Los Martínez Herrera, son una familia humilde y trabajadora, sobre todo unida. El cabecilla de este linaje es proveniente de España, mientras que su mujer es venezolana, el cual mediante su unión, pudieron crear su descendencia, un varón llamado Luis y la menor por tres años, Laura. Para entonces, cuando cumplió sus 11 años estaba emocionada por la nueva etapa que comenzaría a vivir, como era la experiencia en la secundaria. No obstante, su progenitor tenía algo en mente desde hace mucho, que al exponerlo delante de sus familiares, logran tomarlo por sorpresa, aun así, aceptaron la propuesta del hombre, a excepción del hijo mayor.
__ ¿por qué? –Inquirió su padre-
__ No puedo aceptar tal propuesta papá, quiero culminar mis estudios acá, puedo quedarme con mis abuelos, no tengo ningún problema –confeso apenado-
__ No podemos dejarte, no sabemos cuándo volvamos a regresar, Luis. –Expuso su madre-
__ Mamá, sé que papá quiere ir a su país natal para darnos una mejor vida. Sin embargo, me gusta aquí y quiero quedarme, por favor, no me obliguen hacer algo que realmente no quiero, no por ahora. –confesó abrumado-
La menor escuchando cada palabra que decían, decidió intervenir.
__ Papá, ¿está mal que Luis se quede acá?
__ No está mal cariño, simplemente que jamás nos habíamos separado.
__ Y no será una separación para siempre, papá. Solo hasta que culmine mis estudios, te lo prometo.
__ Hijo, si así lo deseas, confiaremos en ti.
__ Gracias, mamá.
Después de aquella conversación, el padre sin haber cedido a la decisión de su hijo mayor, prefirió, centrarse en los documentos de su familia para el próximo viaje. Un día antes de partir, la mayor sentada en la mesa, mientras degustaban la cena, comento;
__ Entonces, ¿está decidido?
__ Claro que sí amor, mañana a primera hora vamos saliendo a España.
__ Así es.
__ Tus tíos, han encontrado una secundaria perfecta para ti y para nosotros también, queda cerca del que será de ahora en más nuestro hogar. –Sonrió- ya verás que harás muchos amigos, mi pequeña, Laura.
__ Eso espero, mamá –confesó para observar a su progenitor- estoy muy emocionada, papá.
__ Yo también lo estoy, han sido varios años desde que emigre a este país y… -sonrió recordando su pasado en dicho lugar- les gustará, estoy seguro.
__ Me hubiese gustado que fueras con nosotros, Luis. –Tomo su mano- realmente te extrañare, hermano.
__ Aun estas a tiempo de aceptar, hijo. –Expuso su madre con esperanza-
__ Gracias mamá, pero como ya se los había dicho, quiero terminar la secundaria aquí, prometo escribirles siempre y tu mi pequeña Laura, te amo, también te extrañare muchísimo –la abrazo fuerte- pero muy pendiente de los chicos que se te acerquen, ¿sí?
La menor alzo su mano y asintió segura.
__ No tendré novio hasta que me gradué y tú le des el visto bueno, hermano mayor. –todos rieron-
Sin embargo, su padre, aun receloso, quiso preguntar una vez más;
__ ¿seguro que no quieres venir con nosotros Luis?
__Estoy seguro, papá. –Confesó- Pronto los volveré a ver, ya verán que este tiempo que estemos separados pasara en un abrir y cerrar de ojos. Confíen en mí. –con una sonrisa de parte de él, continuo la cena sin más platicas por esa noche.
*
Cuando llegaron al país, tanto madre como hija, estaban eufóricas por esta experiencia, mientras que el hombre solo sonreía y recordaba con gusto sus días en este país. La primera labor que hicieron fue recorrer y conocer dicho lugar en el cual estarían por un buen tiempo, fotos, mensajes, frases y detalles fueron los partícipes de ese momento, como también Luis, mediante una videollamada por parte de su hermana menor. Para el día en el cual a la menor le toco ir a su secundaria, no podía negarlo, estaba muy nerviosa pero optimista de que sería un buen día para ella, uno de los asesores quien la guio para que se dirigiera a su aula de clases, hizo que se presentara delante toda la clase y con toda fuerza de voluntad, se llenó de valor y asintió para proseguir con lo propuesto.
__ Buen día, mi nombre es Laura Martínez, espero llevármela bien con todos ustedes.
Al decir eso, solo espero que no fuese igual que en su país, así que al caminar y situarse en la primera fila, saco sus libros y suspiro. Ningún comentario fuera de lugar y lo agradecía, pero eso no duro por mucho, poco a poco se comenzaban a escuchar risas y lo primero que le paso por la mente es que era por ella, aun así, decidió colocarse sus auriculares y olvidarse de todo, hasta que observa a ese joven castaño y sonrisa encantadora, sintió como su corazón comenzó a galopear de una manera extraña e irregular, incluso llevo su mano hacia el lado izquierdo de su pecho para tratar de calmar aquello que estaba sintiendo. Realmente aquello había sido un amor a primera vista, pero como era de esperarse, pasó desapercibida para él, el cual estaba acompañado por otro joven todo lo contrario al primer descrito, sentándose unos puestos luego de su persona. Laura quería voltear para poder seguir observándolo, pero los nervios lograron invadir su cuerpo, logrando así que le hiciera caso a la razón que al corazón. Al pasar la primera clase, se sintió a gusto con todo, pero en el transcurso de la mañana, a cada clase que pasaba debía presentarse como era debido. Sin embargo, para la última, todo lo que quería que no sucediera, sucedió.
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Editado: 03.11.2020