Luego de decirle eso, mamá llegó de repente rompiendo la tensión entre nosotros dos. Evan no mencionó nada respecto a lo que dijo pero, en el fondo, estaba segura a lo que me refería. Pensaba que, tal vez, él simplemente quería ignorarlo por ahora.
Quería pensar las cosas pero estar cerca de él; no me ayudaba del todo.
Cuando Evan se acostó, me dijo “buenas noches” entendí que el día había llegado a su fin. Sin embargo, decidí ir lentamente y sin hacer ruido hasta el living. En la oscuridad, tomé el control remoto de la televisión para poder hacer zapping y dejar cualquier programa. Me senté en la alfombra apoyando mi espalda contra el sofá.
Recordé el mensaje de Eleanor.
Eleanor: ¿Qué tal todo por ahí?
Jenna: Es difícil.
Jenna: Decidí esperar un tiempo más para decirle las cosas.
Eleanor: ¿Por qué? ¿Pasó algo?
Jenna: Evan me dijo que es difícil borrar el pasado. Y que prefiere estar solo. Ni siquiera mencioné mis sentimientos pero… simplemente dijo eso.
Jenna:Entiendo que, tal vez, hay muchas heridas abiertas en él que, aún, no logró cerrarlas. Y no puedo juzgarlo por eso. Voy a hacerme a un lado por un tiempo.
Eleanor: Nadie te pide que lo juzgues por eso, Jen. Pero, la pregunta es: ¿Esperarás otros años más?
Jenna: Claro que no voy a esperar ni un año más pero tampoco puedo desesperarme.
Jenna: Le dije que iba a decirle pronto algo muy importante y no me dijo nada. Él sabe. Tú lo conoces también. No puedo disimular un segundo que estoy una y otra y otra vez mirándolo como si fuera lo más precioso de este mundo.
Eleanor: Si, lo sé… Entonces…
Jenna: Entonces no puedo abrumarlo con todo lo que siento cuando él prefiere estar solo. Cuando muchas de las veces pone una barrera delante de él para que nadie pase, y es él con sus propios pensamientos.
Jenna: Sólo él sabe todo lo que ha pasado este tiempo. Y lo solitario que fue todo.
Eleanor:No voy a presionarte. Tampoco tengo el derecho. Sólo te aconsejo que no tengas miedo de hacer las cosas.
Eleanor: Porque, sinceramente, Evan no es así con cualquier persona. Él es muy atento contigo. Es diferente. Lo vi. A él le encanta estar contigo Jen.
Jenna:Sí, eso dijo.
Me sobresalté cuando divisé la silueta de Evan a unos metros de mí.
—Carajo, me asustaste —agarré mi pecho. Luego me reí. Evan se acercó dejándose ver por la luz de la propia televisión.
Evan se sentó junto a mí encima de la alfombra. Dejé mi teléfono del otro lado, ya que los chats con Eleanor eran secretos por ahora.
—¿Qué haces sola aquí?
En esta oscuridad, en esta época, en esta hora de la madrugada, en esta noche y en este preciso momento, teniendo a Evan cara a cara sólo me hacía sentir angustiada. Cada vez que lo miraba a los ojos; me recordaba lo mucho que me gustaba. Tal vez, antes con 12 años pensaba que era uno más. De aquél primer amor que pasaba de largo por la vida, de aquél amor a distancia que poco a poco iba desapareciendo convirtiéndose en un juego de niños que sólo navegaban por internet pero no fue así. Estaba aquí, sintiendo lo mismo y aún más por Evan con 23 años. Detestaba admitir que él era ese primer amor que no se lograba olvidar, así como en las películas de cine.
Evan era el protagonista de todas mis historias.
Y deseaba que en esta historia termináramos felices.
Aunque no estaba segura que fuera juntos.
Corrí mi mirada hacia la pantalla de la televisión. Tenía un nudo en la garganta. Era la hora de ponerme sensiblemente estúpida. Quería poder ignorarlo por completo.
—Estaba incómoda y por eso vine aquí —le respondí—. ¿Y tú? ¿No puedes dormir? —tomé el control remoto para seguir cambiando de canal sin buscar algo en específico.
—Desperté para ir al baño pero no te vi en la cama —me dijo—. Me pareció raro.
—Ah… —dije, suspiré—. Me dieron ganas de estar aquí y ver una película.
Pero no encontraba nada, o mejor dicho, no estaba prestando atención a lo que estaba buscando.
Lo peor de estar triste y tener personas a tu alrededor; era la manera en la que ellas se daban cuenta porque yo no era así. Y Evan lo notó.
—¿Qué tienes? —se inclinó hacia mí, buscando mi mirada pero aún así no quise mirarlo—. ¿Tuviste una pesadilla?
No era justo que estuviera así con él por el simple hecho de no poder conseguir mis objetivos. Pero detestaba ser impaciente.
Decidí mirarlo—. No —negué con la cabeza, le dediqué una sonrisa de lado para luego volver a correr la mirada.
Evan me quitó el control retomo de la mano. Eso provocó que lo mirara—. Yo buscaré y miraremos juntos una película.
Evan estuvo unos segundos buscando una película en específico hasta que encontró una muy triste, que ya había visto.
—Esa me hace llorar —le dije, y la cambió. Encontró otra de fantasía—. Esa también me hizo llorar pero me gusta más.
Al final la dejó.
En realidad, la mayoría de las películas me hacían llorar. Especialmente si era de amor.
—La pregunta es, ¿cuáles no te hacen llorar? —dijo Evan.
—Las de terror —respondí—. Porque no me gustan. Las películas de comedia también me hacen llorar.
Evan se rió bajito—. Eres de otro mundo.
Acompañé su risa con la mía. Respiré profundamente y dije—: Sé que sabes que estoy triste —solté de repente, Evan giró a mirarme—. Pero no tienes porqué quedarte conmigo. Puedes ir a dormir si quieres.
Su expresión se puso seria en un instante—. No me gusta que estés triste —me dijo—. No sé qué pasó pero seguro estás pensando demasiado.
—Tienes razón —dije—. Pienso demasiado pero esta vez mis pensamientos tienen sentido. Eso es lo que, tal vez, me pone nerviosa.