A través del hielo

❄️CAPÍTULO 11❄️

❄️ALANA❄️

Terminé de decorar el pastel. Las fresas las corté en rodajas y las coloqué en los alrededores. Había preparado los otros que mi madre se llevaría a la tienda, pero este tenía otro propósito. Uno que no sabía si funcionaría, pero tenía que verse bien.

Iría a hablar con Ivan Volkov.

Anoche había creído que todo terminó cuando salió y dejó el restaurante. Mi sorpresa fue verlo afuera, esperándome para hablar. Y sobre todo para pedirme disculpas. Aún se me hacía raro pensar en él como una persona no tan tonta, pero noté que estaba intentándolo. Y que parecía muy honesto.

Y ahora quiere que sea la niñera de su hija.

Dijo que siente que soy de confiar, pero aún se me hacía raro pensar en ello por como iniciaron las cosas entre los dos. Sobre todo porque él mismo creyó que había estado vendiendo información suya. No sabía que lo había hecho cambiar de opinión, pero no me quejaría. No cuando estaba cansada de que me llamara paparazzi. Una tenía su autoestima.

Mamá entró a la cocina y me miró colocar milimétricamente cada fresa. Aún no sabía nada porque ayer llegué tarde del trabajo y me levanté demasiado temprano porque la cita con el idiota era antes de lasnueve de la mañana.

Y me enteré escribiéndole un mensaje. El cual respondió rápido y diciéndome que fuera a su casa. En otra persona habría pensado que es algo más, pero ya puestos, sabía que eso no se podía malinterpretar. A menos que fuera para vengarse de mí y acabar con mi vida luego echarme a una fosa.

Y creo que debo dejar de ver mucho ID.

—Esa fresa no se ve derecha —dijo y yo casi di un grito de horror. Luego río—. Esta mad qué perfecta, calmate. ¿Para quién es el pastel? Te noto nerviosa.

¿Por qué mi madre pensaba eso? Se había vuelto loca, yo estaba actuando de lo más normal. Como siempre he sido. Veían cosas donde no las había.

Decidí contarle para escuchar que pensaba de todo esto. —Anoche en el restaurante me encontré con Ivan Volkov.

—¿El idiota que te acusó de ser una paparazzi?

Sí, mi mamá no olvidaría eso. Al contarle, lo odió por completo y quiso su corazón en sacrificio. Tomó todo de mí evitar que fuera a decirle sus verdades por cómo me trató. Ella y mi abuela son de armas tomar y podrían terminar en prisión por sus inventos.

—Sí, pero no es lo que piensas.

—¿Qué quieres que piense? —devolvió—. A menos de que estés echándole cianuro al pastel, no encuentro razones para que te reunas con él.

—Mami, fue un malentendido y se disculpó. Creeme que entendí sus razones. El tipo es demasiado sobreprotector con su hija. A un punto que solo tú y la abuela pueden entender.

—Eso no le da el derecho de hacer sentir a la gente horrible.

—Sí, y eso se lo dije. No creerás ni por un segundo que me quedé callada. Pero me está dando la oportunidad de ser la niñera de su hija. Y es un trabajo mucho mejor que el que tengo en el restaurante.

—¿Cómo de bueno? —preguntó interesada.

—Veinte de los grandes mensuales.

Y ella se quedó muda, sí, muda. Del tipo que su boca se movía como la de un pez. Hasta yo me había sorprendido cuando vi la cifra en el mensaje. Pensé que era exagerado, pero luego de hablar con Kelly me dijo que era lo mínimo. Que esos deportistas así pagaban muy bien

—Bueno, si no lo quieres, yo puedo tomar ese trabajo de niñera por ti —solté una carcajada sabiendo que había cambiado de parecer—. ¿Crees que eres capaz de hacerlo? Eres chef.

—Mami, soy lo que lleva el viento. Puedo hacer cualquier cosa y estaré bien, seré feliz con ello. Acuérdate que mi verdadera pasión la perdí en el momento del accidente.

Ver sus ojos llenos de lágrimas no me agradó en lo absoluto, por lo que me acerqué a ella y la abracé. —Todo está bien, no te preocupes. Y ese trabajo será la mar de bueno. Tal vez sea la inicial para poder abrir mi restaurante más adelante. Quizás conozca a un jugador de esos con bastante dinero y se enamore de mí.

—Qué tonta eres —dijo abrazándome y dándome un beso—. Pero se vale soñar, ya me vi con mi hija novia de uno de esos. Seré la envidia de todas.

—Ay mamá, por Dios —solo ella podía decir una cosa así.

Terminé de arreglar las cosas y las dejé en la mesa. Desayunamos las dos y yo procedí a vestirme para la reunión. Al ser tan temprano y para alguien que ya conocía, decidí que no me volvería loca con la ropa. Solo me puse un sueter rojo que abrigaba, pantalones negros y mis botas. Mi cabello oscuro lo solté como siempre. Pese a que tenía sueño, me sentía linda.

Y me detuve con ello. Porque no me estaba arreglando para que ese hombre me viera, por más que fuera el tipo más guapo que mis ojos hubiesen visto. Solo era verme decente para dar una buena impresión. Nada más eso.

Tomé la heladera portátil y salí de casa. El Uber ya estaba esperándome afuera, por lo que subí y traté de relajarme.

Aún pensaba en el encuentro de anoche, realmente nunca creí que él sería capaz de comportarse así. Incluso me hizo reír y notaba en él una persona muy distinta al que he visto. Más como un hombre y no como un papá que tiene que controlar todo a su alrededor para proteger a lo que más amaba.




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