Academia de Asesinos Volumen 2

Capítulo V: Empatía en un mundo violento

El resultado no es el previsto por Alex, niños hijos de abinues y niños esclavizados alejados de sus madres y vida en los pueblos fronterizos y adentrados más al sur. Sus ojos despilfarran odio e intercambian miradas entre ambos grupos, queriendo pelear y matar en venganza.

Alex mira hacia atrás y ve al pequeño Riyu, quien se encuentra observando el cuerpo de sus padres y demás miembros del grupo para luego posar su mirada en el mercenario:

—“¿Vas a dejarlo con vida?” — pregunta Theo por el niño.

—Déjalo. — responde y retoma su camino.

—“Podríamos eliminarlo y sacarnos de encima un problema” — insiste el arquero.

—No mato a niños y él no es una excepción. —responde tajante.

—“¿Y a mujeres sí?” — vuelve a preguntar Abinush.

—Ninguna mujer actuaria sin pensarlo. Ellas tomaron su decisión y así acabaron. Los niños no y jamás deben sufrir por los pecados de los adultos. Esa es mi filosofía y lo que dicto. — responde Alex.

Alex espera sentado al lado de otra pila de cuerpos y Theo acompaña con sus flechas listas para ser disparadas si el joven mercenario lo ordena:

—¿Vas a quedarte en esa posición de hombre cazador?

Theo señala a los niños y luego a Alex, aprieta sus manos y sacude con fuerza, algo que en el lenguaje de los desposeídos de su voz simboliza unión o en ese caso, paz.

El joven llega a comprender, un poco, lo que Theo explica, pero por lo que llegan a observar es casi imposible que esos chicos puedan tener paz, al menos hasta regresar a sus lugares de origen por lo que el conflicto es muy seguro.

Uno de los chicos mira fijamente a Alex, con desprecio, con desdén, deseando matarlo sin piedad y de la forma más horrible posible. Al principio también se queda mirándolo, durante varios segundos, desconociendo los motivos hasta que Theo interrumpe con un palito escrito:

—“¿A quién miras tanto?”

—¿Sabes quién es ese chico? —señala al niño.

—“¿Te refieres a Kakiwa?”

—Seguramente. ¿Quién es?

—“Es el décimo quinto hijo de Qumash y el único que estaba siendo entrenado para ser líder”

—¿Sí? Ya puedo imaginarme lo que está pasando. Es una pena, pero no voy a preocuparme por un mocoso.

—“Creí que lo entenderías o algo así. Al final desea también venganza”

—Eso es cierto. Pero por alguna razón no siento empatía por que haya perdido a sus padres. Los maté yo mismo así no hay disculpa de mí parte ni ánimos de relacionarme con él.

—“¿Y si busca venganza? ¿Sabes que si lo mantienes con vida puede que regrese con más personas a matarte”

—Para cuando ocurra yo no estaré más en este asqueroso continente.

—“Tienes muchas esperanzas de que vayan a admitirte en Ophiros siendo extranjero”

—Seré admitido porque mis méritos no dejan de incrementarse. —responde molesto.

—“Ya, ya, no te enojes. Solo decía”

Alex, habiendo dicho eso se siente consternado, no por haber matado a Qumash, sino haber dejado sin familia al niño que ahora es posible recorra un camino vengativo sin retorno. Si, es por un contexto oscuro y que merece el repudio como lo es la práctica de la esclavitud, pero el niño es una víctima de eso.

Toma un bolso y llena de suministros para varias personas y se lo entrega a los niños esclavizados. Estos miran al mercenario y desconfiando lo reciben solo para corroborar que no sea nada malo. Por su parte y por elección del joven, Theo entrega a los abinues los suministros, siempre con la mirada atenta y colérica de Kikawa. Una sabía decisión de Alex:

—“¿Ahora qué?”

—Lo mejor es irnos ahora.

—“¿Los dejaras aquí entonces”

—Les di indicaciones a los chicos esclavos que vayan al sur y allí encontrarán a los asesinos que patrullan la frontera. Imagino que los abinue sabrán regresar con sus conocimientos del terreno. Es decir, sus padres debieron enseñarles algo además de maltratar personas y venderlas.

Alex confronta a Theo, después de todo lo que ha pasado sigue pareciéndole extraño la traición contra los abinue. Permitir que Qumash y su gente sean asesinados con Alex en un estado aún limitado y la poca seguridad ofrecida después de escapar, son muchas dudas para él y ahora teniéndolo frente a frente es el momento adecuado:

—Theo, dime una cosa. ¿Hace cuanto que dejaste la orden mercenaria?

—“¿Cómo lo supiste?”

—¿Saber que eres mercenario? —pregunta y Theo asienta—No es fácil averiguarlo pero con solo ver tu entrenamiento y justamente la marca en tu mano es de los miembros exiliados o...¿Tienes carácter especial?

Theo admite la dura realidad y que Alex sea el primero en descubrir la situación que lo agobia desde hace tiempo:

—Bueno, no es como si me importase toda tu maldita vida porque al final...—se pone de pie y levanta el pulgar—no soy quién para juzgar. Mis subordinados a quienes debemos rescatar, ellos tienen sus historias y pecados, pero para mi lo que vale es la capacidad, lealtad y compromiso. Lo demás es pura y única estupidez.




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