A través del hielo

❄️CAPÍTULO 12❄️

❄️IVAN❄️

Ya estaba hecho, tenía una niñera. Una que mi hija prácticamente quiso antes de conocerla y la misma que hacía postres extremadamente deliciosos y a los cuales yo era adicto. Eso último fue lo que dio el golpe de gracia. No podía dejarla ir.

Y aquí estaba yo, comiendo parte de la tarta sin poder controlarme. Pero es que el mousse de fresa con lo jugoso del pastel me tenían mal. Amaba las cosas dulces y esto era como un paraíso. Y podría tenerlo siempre al regresar a casa.

Sonaba como el cielo.

Decidido a ordenar todo, limpié la cocina y luego subí a la habitación de Claire. Ahí estaba mi hija, habla que habla con Alana. Me mantuve oculto para ver la interacción entre ambas, porque necesitaba cerciorarme de ello, y me sorprendió de notar que congeniaron rápido.

—Y la maestra quiere que vaya a esa competencia, pero me da mucho miedo.

—Todo da miedo en la vida, pero una niña tan bonita como tú estoy segura de que lo hará bien.

—¿Me vas a ver?

—Por supuesto, princesa —ella estaba haciéndole una trenza. Y mi Dios, sentí que estaba interrumpiendo algo. Mi hija encontró en Alana una amiga—. Perfecta.

—Gracias, Alana. Estoy feliz de que seas mi nueva niñera.

No me pondría celoso, ni nada por el estilo. Pero no comprendía cómo es que ella la quiso tanto desde antes siquiera conocerse. Para mí era increíble.

—Yo también estoy feliz con ello.

Me fui a mi habitación sabiendo que estarían bien y me duché rápido. Recogí mi mochila con todas las cosas para el juego y volví. Alana escuchaba algo de su patinaje. Me quedé algo embelesado porque la chica se veía preciosa ahí. Su piel me hacía pensar en cosas que no debería y esos ojos me estaban llevando a partes que debía vetar en mi mente. ¿Cómo podría trabajar aquí sin despertar nada en mi? Sería una tarea titánica, prácticamente imposible.

—Papi, ¿ya me voy a casa del abuelo? —mi hija hablo haciendo notar mi presencia, solo esperaba que no me hubiese visto quedarme como un idiota detallandola.

—Sí, le daremos un aventón a Alana hasta su casa antes.

La chica negó. —No es necesario, puedo tomar el autobús.

—Si es necesario —dije—. Además podemos ir hablando de cuándo te mudarias y esas cosas.

Asintió sin estar muy convencida por lo último. —Bueno, puede ser.

No había estado muy segura cuando le dije la opción de quedarse aquí y me ahorré el comentario de que era obvio que eso sucedería, sin embargo, sabía que esto era también nuevo para ella. Era una chef que actuaría como niñera, no es algo que hubiese planeado. Pero la necesidad es la madre de todos los inventos y aquí estábamos los dos.

Y yo aprovecharía toda oportunidad de comer los postres que hiciera, de repente más adelante se hacía una chef famosa y me toque hacer una fila larga de espera. La tendría aquí cerca de mí.

Ganar-Ganar.

Bajamos las escaleras y podía notar cierta tensión en Alana, también me sentía de la misma manera. Para mí era una situación extraña y había algo en ella que era eléctrico. Algo que no debía detallar mucho si quería que todo esto funcionara sin terminar en problemas luego.

Llegamos a la camioneta y senté a mi hija en su sillita posterior. Tomó su peluche favorito de un elefante y esperó. Alana me miró sin saber cómo actuar. Por lo que me adelanté y abrí la puerta del copiloto.

—Entra.

—Gracias…—sabía que no sabía cómo llamarme y decidí quitar el rollo.

—Puedes llamarme Ivan, no hay problema.

—Se me hace más fácil Volkov —sí, esa era la forma en la que todos me llamaban, por mi apellido, pero esta era la niñera de mi hija. Le entregué lo más importante de mi vida.

—Solo Ivan, o Vanya.

Me miró sin comprender. —¿Vanya?

Asentí. —Es el diminutivo en ruso de mi nombre.

Y solo mi familia me llamaba de esa manera.

—Está bien, Vanya.

Jodido infierno. ¿Cómo iba a sobrevivir con ella escuchándola llamarme de esa manera? Me hacía pensar en cosas que debo vetar. No si quiero que me acusen de acoso sexual o algo de ese tipo. Alana acaba de empezar a trabajar para mí. No podía dañar esto. Claro que no.

Menos hacerle eso a Cece. Ella merecía una buena niñera que la ayudara y no la hiciera sentir mi falta cuando no estuviera en casa. Y de paso, eso sería carne de cañón para que destruyeran mi carrera. Seducir a mi empleada no era opción para hoy y para nunca.

Tenía que enfocarme.

Hoy tenía que dar el todo por el todo en este juego de pretemporada, no podía salirme del norte que había trazado. No si quería hacer las cosas cosas bien. Ser el mejor jugador, ser el mejor papá para Claire. No había paso a errores.

Subí a mi asiento y me cercioré de que Claire estuviera bien sujeta por ene vez. Cuando comencé a conducir, intenté con ahínco no girar hacia la chica que estaba a un asiento del mío. Tenía que mantenerme en los papeles.




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