Acaba con nosotros

Capítulo 16

KEMUEL

 

La cena transcurre tranquila, aunque un poco tarde llega el Uber en el que he encargado las cosas. Me siento jodidamente desconsiderado al no haberlo hecho más temprano, fue un día de locos hoy y, para colmo, he descansado solo alguna siesta pasajera a lo largo de la extenuante jornada en que no paré anoche para dormir.

Mi superior me ofreció tomarme un día, pero apoyarme con alguna ayuda que soporte la carga que ahora tendrá Abby con el bebé. De momento seguiremos solos los dos hasta saber qué sucederá con la criatura.

La investigación se ha sostenido y no han podido dar con los criminales que intentaron secuestrar al niño, pero serán localizados mediante ADN en la ropa de la mujer asesinada en consecuencia que uno de ellos dejó huellas en el forcejeo que esperamos sean de utilidad. Encontrarles es fundamental, aunque ello no descarta el peligro, pueden querer regresar por el bebé. Todo parece indicar que no fue una elección azarosa, aunque tampoco es factible advertir qué clase de relación tenía la madre del niño con los secuestradores.

—Iré a ver la puerta—dice ella, poniéndose de pie y me apena verla con mi camiseta en lugar de usar ropa de su talla o que le corresponda.

No obstante, ella lleva puesta mi ropa con orgullo, como si fuese una insginia que la hace feliz, lo cual es fabuloso.

El bebé la mira, sentado en su falda. Pronto tendremos una sillita donde lo podamos ubicar, ella le ha hecho un puré con verdura pisada que nos han autorizado acorde a la dieta que debiera llevar. Por mi lado, no sé nada de niños, por suerte la tengo a ella trabajando para mí.

Escucho que hablan con Imanol algo de que el niño está jugando con la comida mientras me alejo y escucho bromas de ambos, risas que les divierten en el comedor.

El Uber ya tiene mis cosas, se las recibo y el pago ya está cancelado con el móvil. Ya con las bolsas dentro de casa, las dejo en una de las sillas del comedor, quiero hacerlo en la que está junto a Abby, pero va ocupada.

Imanol está sentado junto a ella, haciendo bromas con el bebé e intentando limpiarle. Están muy cerca.

Qué rayos, ¿se cree acaso que no me doy cuenta de lo que está intentando hacer?

Arrojo las cosas con fuerza en la silla de la punta y ellos se vuelven a mí, como si acabasen de ver al demonio. El niño incluso.

—Aquí hay cosas para ti, Abby.

—¿Q…qué?—pregunta, observando las bolsas de papel y las cajas. En total hay cuatro. Cinco de hecho ya que una cae al costado y se sueltan dos camisetas de mujer-

—Que esto es tuyo. Imanol, vuelve a tu lugar sino no dejas a Abby que se concentre, ella tiene que hacer su trabajo.

—Está haciendo su trabajo, amigo. ¿Qué te sucede?

—Que no puede ver estas bolsas y es parte de su trabajo ver las benditas bolsas y lo que tienen dentro, ¿okay?

¿Se supone que quise tener un buen gesto? Pues, no sé si lo estoy logrando, solo sé que estoy furioso y al mismo tiempo, orgulloso de conseguir que estos dos se aparten.

No sé qué piensan, que voy a andar haciendo parejitas en mi casa, que se vayan a un hotel para eso, no acá y menos delante del niño.

Le recibo el bebé a Abby mientras ella se acerca a la ropa, la mira y la compara con su cuerpo. Sí, le quedará bien.

—¿Qué es esto?—pregunta—. No son mi cosas.

—Es ropa decente, para que no andes con mi camiseta todo el día.

—Yo… Lo siento, es que no tenía nada más qué ponerme.

—Ahora sí tienes.

—Es ropa usada esto, amigo—dice Imanol mirando las prendas de las cajas—. No tienen etiquetas, ¿acaso son de…?

—Ahora es ropa de Abby.

—Okay, muchas gracias. Usaré esto hasta bien poder tener mis pertenencias.

—Yo te regalaré algo mejor y nuevo—dice Imanol y conozco su humor, pero en estos momentos no está siendo en absoluto gracioso.

—Imanol. Lárgate.

Su risita se queda en pausa.

—¿Qué?

—Que te largues de mi casa.

—¿Pero…?

—Tranquilo, no pasa nada, si es por mi culpa…—empieza ella, pero no todo gira en relación a ella, no es el centro del mundo.

—No es tu culpa. Solo que él se tiene que ir ahora.

—Falta el postre—dice Abby por lo bajo.

No respondo.

Imanol tampoco.

Solo me hace caso, se levanta y va hacia la puerta.

—Delicioso haces de cocinar, Abby. Avísame cuando este idiota te harte y tendrás trabajo asegurado por mi parte.

—Solo vete de inmediato—insisto y voy con el niño en mis brazos hasta la puerta para despedirlo con un simple portazo.

El bebé parece asustado y me rodea el cuello con sus bracitos.

Ella se incorpora delante de mí, ambos al otro lado de la puerta, en el lado interno de la casa y parece un cachorro herido.

—¿Hubo algo que hice mal? ¿La comida estuvo fea? Puedo mejorar, lo prometo…

—Cálmate, no. Estuvo bien. Él se tenía que ir. Bah, no…

Me vuelvo a ella y esta vez ambos quedamos muy cerca, quiero que me mire bien a los ojos para que me escuche lo que tengo para decirle:

—Eres la madre de este niño que, de momento, es mi hijo. Así que no quiero verte coqueteando con otros por mientras, ¿okay? A menos que quieras crearle un horrible trauma al niño.

—¿Q…qué?

—¿Acaso no lo habíamos acordado, Abby? No quería una niñera. Te contraté para que seas la madre de mi bebé.

Separa los labios, sorprendida.

—¿P-podrías…ser más específico aún de lo que puedo…y lo que no puedo?

—Somos los padres del bebé. Haremos lo que hacen los padres, la pareja de una familia.

—Las parejas…se aman.

Entonces arremeto sin pensármelo dos veces.

Avanzo hasta ella y la beso.

Mi boca se junta con la de ella, con sus labios suaves y carnosos que llenan mi sabor hasta hacerme estallar de entusiasmo.

El niño ríe al otro lado y su ruidito es lo que me lleva a apartarme de ella.




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