Academia de Asesinos Volumen 2

Capítulo IX: Kotomi y Kamata

Días más tarde, Kaizer y Lucian recorren la academia yendo hacia los clubes que eligieron siendo la primera experiencia que ambos tendrán, por su parte Megumi había empezado mucho antes el club de artesanía, siendo una actividad que la mantiene muy ocupada y enamorada por completo. Sea crear una pequeña escultura o un muñeco de tela, la artesanía es su gran pasión en la vida.

Lucian ya le había revelado a su amigo el club al que pertenecerá y es el de tiro con arco. La academia no puede entregarle armas de fuego a un estudiante de primer año por lo que se reserva ese derecho cuando llegan a segundo o según el caso, tercero. Kaizer, por su parte, no quiere revelarle aún donde se inscribió, creyendo que lo vería raro y recordando la cara que puso Megumi cuando se enteró.

Seguramente la vergüenza haga que sea visto como un rarito que le gusta la violencia, aunque es más que eso, ya que Kaizer ve interesante los movimientos que se efectúan en ese arte marcial y la profunda meditación que se realiza previamente y después de la actividad. No está seguro si hay torneos, y ruega que no, pero siente que demostrarse a sí mismo de que es capaz con entrenamiento lo entusiasma:

—¿Por qué tienes que ser así? No es justo. Eres un desgraciado. — maldice Lucian.

—No te pongas así. Mañana te lo diré ¿sí? — dice Kaizer.

—Yo te conté desde hace días a donde me inscribiré, pero tu…bastardo…—murmura Lucian.

—Lo siento, lo siento.

—Haaaa, por cierto ¿Sabes algo de ese chico, Kamata?

—Megumi es la que sabe dónde está. —dice Kaizer—¿Por qué?

—Bueno, usualmente lo veo deambular solo por los pasillos en los recreos, pero desde que volvimos de las vacaciones no lo he visto mucho.

—Si, es cierto. Supongo que encontró algo con lo que mantenerse ocupado.

Lucian y Kaizer llegan al patio principal, donde se separan y casa quien va por su camino rumbo al club correspondiente.

En el camino, Lucían se cruza con aquella chica de cabello azul y mirada directa pero dulce personalidad como lo es Maia. Sin saber qué decirle, Lucían camina rápido y no la mira, pero cuando le pasa por al lado siente el aroma refrescante del perfume que ella se pone desde hace tiempo para atraer la atención de él:

—Que rico olor. —piensa Lucían y es un pequeño vistazo a Maia, que se aleja regresando a su hogar en el orfanato.

Mientras tanto, Kaizer corre la puerta de un dojo preparado para el club de artes marciales y encuentra a un grupo de ocho chicos de todos los años de la academia lanzando puñetazos sin moverse de su posición. Como con forma de aura danzantes, Kaizer nota que hay una intensidad abrumadora entre cada movimiento de cada peleador, destacándose el presidente del club llamado Anthony, estudiante de último año y campeón regional.

Kaizer presiente también una figura más que se mantiene estática y sospecha, es el presidente del club, observando a los demás chicos de años menores como entrenan.

Desde el dojo, se escucha al presidente decir:

—Nuestro nuevo miembro ha llegado. Corre la puerta y denle la bienvenida como corresponde.

El vicepresidente del club camina hacia la puerta y lentamente la corre hacia la derecha, revelándole al chico un enorme salón de madera con influencia oriental de los templos.

Muchos profesores que hacen viajes al Este llegan fascinados con la cultura de los monjes de templos y a causa de ello crean edificios y salones para clubes destinados a dicha influencia como las artes entre ellas el cómo hacer té, textiles y hasta cocina.

El vicepresidente, Paul, la indica que puede entrar y acercarse al presidente quien le dará la bienvenida. La animosidad es absoluta y Kaizer se da cuenta de ello, pero lo que más le da curiosidad es como ese chico, el presidente, supo que se encontraba detrás de la puerta siendo que no hizo siquiera ruido aún con las zapatillas en la entrada, siguiendo las reglas y costumbres de oriente:

—Hola, tu debes ser Kaizer. Me llamo Anthony, presidente del club de este arte marcial que puedes llamar “El Estilo Dragón”. — extiende su mano para saludarlo.

—Es un gusto conocer…

Cuando Kaizer le extiende también su mano, Anthony le toma violentamente del brazo con la intención de darle una feroz bienvenida y ver que tan prometedores es el chico. Sin embargo, al momento de levantarlo para tumbarlo contra el suelo, Kaizer se zafa el último instante y gira en el aire para caer de pie.

Los estudiantes del dojo se quedan perplejos, mirando a Kaizer y como Anthony queda inclinado aún sin moverse. No es como si sufriera un dolor o ataque, es imposible para alguien experimentado a nivel juvenil, pero se pregunta que acaba de suceder siendo que lo tenía bien agarrado del brazo. Entonces se recupera poniéndose recto y mirándolo fijamente:

—Bien, felicitaciones por tal demostración de tus prometedoras habilidades. Puedes formarte allí en el medio con tus compañeros. Denle la bienvenida a Kaizer de primer año.

Tras una cálida bienvenida, Anthony pone a entrar en calor a todos los estudiantes corriendo alrededor del edificio ante la vista de los estudiantes que salen de otros clubes entre ellos, Megumi, que observa a su amigo esforzarse al máximo. Es la primera vez que lo ve junto a otras personas que no es ella ni Lucian. Le da muchísima curiosidad saber a qué club se inscribió.




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