Academia de Asesinos Volumen 2

Capítulo XIV: Juventud

Al día siguiente, Lucian visita los dormitorios, ya que al tener un hogar no hizo falta que tuviera que mudarse, inclusive pudo perder un permiso especial para en caso que se necesite, poder trasladarse cuando haga falta.

En el camino, se encuentra con Kamata, cruzando sus miradas de rechazo, pero sin decir una sola palabra. Por alguna extraña razón no se soportan y las opiniones respecto al otro son dispares. Pero la razón por la que visita el edificio es para encontrarse con alguien, o más bien crear ese encuentro. Su deseo es poder hablar con Maia y la timidez hace que pierda la oportunidad, una tras otra.

Su recorrido lo hace encontrarse con Megumi, quien no lo saluda y solo mira hacia adelante. Lejos de preocuparse por la frialdad de su preciada amiga, sigue firme en su intención de poder hablarle.

Cuando se aleja lo suficiente, Megumi gira su cabeza y ve la espalda de Lucían:

—Mucha suerte Lucian. —levanta el pulgar y desea fuertemente que Maia y Lucían logren conectar.

La chica se presenta ante Lucian con una actitud muy directa casi intimidante:

—Hola Lucian. —dice con una brillante expresión de alegría de estar frente al chico que le gusta, pero se propone no dejar que eso opaque el hacer las cosas bien.

—H-Hola ¿Cómo...cómo estás? —dice Lucian en un estado de nerviosismo que lo anula por completo.

—Bien ¿Y tú? —responde Maia con serenidad a pesar de que se encuentra quizás, igual de nerviosa que Lucian.

—M-Muy bien. Entonces, eres amiga de Megumi...

—Aja. —responde ella y al verlo con temor lo toma de la mano y arrastra hacia la cafetería para poder hablar más tranquilos.

Sin embargo, Lucían se resiste y siente la fuerza de ella:

—Qué fuerte es. —piensa impactado—Oye, quiero hablar contigo, pero afuera. —le dice sin mover un solo paso.

—Oh, discúlpame. No...puedo medir mí fuerza y quizás te incomode, perdóname por favor. —se inclina disculpándose.

—Tranquila, ven, vamos a caminar.

Ambos recorren por el patio y luego muy cerca del bosque, conversando de cualquier cosa, pero sintiéndose cada vez menos tensos.

Sin querer, Maia roza con su mano los dedos de Lucían y allí unas intensas ganas de sostener las del chico se hacen presente como mariposas en su estómago. Mientras tanto, Lucian intenta caminar con total normalidad, pero sentir el dulce aroma de su cabello, observar la tan femenina figura y el dulce rostro, pero también fiero, hace que su mente se ponga en blanco y no pueda salir ninguna palabra clara.

Los dos se encuentran en un trance que solamente puede significar algo profundo en sus corazones pero que aún no logran descifrar y al estar juntos en ese momento, los obliga a permanecer un poco más por el deseo de la compañía que el otro le otorga. El amor entre Lucian y Maia ha nacido como blancas mariposas que revolotean juntas entre el claro firmamento.

Megumi rompe en llanto al ver la tan ansiada imagen de su amiga dando el primer paso. Por detrás, Kaizer apenas dice "Hola" y la chica salta del susto:

—¡Kaizer, no me asustes así! —lo regaña.

—Lo siento. ¿Qué pasa? ¿Porque estás ocultándote?

—Scuish, scuish. —señala Megumi a Lucian y Maia mientras reproduce el sonido de un pequeño roedor.

—¿Lucian? Y esa chica… ¿Quién es? —pregunta Kaizer.

—Ella es mi amiga Maia. —responde Megumi. Por un breve instante mira a Kaizer.

Kaizer se asoma y ve la situación con más detalles, aunque no entiende porque están juntos lo ve muy contento a su amigo.

Maia se lo mira a los ojos a Lucian y lo toma de ambas manos:

—Por cierto, muchas gracias por haberme defendido con los nobles en aquella ocasión. —dice Maia con una amable sonrisa.

—N-No, no fue nada. No podía dejar que hagan lo que quieran con las personas...—baja sus brazos y se anima a decir algo más—menos contigo...

—Gracias, es muy tierno lo que dices. — sonríe Maia.

—M-Maia, yo…—dice Lucian en voz baja.

Lucian se inclina y extiende su mano hacia Maia mientras grita para darse fuerzas:

—¡¿Q-Quieres ser...?!

—E-Espera un momento. —lo interrumpe tomándole la boca con su mano, bastante desorientada.

—¿Huh? —la mira, preocupado ya que cree que será rechazado por ella.

—Lo mejor es comenzar tranquilos, como amigos. ¿No te parece?

Maia ve cuan confundido se encuentra Lucian, entonces cuando está a punto de explicarle, el chico lanza una sonrisa de felicidad y una muy madura respuesta:

—Claro, me parece justo.

Porque lejos de sentirse ofendido o rechazado, él comprende que el primer paso siempre es el más importante y ella lo ha resuelto de la mejor manera posible y no arruinar nada a futuro.

Después de eso, Maia regresa a su habitación donde la ocupa con Megumi. Se tira a la cama y cubre su rostro con ambas manos mientras repite una y otra vez:




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