenta aunque no haya sido mi intención, pero bueno... Entendía su enojo.
—Evan —lo llamé. No estaba lejos pero él seguía caminando.
—No eres atenta. Para nada.
—Lo sé —dije—. No me fijé. Tienes razón.
—Si sabes que no puedes cruzar la calle. Deberías haberme esperado —me dijo. Se detuvo y volteó. Estuve muy cerca de chocarme contra su cuerpo—. La motocicleta era enorme, ¿entiendes? Podría haberte empujado hacia el otro lado de la calle con la velocidad que iba.
—Lo sé...
—Si lo sabes, ¿por qué no me esperas? —me dijo, en un tono serio y enojado.
Ugh. Tenía razón. A veces por apresurada, solía ser una idiota al cruzar las calles. Especialmente las avenidas que era más difíciles de cruzarlas. No podía negarlo. Me costaba mucho.
Levanté mi mirada para fijar mis ojos en él. Su ceño estaba aún fruncido. Resopló. Parecía haber perdido la paciencia. Volteó para volver a caminar dejándome atrás, aunque esta vez pude alcanzarlo mejor. Lo seguí en silencio unos metros, hasta que se me ocurrió algo.
Sí, estaba loca pero no importa. Debía descargar esta locura con alguien.
Tomé su mano provocando que se detuviera por completo. No giró a mirarme, aún así le dije:
—Te quiero —solté de una manera inesperada—. Y mucho.
Volteó a mirarme a los ojos. Su ceño fruncido fue desapareciendo de a poco. Suspiró relajando su expresión, el cual había estado muy molesta.
Parecía no habérselo esperado.
Seguía sosteniendo su mano.
—También te quiero —me respondió, en un tono más calmado y suave.
Intenté reprimir mi sonrisa pero fallé.
Su enojo se había esfumado en un segundo. Nunca pensé que lo lograría.
Seguía serio pero una manera más relajada—. ¿De qué te ríes? —me preguntó acercándose a mí—. Me asustaste Jenna. En verdad.
—Lo sé —dije—. Lo siento. Seré más atenta —dije, solté su mano y levanté mis pulgares con una sonrisa de oreja a oreja, apretando mis ojos.
Cuando los abrí, su rostro estaba cerca del mío, a lo que, por inercia, retrocedí unos centímetros sorprendida—. Promételo —murmuró.
Yo creo que si Evan se seguía acercando de esta manera, todo esto terminaría muy mal.
Muy mal.
Ya que, yo no lo soportaría y por impulso; lo besaría. Y él se molestara conmigo, luego me arrepentiría y lloraría.
Aunque, pensándolo bien, ¿se molestaría? Esa era unas de las preguntas que me estaba matando. Sabía, muy en el fondo, que ser novios con Evan no estaba en sus planes y era algo que, sinceramente, lo veía un poco imposible. Evan era muy bueno. Y él podría hasta decir que sería mejor quedar como amigos para no arruinar todo nuevamente. Y yo volvería a entenderlo.
—Lo prometo —dije un poco nerviosa. Como seguía lo bastante cerca, me acerqué a él rápidamente para chocar mi frente con la suya. Es como si le hubiese dado el cabezazo más leve del universo.