Academia de Asesinos Volumen 1

Capítulo XI: Operación especial

El camino de tierra, entre los bosques fuera de la academia, se enfría en la tarde de invierno con vientos tan frescos que es difícil respirar. Un invierno que realmente hace doler hasta los huesos de cualquiera.

Han pasado varias horas desde que Hiroshi se marchó de la academia rumbo al sur en un viaje que a pie le llevaría unas tres semanas, solo hasta llegar a la frontera. Esto por supuesto en un ritmo calmo, pero no a la velocidad de marcha rápida de Hiroshi, quien corre a más de ochenta kilómetros por hora. Todo por su enorme preparación como asesino y características físicas.

En tan solo trece horas llega al pueblo costero más próximo llamado “Puerto León”, un importante sitio que en contraste del Puerto Pumbakar, es exclusivo para fuerzas militares, armas y toda clase de abastecimiento militar. Sus almacenes rebosan de navíos prototipo y otros en reparación.

Hiroshi recorre el puerto en busca de indicaciones y mercado para comprar más raciones de comida.

Después de dirigirse a un mercado de carne y vegetales, y comprar varias piezas para su viaje, se dispone a preguntar a algunos comerciantes sobre cómo llegar a la próxima ciudad llamada “Peia”. Un centro vital del comercio ya que es de donde las rutas del sur convergen con el oeste y es la ciudad más próxima en relación a las demás en el oeste. Sin embargo, muchos de esos comerciantes le advierten que vaya con cuidado si decide tomar la ruta más corta a Peia ya que últimamente caravanas y viajeros son atacados o desaparecen sin dejar rastro solo para aparecer días después con el estómago abierto y marcas en el rostro con forma de quimera. Automáticamente Hiroshi entiende que se está acercando al objetivo, aunque no se encuentra ni a la mitad del camino:

 

—Kazumayo, tendría que haberlo eliminado en aquel momento. — Hiroshi recuerda aquel día en que las llamas en un edificio usado por la academia del oeste se consumían y en una punta se encontraba Kazumayo con el rostro a carne viva porque el espadachín en la juventud, pero valentía lo empujó contra llamas — No podría perdonarme si ese infeliz hiciera algo contra chicos inocentes de la academia del sur. — Se maldice a sí mismo.

 

De repente siente una presencia entre los árboles del bosque. Una sombra esquiva y veloz. Sin alterarse, Hiroshi se detiene y suspira largamente mientras estira sus brazos y deja a un lado sus pertenencias:

 

—¿Y bien Torza? — pregunta Hiroshi.

 

Un misterioso hombre con el rostro oculto detrás de una máscara sin rostro y con marcas que simulan ser ojos negros se le aparece por detrás como una entidad sobrenatural:

 

—Un gusto volver a verte Hiroshi. — dice Torza.

—Lo mismo digo.

—Las redes de inteligencia pudieron distribuirse la tarea y por lo pronto tenemos ciertas noticias. Demasiado inquietantes diría yo. — reconoce el hombre.

—¿Inquietantes? Dime más.

—Los nobles al este cesaron sus actividades, pero mantiene su perfil alto como siempre.

—No es de extrañar. Tienen el ego más grande en el continente. ¿Qué más? —dice Hiroshi. Se acerca a su bolso y busca comida que compró del puerto León.

—Nuestras sospechas son reales. La academia del sur tiene un infiltrado y posiblemente sea Kazumayo.

—¿Quieres? — le ofrece un pedazo de carne seca.

—Muchas gracias, pero estoy bien.

—De acuerdo. Entonces Kazumayo es profesor en la academia del sur.

—Solo tenemos eso de información. No hubo más movimientos y ni siquiera los nobles tomaron un curso de acción contra los chicos que agredieron a sus hijos.

—¿Te refieres a Lucian y Kaizer? Eso es extraño ya que por lo general los nobles ven con insulto apenas el verlos a los ojos. Son la peor clase de gente posible. — mira al asesino — Oye, ¿quieres acompañarme? Son diez días hasta Peia así que necesitaré compañía hasta al menos la frontera.

—¿Seguro?

—Claro, Lucy y Olympico se quedaron así que me volveré loco si no converso con alguien. Además, sé que no es todo lo que tienes para decirme ¿verdad? — Hiroshi mira fijamente a Torza.

 

Torza sonríe al ver que las viejas costumbres no se pierden:

 

—No por algo fuiste el jefe de inteligencia en Antares. Nuestro líder y mentor. Si, hay algo más y mucho más turbio de lo que jamás pensamos.

—Te escucho. — dice Hiroshi mientras encuentra algo que le dejó Lucy a él junto a sus pertenencias. Un pedazo de pastel que ella había horneado. Sonríe gratamente por el detalle de tu amiga.

—Como verás, los nobles ya no están en el territorio este, pero hubo avistamientos de personas que no parecen ser de Antares. — responde Torza según los datos que posee.

—Eso es normal proviniendo del este siendo un lugar para la llegada de inmigrantes y exiliados que escapan de guerras o pobreza. No por algo el este es el nexo para que esas personas se vayan al sur que es donde encontramos la mayor actividad cosmopolita del continente.




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