Academia de Asesinos Volumen 2

Capítulo VI: Infiltrado

Lucy se reúne con Doncaster y Olympico en la oficina para hablar sobre los posibles problemas de seguridad en la academia, ya no deben preocuparse por los nobles sino de personas que trabajan dentro lo cual significa gran peligro para los estudiantes:

—Sabes que necesitamos reforzar la seguridad de la academia. Nuestros estudiantes siguen siendo la máxima prioridad. — insiste Olympico como en cada reunión.

—¿Crees que no estoy al tanto? Sé que debemos priorizar la seguridad, pero…—se detiene Doncaster.

—Pero ¿Qué? — dice Olympico.

—No es el momento aún de eso. — dice Doncaster.

—¿Cómo que no es el momento? ¡No estamos hablando de caprichos nuestros sino de algo serio por amor de dios! — Olympico se siente frustrado de que la muralla puesta por Doncaster al no querer revelar nada sigue manteniéndose. La confianza empieza a mermar.

—¡Maldición Doncaster! ¡maldito seas! — Olympico se pone furioso.

—¡Olympico! — se levanta de su asiento y mira fijamente a los ojos del profesor con feroces desprendimientos de aura color azul— No tienes ninguna idea de cómo me siento en estos momentos como para dudar de mi capacidad o lealtad así que mejor tranquilízate.

Lucy acerca dos tazas de café, una para Doncaster y la otra para Olympico, calmarlos es por el momento la mejor opción para que no siga escalando la tensión entre ambos. Como ella sospecha, la amenaza actual es desconocida, pero se encuentra entre los empleados de la academia y su misión no es clara sin una investigación:

—Lo único que sabemos es por lo que Megumi sufrió. Su sinestesia es demasiado fuerte como para ignorarla. Además, tengo fuertes sospechas sobre Slaider. Ese tipo no es nuestro colega. — dice Lucy.

—¿Se sabe algo de él? —pregunta Olympico.

—Lleva trabajando unos diez años, pero nunca fue alguien que se haya acercado al salón de profesores o dedique tiempo a sociabilizar. Por eso no lo conocen o muy poco. Es alguien sombrío, pero también sirvió mucho tiempo como parte de una subdivisión de las leyes. No fue un miembro en sí mismo sino más bien alguien que se ofreció. —explica Doncaster— Lo curioso es que llegó hace un año de una misión larga en el extranjero fuera del continente, y su regreso lo devolvió diferente.

—Genial, el tipo volvió trastornado. — dice Olympico.

—No, es mucho más que eso y no sé cómo explicarlo. — dice Lucy, atrayendo la mirada de los demás.

De hecho, ningún asesino que haya cometido crímenes contra la humanidad podría liberar tal desagradable aura que aquellos sensibles terminan por sucumbir violentamente:

—Doncaster. — dice ella.

—¿Sí?

—Quiero investigarlo y para ello…—pide Lucy.

—Lo sé, pero necesito algo más que solo una sospecha. Te entiendo la inquietud, pero con sospechas no puedo hacer nada salvo vigilarlo. ¿Recuerdas el proceso burocrático? Sospechar, vigilar, investigar y actuar según el caso. Es algo que todos debemos seguir para mantenernos al margen de la ley. — le recuerda Doncaster.

—Por eso no estoy de acuerdo contigo…en lo absoluto. — Olympico se retira de la oficina y da un portazo, enojado por no encontrar respuesta en el director.

Doncaster suspira y bebe la taza de café casi frio. Por el malestar de la discusión siente fuerte dolor de cabeza y cuello.

Lucy se queda plenamente callada, pero con la ligera sensación de que Doncaster oculta algo más que no quiere que los profesionales saben y que involucra a posibles infiltrados y la respuesta de ese indeseable sujeto que no es quien creen.

Mientras se bebe lo último de café, Lucy se sienta frente al escritorio y dice:

—Se que puedo sonar repetitiva como Olympico pero necesitamos evitar como lo de hace unos meses. No imagino los motivos por los que deseas tanto que nadie sepa lo que sucede y no se cuan profundo es el asunto, pero…

—Antares siempre fue un lugar bello con hábitat para toda clase de animales y personas. Bosques, selvas, ríos, desiertos, montañas, un sinfín de ecosistemas que embellecen nuestro hogar. Este continente siempre fue hermoso, pero también violento. El perdón para con las personas, sean hombres, mujeres y hasta niños, nunca ha existido. Diría que este mundo se ha forjado a base del sufrimiento de aquellos que son más débiles. Muchos han nacido y crecido con ese pensamiento y hasta nuestros días sigue así. Eso es algo que no deseo ni yo, ni los cuatro grandes, pero parece que encontramos partidarios opositores para ello. — dice Doncaster.

—¿Qué partidarios opositores?

—Contándolos a ti, Olympico e Hiroshi podría sumar a quienes nos igualan en poder. — responde observando el vacío de su taza.

—¿Las…leyes vivientes?

—Ellos creen que las generaciones deben de alguna manera servir como la fuerza protectora y volverse más poderosos que nosotros y ustedes. En resumen, las leyes creen que los chicos tienen que ser más fuertes que las generaciones pasadas.

Todo este tiempo Doncaster ha estado protegiendo a los estudiantes para que no tengan que pasar por el sufrimiento de una sociedad que cada vez es más violenta. Un acto erróneo o equivocación frente a un futuro incierto.




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