A Través De Mis Sueños

Capítulo 39

Había pasado una semana exacta desde que Williams me había dicho que podía tener mis vacaciones. Durante esa semana, logré planear absolutamente todo. Sabía que podría llegar justamente cuando Evan estuviese en la cafetería. No importa. Aparecería de todas formas. Tal vez estaba un poco nerviosa y emocionada. Tenía un conjunto de emociones que no estaba pudiendo controlar. Fui demasiado fuerte para no abrir la boca, al igual que Eleanor, aunque, creo, que a ella le ha costado el doble que a mí, ya que, lo esperable sería que, en el momento que le dije, Eleanor le hubiera dicho todo.

El día en ir a Chicago; llegó. Salí ese día en la mañana. Evan me había dicho que estaba en la cafetería, es decir, lo sabía, ya que trabajaba como habitualmente lo hacía. Le había preguntado hace unas horas atrás, simplemente para asegurarme de que estuviera allí. Me aseguró que estaría allí hasta cerrar.

En este mismo día, en la medianoche, felicité a Evan por su cumpleaños por videollamada. Tenía en claro que en sus cumpleaños no solía hacer nada más que dormir muchas de las veces. Era lo que hacía antes. Pero hoy en día, prefería trabajar. Aunque muchos de sus amigos que estaban a su alrededor, lograban convencerlo para que saliera a cenar. Quizás lo hacía y quizás no.

Luego de saludar a Evan y quedar hablando a altas horas de la noche, decidimos ir a dormir sin saber, él, que iría hacia allí en la mañana. Nos avisaron que estábamos apunto de aterrizar en Chicago, esta vez, también quise pagar un hotel aunque Eleanor insistió en que quedara en su casa. Nuevamente no quería molestar, además de que ella me había mencionado que Dean aún me seguía mencionando y si, iba hacia allí, podría confundirlo aún más. Y como Evan no sabía absolutamente, entonces claramente, no iba a mandarme hacia su casa.

Antes de ir a la cafetería, paré en el hotel para ducharme, dejar las valijas y poder arreglarme aunque sea un poco. Tapé un poco mis ojeras, ya que parecía no haber dormido nada. Después de casi ocho meses de no ver a Evan, lo volvería a ver. Esta vez se sentía como si fuera la primera. Las otras veces que pudimos vernos, no había pasado más de un mes que no lo hacíamos. En este caso, lo sentí demasiado para mí. Era difícil estar lejos de él, y mucho más cuando amas a esa persona. Porque sí, lo amaba, aunque no se lo había dicho aún. Decir que nos queríamos era muy habitual y cuando lo decíamos se podía percibir entre nosotros muchísima sinceridad. Me encantaba aquello.

Al salir hacia la cafetería, llamé a Eleanor.

—Ele, olvidé el nombre de la tienda que mencionaste.

Eleanor me comentó respecto a una tienda cerca de allí, para poder comprar un pequeño regalo a Evan. Estuve debatiendo durante meses sobre qué carajos iba a regalarle. Evan era de aquellas personas que si quería tener algo, entonces se levantaba e iba por ello. Si no lo tenía, es porque realmente no se le ocurrió tener o no le quiere. Es así de simple y complicado a la vez.

Con Eleanor se nos han ocurrido tantas cosas que todo perdió el sentido. Entonces me decidí por una sola cosa.

Según ella, existía una persona que hacía dibujos de personas. Las ponía en un cuadro, la fecha respectiva que el cliente eligiera, y en fin, era un cuadro con un dibujo. Me había parecido lo más lindo del mundo y a la vez lo más básico. Estaba tan frustrada que no quería darle nada. Pero ya era demasiado tarde. Había pensado muchísimo tiempo y, el cumpleaños de Evan, era hoy.

Días anteriores, envié una foto mía con Evan que nos habíamos sacado la última vez que él fue a Florida. La envié y el dibujo estaba listo cuando pasé a buscarlo. A pesar de ser un dibujo increíble y profesional, no estaba convencida para nada. Siempre pienso, que tal vez, podría haber hecho algo mejor.

Tomé un taxi hacia la cafetería de Evan, cuánto más me acercaba al lugar más nerviosa me encontraba como si nunca lo hubiera visto. Respiré hondo, muchas veces, antes de bajar. Bajé rápidamente.

Quedé paralizada en la acera, al ver detenidamente, cómo Evan se veía tan concentrado en hacer su trabajo. Podía verlo desde aquí, que estaba detrás del mostrador, tomando algunos que otros pedidos y a la vez los preparaba y servía. No me sorprendía que no sonriera demasiado, lo hacía sí pero lo justo y necesario para poder ser amable.

Evan... era de aquellas personas que no sólo podía llamarte la atención su forma de ser sino que... él era hermoso. Él, de verdad, era hermoso.

Guardé el regalo en la cartera y me propuse a entrar a la cafetería de una vez por todas. Aún nerviosa y emocionada, decidí pasar por aquella puerta. Una campana sonó cuando entré. Al hacerlo, divisé que Evan se encontraba hablando, detrás del mostrador, con Zoe. Ni siquiera podía oír lo que ellos decían, aunque parecía algo casual. Evan estaba de espaldas, así que la primera persona que me vió no sólo fue Zoe sino que Theo, quien se encontraba limpiando unas de las mesas, alzó su cabeza cuando me detuve en la puerta. Él, al igual que Zoe, fruncieron el ceño completamente confundidos.

Debido a la expresión de la mejor amiga de Evan; éste último también giró a ver lo que tanto ella estaba viendo.

Se encontró conmigo.

Evan frunció el ceño automáticamente. Su cara era de completo asombro. Por lo que veo, no entendía absolutamente nada.

Como respuesta a su expresión, le dediqué una sonrisa. Una dulce sonrisa. Estaba segura de que mis ojos, al mirarlo, lo decían todo:«Te extrañé», por ejemplo.

Evan estaba desconcertado al verme.

—Feliz cumpleaños —sonreí.

Él no dijo nada.

Era difícil descifrar si estaba contento de verme o no. Su expresión decía todo lo contrario.

Sin embargo, Evan abrió la puerta del mostrador aún mirándome. Zoe lo miró extrañada, ni siquiera ella sabía lo que estaba por hacer. Él salió de allí, dió unos largos pasos hasta llegar a mí, y para mi sorpresa, me tomó entre sus brazos para apretarme contra él. Me abrazó como nunca lo había hecho antes. Luego de unos segundos, correspondí a su abrazo. No me había dado cuenta de cuánto anhelaba un abrazo de Evan. De cuánto quería verlo y de cuánto deseaba estar junto a él. Aquellos ocho meses parecían haber sido muchos más. Hundí mi cabeza en su pecho y me relajé. Como si hubiera estado conteniendo el aire por mucho tiempo.




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