Luego de haber llegado a Florida, pensé en que era la persona más feliz que haya pisado Florida alguna vez. Haber decidido ir a Chicago fue buena idea. No me arrepentía para nada.
Apenas había aterrizado, avisé a Evan que el viaje salió todo bien. Me dijo que descansara y fue lo que hice cuando llegué a casa. Mamá me había recibido con un abrazo fuerte, al igual que Amy. Me desearon un feliz cumpleaños, las dos habían preparado sus respectivos regalos. Amy dijo que no sabía muy bien qué comprar así que simplemente compró ropa, que era lo me gustaba también y mamá compró una nueva cartera para llevar al trabajo.
Ese día, dormí hasta la noche. Parecía estar cansada, aunque no tenía muy en claro de qué trataba porque había dormido la noche anterior.
Antes de irme a la cama, Connor decidió pasar por casa para saludarme por mi cumpleaños. El hecho de verlo, me hizo sentir feliz, ya que, a pesar de todo, él era un gran amigo para mí. Y también, parecía no haberlo visto hace tiempo…
Nos encontrábamos en el sofá.
—¿Pudiste resolver tu situación allí en Chicago? —preguntó Connor, sentado junto a mí.
Asentí.
—Pude —dije—. Todo está bien.
—¿Cómo están las cosas con Evan?
—Está bien —respondí—. Mejor que antes.
Connor frunció los labios, se rascó la nuca e hizo una pausa antes de decir—: Pensé mucho en lo que me dijiste, Jen.
—¿En lo que habíamos hablado antes de irme a Chicago?
Asintió.
—Llegué a la conclusión de que tienes razón en lo que dices.
—¿En qué parte tengo razón?
Se pasó una mano por el rostro. Le costaba mucho, a veces, admitir las cosas.
—Lo siento. —Levantó su cabeza y fijó su mirada en mí—. Por hacer tanta diferencia entre tú y Brianna. Ella ha estado tanto tiempo conmigo que no me había dado cuenta de lo acostumbrado que estaba con ella. En todo este tiempo, creí que era sólo una amistad de mejores amigos, ¿sabes? Es normal para mí estar con ella, prestarle atención, preguntar si ha llegado bien o no, con quién está y por qué a veces llega tan tarde a su casa. Pero… no es tan normal como parece. Y sí, tenías razón, no quiero que esté nadie. Suena egoísta y horrible de mi parte. No digo que tú no me hayas gustado, Jenna, tú eres increíble. Los años que pasé contigo fueron maravillosos. Tú me gustas, es decir, eres tú. No dejaré de gustar de ti de un día para el otro. Pero… no es ese sentimiento que siento por ella. Es otro tipo de sentimiento el que tengo por Brianna.
Mis ojos no dejaron de sostener los suyos. Respiré hondo—. Auch —dije, y luego me reí.
Connor me miró preocupado—. Lo siento. ¿Te lastimé?
—No. —Lo empujé jugando—. No lo hiciste. Estoy bromeando contigo. Sólo… me sorprendió lo que dijiste. Pero estoy feliz de que tengas tus sentimientos más claros ahora. Siempre estuviste confundido y nunca te habías dado cuenta.
Connor se quedó en silencio unos segundos. Entendía cómo se sentía. Y lo sabía también. Siempre lo supe, al principio traté de ignorarlo pero, con el tiempo, noté lo mucho que gustaba de ella. Si Connor empezaba una relación con ella, estaba perdido. Quiero decir, perdidamente enamorado.
Muy en el fondo… Él también estaba seguro de ello.
—Entonces… ¿qué harás? —pregunté.
Él rió un poco nervioso. Viéndolo de esta manera, pensé… qué parecía un adolescente enamorado.
—¿Sinceramente? No lo sé.
—¿Tú sabes que ella gusta de ti, no?
Asintió—. Lo sé pero aún así son muchas cosas en mi cabeza… Son muchos años de amistad. Sé que somos dos personas adultas pero por eso mismo. No puedo jugar con ella y si me lanzo; entonces dudo que haya vuelta atrás.
—Pienso que… si no te lanzas, te arrepentirás. Tendrás esa sensación amarga aquí toda tu vida… —Toqué su pecho—, y esa pregunta del ¿qué hubiese pasado si…? Sé que tienes miedo y te entiendo. Pero tenemos miedo de perder a esa persona aún sin haberla tenido. Y te entiendo pero mi consejo es este; ve por ella.
Connor se quedó mirándome por un largo tiempo. Me regaló unas esas sonrisas que solía darme.
Su sonrisa fue la respuesta de todo lo que le había mencionado.
Connor se marchó a casa después de estar unos minutos conmigo. Pudimos hablar de todo. De Evan también… mencioné que aún no éramos novios pero que habíamos avanzado mucho. Él sólo dijo que estaba feliz por mí. Muy feliz, ya que parecía haber encontrado a la persona indicada.
También se disculpó nuevamente por el beso que me había dado. Le resté importancia. Ya había pasado. En ese momento, no había sido lo que molestó así que lo dejé pasar.
Aún en el sofá, un mensaje de Evan hizo vibrar mi teléfono.
Evan: Jen.
Jenna: Estoy aquí.
Evan: ¿Tienes sueño?
Jenna: No…
Evan: Te llamaré.
Jenna: De acuerdo.
Evan me llamó, para mi sorpresa por videollamada. Lamentablemente no me dió tiempo a arreglarme un poco. Atendí. Evan estaba un poco soñoliento con su cabello rubio revuelto, parecía estar acostado y sus ojos azules me miraban detrás de la pantalla.
—¿Cómo estás? —pregunté. Evan se acomodó su cabello.
—Estoy bien —respondió—. Hoy resolví el asunto del departamento. Pronto volveré.
—¿En serio? —sonreí—. Me alegro. Estarás más cerca de la ciudad.
—Sí, aunque… no me disgusta estar aquí. Cuánto más silencio mejor.
—No puedes alejarte siempre, Evan —le dije.
—A veces lo haré.
—¿Volverás a desaparecer? —Enarqué las cejas, y apoyé mi espalda en el respaldo del sofá.
—No dije eso…
—Entendí eso —suspiré profundamente—. De acuerdo, ya que desaparecerás de nuevo, ¿podrías avisarme? Debo preparar la valija —bromeé.
Evan soltó una risa suave—. No desapareceré —dijo—. Sé muy bien que no te hace bien, entonces no lo haré.
Lo he pensado muchas veces.
Pero nunca estaba demás volver a pensar en que Evan tenía unos ojos muy hermosos.
—Me gustan tus ojos —solté sin pensar. Bueno, al menos las mejores cosas las decía sin pensar.