-Estaba diciéndoles que se fueran, pero no me han hecho caso.-dice Lucy, intentando disculparse por que ellos hayan entrado.
-No te preocupes, no es culpa tuya. – Sigo sentada, recostada contra Mark, cuando estiro mi brazo hacia Sophie.- Sophie, pásame el teléfono, por favor. Gracias.- le digo cuando me lo pasa. Marco el número de recepción y empiezo a hablar cuando contestan. –Disculpen las molestias, ya sé que es muy tarde. Estoy en la Suite principal y se han colado dos desconocidos que llevan acosándome todo el día. ¿Podría enviar a seguridad? Muchas gracias. – Cuando cuelgo, le hago una señal a Lucy, quien lo entiende al instante, cerrando la puerta de la habitación con llave, evitando así que ellos puedan escapar.
-Princesa, ¿quieres que me encargue yo de ellos?-Dice Mark, levantando mi mentón para obligarme a mirarle a él y no a ellos.
-No te preocupes, los de seguridad se encargarán de ellos. Nosotros sigamos a lo nuestro, no voy a permitir que arruinen nuestro viaje, ni nuestra noche. –Apenas cinco minutos después, los de seguridad llaman a la puerta. Esta vez, soy yo quien va y les abre. Puedo notar a Mark siguiéndome, como muestra de apoyo, lo que le agradezco internamente. También puedo notar la mirada de Ryan fija en mí y en Mark. Antes esa mirada solía hacer que notara mariposas en mi estómago. Ahora esas mariposas han muerto por completo, lo único que siento cuando me mira, es una rabia terrible contra él. –Buenas noches caballeros, lamento las molestias.
-No se preocupe, señorita. ¿A quién debemos llevarnos?
-A esos dos, por favor. Los dos que no van vestidos acorde a todos los demás. –le digo señalando a Trish y Ryan.
-Lotte, por favor, déjanos explicártelo.-Dice Trish.
-No hay nada que explicar. Ya sé todo lo que necesito saber. –Dicho esto, vuelvo a sentarme en el sofá, junto a Ryan y Lucy. Espero hasta que los de seguridad ya se han ido, para volver a hablar. –Chicas, lo siento mucho, pero me gustaría descansar. ¿Os importaría volver a casa, y nos vemos mañana?
Todas se levantan, se despiden, y se marchan. No sin antes decir que debería perdonarles. No me lo puedo creer. Ojala nunca les pasa a ellas, y ojala no se enteren como yo me he enterado. Cuando estamos los tres solos de nuevo, Lucy hace un amago de irse a su dormitorio.
-Lucy, no hace falta que te vayas. Solo era una excusa para que se fueran.
-Lo sé, pero son casi las 3 de la mañana, y hoy es el último día que estaremos aquí. No me gustaría pasarlo durmiendo.
Tiene razón. Yo la imito y voy a mi cuarto. Tardo unos buenos 20 minutos en desarreglarme para dormir. Cuando acabo, me duermo en cuestión de minutos. Debo estar más cansada de lo que yo creía.
A la mañana siguiente, me despierto cuando Lucy empieza a llamarme y zarandearme. Por lo visto, Mark sigue dormido, y a ella se le ha ocurrido que sería divertido despertarle. Estaría de acuerdo, si no fuera porque para despertarle a él, ha tenido que despertarme a mí también. Gracias a los tirones que le da a mi brazo, consigo levantarme. Salimos al salón procurando no hacer ruido. Cuando llegamos tras el sofá, empezamos a hacerle cosquillas. No sé cómo, pero las tornas acaban girándose, haciendo que sea yo quien acabe en el suelo, con Mark encima de mí haciéndome cosquillas.
Pasados unos segundos, para de hacerme cosquillas, se levanta, y me ayuda a mí. No parece enfadado porque le hayamos despertado. Nos da los buenos días, revolviéndonos el pelo a las dos. Nos sentamos los tres en los sofás, y empezamos a discutir que hacer en nuestro último día aquí. Como tenemos que estar en el aeropuerto a las 6, no tenemos demasiado tiempo para hacer turismo, así que decidimos pasar un día relajado en la playa de Santa Mónica. Por suerte, cuando decidí venir, ya tenía pensado pasar un buen rato en la playa, así que traje un par de bikinis. A su vez, se ve que a Mark le gusta nadar así que se llevó un par de bañadores. Acordamos vernos en el salón en media hora, con todo preparado para salir.
Pasamos por el restaurante del hotel, para comer algo antes de ir a la playa. Apenas son las 10 cuando llegamos a mi playa favorita. Colocamos las toallas y la sombrilla, con una cesta de picnic que hemos comprado en la tienda del hotel. La hemos llenado con sándwiches, botellas de agua, y snacks para no tener que salir de la playa hasta que sea hora de ir al hotel a prepararnos para el viaje de vuelta.