Academia de Asesinos Volumen 1

Capítulo XXIX: Planificación

En una taberna cerca de los puertos de Pumbakar, Doncaster bebe un poco de te helado y lee un viejo y pequeño libro con el clásico color de la vejez y desgaste de tantos años de uso y cuyo título es " Grandes hazañas de los desconocidos", una de las obras más importantes de la literatura en el territorio del Sur. El cantinero se acerca y ofrece con una seria expresión un poco más de té al director:

 

—¿Sigues leyendo esa porquería del Sur? Hay mejores cosas aquí en el Oeste Doncaster. — dice el viejo de bigote largo y en punta.

—Lo que criticas mi viejo amigo es lo que no toleras. Deberías abrir tu mente Herzer y te aseguro que nunca te arrepentirás. — aconseja Doncaster.

—Cielos, ¿y a eso se debe que no bebas más alcohol aquí? Ron, licor, cerveza, vino, quien sabe que tipos de alcohol hayas probado hasta ahora. —dice el cantinero— Que molestia.

—Solo intento cambiar un poco mi forma de vida. ¿Además no debería de ser grato que tenga una vida más saludable? — pregunta mientras termina de leer y bebe un poco de té que le acaba de servir el cantinero.

—Se que no la has tenido fácil, pero me sorprende que ahora hayas decidido vivir de otra manera. Te conozco desde hace más de quince años y de esos podría contar al menos cinco donde no has parado de venir y emborracharte. Siéndote franco estoy sorprendido y me alegra, pero ¿a qué se debe? — se intriga Herzer.

—Si lo supiera no estaría aquí leyendo un maldito libro sobre héroes que vivieron hace miles de años y no llenando formularios de la academia. — responde sincero.

 

La pequeña campana colocada sobre el marco superior de la puerta con la intención de dar aviso a Herzer, golpea y resuena como mini campanadas por el lugar, atrayendo la mirada del cantinero, sorprendido por ver a tantas personas juntas en su negocio. En eso ve a Doncaster sonreír:

 

—¿Conocidos? — pregunta Herzer.

—Algún que otro. Descuida, más que temor tienes que sentirte honrado. — dice Doncaster sin mirar al grupo que acaba de entrar.

—¡¿Heh?! ¡¿Por qué?! — se exalta Herzer.

—Porque en tu taberna acaban de llegar las Leyes Vivientes. — dice Doncaster.

—¡¿Heeeeeeeeh?! — los bigotes de Herzer casi saltan de su rostro al enterarse de ello. Entonces ordena en silencio a las mesas que preparen una mesa a parte en un lugar más íntimo.

 

Un hombre joven se presente con otros más, cada uno de ellos vestidos con ropajes de invierno a la espera de la nevada típica de mitad de año. Él se asoma a la mesa donde espera Doncaster y les indica a los demás que se sienten.

Doncaster cierra el libro y suspira, luego mira al hombre y sonríe:

 

—Me sorprendió que me hayas llamado tan repentinamente, Hucks. No sabía que era algo tan urgente como para que me vengan a buscar hasta esta oscura y sucia taberna —dice Doncaster.

—¡Oye! — grita Herzer.

—No te enojes, jejeje. — se disculpa Doncaster con una sonrisa.

—Era necesario está reunión. —responde el hombre.

—Pero ¿Todos juntos tuvieron que venir? —exclama Doncaster.

—De alguna manera ellos querían verte. —señala a un tres que ven con ojos llorosos a su anterior profesor— Algunos de ellos fueron alumnos tuyos. Nostalgia para variar.

—Si, veo muchas caras de mí época como profesor. Me alegra verlos sanos y crecidos. Se nota que entrenaron, Vekkam, Vito y Jean.

—Una cosa antes de continuar. — dice Hucks mientras el cantinero prepara una enorme mesa para tantas personas— Imagino que sabes sobre la recompensa que establecimos para Alexander sin el permiso de los cuatro grandes. Creemos conveniente que lo sepan por separado y por medios más ágiles, aunque eres el único con el que nos reunimos.

—Lo entiendo y no me opondré a lo que crean mejor.

 

Una de las meseras se acerca e indica que vayan a sentarse a la gran mesa que preparo a una esquina lejana, Herzer dispuso de aquel espacio porque siente que la conversación de Doncaster con esas personas es de vital importancia y ningún oído presuntuoso y chusma merece saber que tratan.

Luego de tomar asiento y pedir sus bebidas, Hucks saca de su bolsillo la recompensa de Alexander y se la entrega a Doncaster. Este dirige su mirada primero a Hucks con desapruebo y luego la hoja que le ofrece:

 

—¿Qué quieres que haga con esto? ¿Por qué me lo muestras? — pregunta Doncaster y mira al asesino a los ojos— Eres el líder de las leyes vivientes Hucks, no tienes que pedir mi aprobación y lo sabes.

—No es tan fácil como crees. En lo que no solo a mí respecta sino a todo el grupo, tú eres el director y miembro de los cuatro grandes en quien más confiamos y estimamos. Además, esto conecta directamente contigo. — explica Hucks.

—Se más claro Hucks. — exige Doncaster.

—Él es un criminal buscado en todo el continente, vivo o muerto será cazado sin importar de quien sea pariente. —advierte Hucks.




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