-¿Quién es Rachel?- le pregunto mientras me alejo. Ya he visto un par de veces que ignora sus llamadas, pero nunca me he preguntado la razón, hasta ahora. Hace más de 6 meses que estoy viviendo aquí. Estábamos a punto de besarnos, lo que debe significar algo, por lo menos, para mí.
-No es nadie.-Dice mientras avanza un paso. Por desgracia para él, esa respuesta no me vale, por lo que yo retrocedo para mantenerme fuera de su alcance.
-No, no es cierto. Lleva llamando desde que volvimos de Los Ángeles. ¿Tan idiota te crees que soy como para no ver que ignoras las llamadas cuando estamos juntos, como para no ver como cambias, como te tensas? –no responde, se limita a mirarme. No puedo lidiar con esto ahora.- Vete, ya.- le digo señalando la puerta con la mano. No quiero verle, no puedo. No después de saber que, aunque hace solo unos días que he roto con Ryan, he estado a segundos de besarle.
Una parte de mí se rompe al ver que sale por la puerta sin decir ni una palabra, sin dirigirme una mirada de despedida. Una parte de mí esperaba que me contaría la verdad de lo que está sucediendo. Pero no lo ha hecho. Siendo justos, yo tampoco le he contado toda mi historia. Me siento en el mismo sillón donde él ha debido estar sentado mientras pintaba. Ni siquiera le había oído entrar. Me ha sorprendido notar sus brazos a mí alrededor, pero ha sido una sensación agradable. Hubiera deseado que nunca acabara. Miro el cuadro y me sorprende ver que de lejos es aún más maravilloso que de cerca. Me quedo en el sillón, mirando el cuadro horas. En este cuadro, yo sé que está el alma de mi padre. Sé que estaría orgulloso de este. Sería su favorito. Como es el mío. En él, papá ha alcanzado el horizonte. Ha cumplido las metas de su vida, ha completado su trabajo y es libre. Libre para fundirse con el horizonte. Para ser parte de esa pequeña franja de tierra en donde el cielo se une a la tierra.
Me faltan todavía 4 más por pintar, aunque tengo un par de meses todavía. Decido ponerme en contacto con un profesor de arte de Juilliard. Hace un par de años, participe en el programa de arte de verano, y el profesor encargado me dijo que me pusiera en contacto con él si en cualquier momento tenía dudas. Le envío un correo preguntándole si podría echarle un vistazo a un par de cuadros para la prueba de acceso.
La respuesta no tarda en llegar. Me dice que estará encantado, y que me espera en Juilliard en una semana. Y que lleve todos los cuadros que tengo listos. Lo primero que pienso es en llevar a Lucy conmigo. Bajo corriendo para coger el teléfono de la casa. Me siento a la isla de la cocina, junto a Eloísa que está cortando patatas para la cena. Lucy responde enseguida.
-Lucy, ¿Qué te parecería hacer otro viaje? –La oigo chillar al otro lado de la línea. Parece que le gusta la idea.
-Claro, ¿a dónde vamos esta vez?
-Nos vamos a Nueva York en 2 días. Tengo que estar allí el próximo lunes. He quedado con Thomas. ¿Te acuerdas que te hablé de él? Pues quiere ver mis cuadros.- después de convencerla de que yo me hago cargo de todos los gastos, y de que no es ninguna molestia, cuelgo el teléfono. Mark está detrás de mí, por lo visto ha vuelto a sus viejas costumbres de espiarme mientras hablo por teléfono.-¿Qué quieres?
-Me apunto al viaje. –dice encogiendo los hombros. Mi única respuesta, copiar su gesto. Que haga lo que quiera.
Salgo de la cocina y vuelvo a mi habitación. Estoy tan emocionada que no puedo evitar empezar a hacer la maleta. Tengo que dar una buena impresión cuando vaya a Juilliard, pero ningún estudiante de arte va vestido con traje y corbata. Al final, me decanto por llevar un vestido corto, por encima de las rodillas, rojo, pegado al cuerpo. Y acompañarlo con un bolso grande en el que meter mi bata por si hubiera peligro de mancharme. Para acompañarlo, elijo unos tacones negros no muy altos, solo lo justo para resaltar mi figura. Cuando ya he terminado de preparar el look para la "cita" con mi profesor, me acuesto a descansar unos minutos.
MARK
No le puedo contar quien es Rachel. No hasta que esté seguro de si lo que dice es cierto o no. Dios, espero que no lo sea. Ni siquiera me puedo creer lo que ha estado a punto de pasar con Charlotte. Si no llega a ser por esa llamada, habría podido besarla por fin. Sin embargo, ahora estoy solo, sentado a mi escritorio, intentando escribir, sin éxito. Me gustaría poder terminar con todo este asunto lo antes posible, pero no es tan fácil. Desde que he vuelto, ya me ha llamado por lo menos 5 veces. Seguramente debería haber contestado, pero ya se lo que me va a decir. Si fuera cualquier otra persona, no actuaría así, pero después de lo que hizo, no confío en ella. La próxima vez que vaya a Nueva York iré a verla y a zanjar este asunto. Cuando bajo a la cocina para ayudar a mi madre. Desde niño, siempre me ha gustado ayudar a mis dos padres con sus trabajos. De papá aprendí a construir y reparar casi todo. De mamá, a cocinar e incluso coser. Cuando no consigo relajarme, cocinar con mi madre me ayuda.