A Través De Mis Sueños

Capítulo 38

Se nos ocurrió ir a cenar con Evan a un pequeño restaurante en Florida, estábamos por terminar pero antes de levantarnos e irnos; decidimos pedir un postre para los dos. Era lo bastante abundante como para que pudiéramos comer juntos y, tal vez, podría llegar a sobrar aunque lo dudo.

—Olvidé de decirte —habló Evan recordando algo—. Me alojé en un hotel cerca de aquí.

Fruncí el ceño confundida—. ¿En serio? ¿Por qué?

—¿Cómo por qué? No entiendo…

—Claro —dije—. No debiste. Podías haberte quedado en mi casa.

Evan levantó las cejas y reprimió una sonrisa. De repente, pensé detenidamente en lo que había dicho. Carajo. «Podías haberte quedado en mi casa» sonó más a «Durmamos en la misma cama». Realmente no lo pensé así. Pero en su mente, seguro yo era una miedosa que no lo quería decir con las palabras exactas.

—O sea —Lo quería arreglar—, quiero decir, podrías haber ahorrado dinero, y hospedarte conmigo. No conmigo de estar en la misma cama porque nosotros no dormimos en la misma cam-

—Cuánto más hablas, más lo arruinas —dijo él queriéndose reír.

—Pero no era con esa intención, no es como si quisiera dormir contigo pero sí no me molesta que estés en mi casa o en mi habitación.

¿Eh? ¿En mi habitación?

Mierda.

Evan se echó a reír. De mí y no conmigo.

—Tengo que admitir que eres cada vez menos miedosa —dijo él—. O eso creo.

Me reí de la misma manera—. Tú sabes que no es lo que quise decir.

—Ah… no sé —dijo él como si estuviera desconfiando de mí—. Lo dudo un poco —bromeó.

Me quedé en silencio unos segundos, y luego dije—: Me alegra que estés aquí.

Vi que su mano estaba apoyada en la mesa y recordé que él había tomado de la mía hace unas horas atrás, así que la extendí tocar el dorso de su mano. Él miró nuestras manos, y en un instante, cambió la posición de ellas entrelazándola con la mía. Mi corazón latió rápido y fuerte contra mi pecho.

—Tienes trabajo que hacer y no vine a molestarte.

—No me molestas.

—Pero… vine a acompañarte en lo que hagas.

—Suena bien. Mis días serán más interesantes.

—¿Interesantes?

—Sí, contigo a mi lado todo es interesante Evan —dije.

—Estás diciendo que… ¿estos cuatro años que has pasado sin mí han sido aburridos? ¿Contando los que has salido con Connor?

Hum.

Tengo que pensar bien las respuestas porque solía arruinarlo. Era normal en mí.

—¿Qué quieres decir con lo de Connor…?

—Es decir, ¿te aburrías con él? No por nada pero sonaste de esa manera.

—Oh… —dije—. No, claro que no me aburría con él. Sólo digo que… tengamos la relación que tengamos, hay una diferencia en mi vida cuando tú eres parte de ella. Mis días son diferentes. Como antes, cuando éramos pequeños, disfrutaba simplemente el hecho de despertar y hablarte. Cuando ya no estabas, volví a ver esa diferencia… Eres una persona increíble y es difícil olvidar a esas clases de personas.

Evan bajó su mirada, aún no soltaba mi mano. No quería que lo hiciera.

Alzó sus ojos, ahora puestos en los míos.

Acarició, con su dedo pulgar, mi dedo índice. Su tacto era suave y lento. Tragué saliva.

—¿Estás segura?

Asentí, sin dudar.

—Nunca mentí sobre ti —dije—. A mis doce años eras maravilloso y ahora que tengo veinticuatro aún más. Nada cambió respecto a ti.

Sólo cambiaron nuestras edades pero jamás nuestros sentimientos.

Siempre pensé que había algo especial entre nosotros. Algo… que no podíamos explicar. Sé que, tal vez, existían otras relaciones como las nuestras. Y claro que nuestra relación no era única pero, para mí, lo era. Si fuera esto una película y yo fuese la villana, podría traicionar a todos; menos a Evan.

Una vez que pedimos la cuenta, nos dirigimos lentamente hacia a casa. No era demasiado tarde pero el frío era cada vez peor cuando las horas pasaban. Estábamos tomados de la mano para mi sorpresa. Aún sin acostumbrarme, parecía todo una niña emocionada.

Durante el camino, las veces que volteé a ver a Evan; su mirada estaba perdida. Parecía estar pensando en algo. No iba a preguntarle en qué. Le daría tiempo a pensar. Creí que había cosas que él, aún, debía resolver. ¿Y yo? Estaría aquí para acompañarlo.

Llegamos a la puerta de casa, divisé las luces prendidas así que supuse que mamá y Amy estaban despiertas aún.

—¿Quieres pasar? —pregunté.

Negó con la cabeza—. Prefiero que vayas a dormir temprano. Vamos a distraernos y tú dormirás tarde. Tienes que trabajar.

Tenía razón.

Asentí—. De acuerdo.

Antes de marcharme, le sonreí y me despedí agitando mi mano. Giré, dándole la espalda. Pero… me detuve. En mitad del camino para ir hacia la puerta; me detuve. Completamente paralizada. Tal vez porque… lo que dijo me había dejado muy sorprendida. Es decir, podría decirse que lo sabía por todo lo que estaba pasando pero… ¿realmente lo sabía? Que él, después de muchos años, lo dijera de nuevo. Y esta vez no era a través de un mensaje de texto, no… Era aquí y ahora.

Evan, dijo—: Me gustas, Jenna.

Aún estaba dándole la espalda. Quería girar a mirarlo pero… mi cerebro se desconectó en un segundo.

—Lo sabes o eso creo… porque eres demasiado lenta pero aún así… Yo quería decírtelo. —Giré por fin, su expresión era seria y concentrada. Solía ponerse así cuando estaba hablando muy en serio—. Me gustas. —Repitió mirándome a los ojos—. Y no somos amigos. No puedo ser sólo tu amigo. Durante mucho tiempo no quise estar con nadie porque creía que sería una pérdida de tiempo. No quería darle atención a nadie. Estar con alguien, para mí, implica muchas cosas. No puedo evitar estar pendiente de la otra persona, eso significa preocuparme por otra persona, y ni siquiera me preocupo por mí —cortó un poco la distancia entre nosotros, dando unos pasos hacia mí—. Pero… no puedo evitarlo. Me preocupo por ti. Te doy la atención que mereces. Y todo lo que implica llevar adelante una relación; también quiero eso contigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.