Lo primero que pienso al abrir y ver a Ryan es en lo que me alegro de que este aquí porque le echaba mucho de menos, y eso que hace alrededor de una semana que nos vemos, y esta situación va a durar un año. Pero entonces, me acuerdo de mis palabras y lo único que pienso es “tierra trágame”. No sé qué pensaría yo si mi novio abriera la puerta de un hotel diciendo lo que yo he dicho, sobretodo sabiendo que no se suponía que estuviera aquí. Espero que no se lo ocurra que le podría estar engañando, espero que confíe un poco más en mí. Aunque yo no lo haría si además ha escuchado lo que dicen en el pueblo sobre Mark y yo. Intento abrazarle, pero me aparta.
Definitivamente, tiene dudas de mí. Le hago una señal para que entre y cierro la puerta tras él. Solo podría empeorar si ahora viniera Mark y entrara sin llamar como acostumbra.
-Bueno, ¿qué haces aquí? ¿Cómo has sabido donde estaba?-le pregunto. No le he dicho a nadie que estaba en un hotel y mucho menos en que habitación.
-Te llamé, pero no contestabas. Te estuve llamando toda la tarde y me preocupé, así que llamé a tu madre y me dijo que estabas aquí.-dice. Sigue de pie al lado de la puerta y sin mirarme a la cara.
-Ella no lo sabía tampoco, no estaba cuando me fui del rancho y no se ha molestado en llamarme al volver y ver que no estaba.
-Pregúntale a tu amigo, al que invitabas a tu habitación tan alegremente.-esas palabras me hacen estallar.
-Pues mira, llevo días llamándote y tú ignoras mis llamadas, no respondes a mis mensajes. Así que no tienes ningún derecho a presentarte así aquí y culparme por tener un único amigo después de perderlo todo mientras tú sigues saliendo con tus amigos y con las animadoras.-le grito, apuntándole con el índice.
-Puede que tengas razón, pero en L.A. no hay rumores de que yo me esté viendo en un hotel con otra, y aquí nadie habla de otra cosa que no sea tú y ese tal Mark-me grita de vuelta.
Me siento en la cama, dándole la espalda, rebusco en una de las bolsas de ropa que tuve que comprar en la tienda de antigüedades para tener algo de ropa que ponerme, elijo uno pantalón de yoga y una camiseta que Mark me dio para dormir, porque en la tienda no habían camisetas que no me dieran pena usar como pijama. Cuando ya he elegido mi pijama para hoy, me levanto y voy al cuarto de baño sin decir ni una palabra. Me doy una ducha, me cambio y salgo de vuelta al dormitorio. Ryan se ha sentado al escritorio, y se gira al oírme salir. Abre unos ojos como platos al verme llevar una camiseta de hombre.
Sin decir nada, al igual que él, salgo de la habitación dejando la puerta abierta, y llamo a la de Mark. Me abre una chica bastante mona.
-Uy, perdona, no sabía que Mark tenía una invitada, mejor me marcho-digo dándome la vuelta.
-No, No, espera-oigo la voz de Mark proviniendo de detrás de la chica.-Iba a ir a verte ahora mismo. Mañana nos vamos de vuelta al rancho.
-Está bien, es lo que venía a preguntar. Ahora casi que mejor me voy y os dejo solos. –Digo y me doy la vuelta.
De vuelta en mi cuarto, Ryan sigue en la misma posición. Me meto en la cama y me tapo con la manta que he usado los últimos cuatro días.
-Mañana volvemos al rancho, si quieres venir con nosotros, hay que estar despiertos a las 6. Te recomiendo que te vayas a la cama-digo y apago la luz. Poco después, noto como se tumba en la cama a mi lado, sin tocarme ni decir nada.
Como las últimas 4 mañanas, despierto con Mark trayéndome una bandeja de cereales y frutas variadas. Se ha dado cuenta que apenas ceno, y sabe que no me comeré el desayuno, igual que no lo he hecho las últimas cuatro veces que lo ha hecho. Pero supongo que así se siente mejor consigo mismo, sabiendo que si no como no es por su culpa.
-Princesita, hoy no hay tiempo de ir a la cafetería a por tu capuccino con caramelo y tus galletas. Tomate esto, no quiero que te desmayes en el viaje de vuelta y mi madre me mate por tu culpa- dice con un tono de broma en la voz.