Academia de Asesinos Volumen 2

Capítulo XX: Asedio al campus parte II

Kotomi mete de un tirón a los tres estudiantes miembros del club de kendo y desesperadamente cierra la puerta. Arrastra varias sillas y muebles de madera para bloquear la puerta.

Los demás miembros del club se quedan mirando, confundidos por la poco usual expresión de ella:

—Señorita Kotomi ¿Por qué está trabando la puerta? —pregunta uno de los chicos.

—¡Chicos, no se queden ahí y ayúdenme por favor! —responde si calmarse.

—Pero díganos que está sucediendo. ¿Por qué nos metió tan repentinamente hacia dentro del dojo?

—¡Solo hagan caso que estamos en grave peli…!

La puerta del dojo vuela en pedazos y un trozo de madera que va dirigido hacia los chicos, es interceptado por Kotomi, que para salvarlos recibe el golpe en el rostro, cortándose el costado de la frente:

—¡S-Señorita Kotomi! —grita una de las chicas.

—¡Quédense detrás de mí y pase lo que pase ni se les ocurra interferir! —advierte la joven.

Kotomi mira al frente como la explosión de polvo y pedazos se acaba por disipar al mismo tiempo que un pequeño grupo de cuatro desconocidos, tres hombres y una mujer se meten dentro del dojo y observan todo el lugar. Sin preocuparse por los estudiantes que los miran petrificados, revisan el sitio en busca de sus objetivos hasta que uno de ellos se topa frente a frente con Kotomi y sonríe de manera burlona:

—¿Conoces a este mocoso? —le muestra a Kotomi una foto de Kamata.

Sin inmutarse, Kotomi responde:

—Para poder entrar al dojo…primero tienes que…—se mueve rápidamente hacia el cajón abierto donde se guardan las espadas de kendo, toma una y se abalanza contra el hombre, golpeándole los pies y poniéndolo de rodillas— quitarte los zapatos y hacer reverencia al gran dios de la espada. —añade con ferocidad.

Los demás desconocidos se preparan para atacarla, pero el encapuchado empieza a reír a carcajadas leves y luego se pone de pie con la intención de expresar su sorpresa, así como también aplaudir despacio en honor a la joven aspirante a espadachina:

—Sorprendente que una joven como tu puede ponerme de rodillas. Esta academia sí que tiene jóvenes prometedores. Ahora me doy cuenta que puede haber objetivos que Sadair nunca ha notado. —mira hacia sus compañeros— No se olviden de esta mocosa y los mocosos de atrás. Ellos también pueden ser potenciales.

El grupo es rodeado y antes de que pudieran tocarles un cabello, Kotomi les golpea las manos con la espada de madera. Uno a uno recibe golpes veloces y secos que podrían hasta dañar los huesos si uno no es resistente:

—Lo reconozco mocosa, eres bastante buena. Casi podría decirse que empiezo a simpatizar por tu destreza y voluntad, pero eso no podrá salvarte ni, aunque lo intentes con todas tus fuerzas. —mira de nuevo a sus compañeros y asienta con la cabeza. Se toma de la mandíbula y arrastra la punta de sus dedos hacia la frente al mismo tiempo que libera un aura que convierte su rostro en una máscara con la forma de un tejón— Por cierto, me llamo Oyuma. —la ataca con una gladius.

Kotomi esquiva la peligrosa y filosa arma, moviendo sea un lado. Luego esquiva de nuevo, moviéndose hacia el otro lado. Varias veces es atacada con el mismo patrón, sin darse cuenta de que uno de los fiesmeros espera por detrás y la golpea con un enorme mazo largo de metal que la envía contra la pared. El golpe daña su hombro y una de sus costillas.

El golpe propinado no hace más que provocarle temor a la chica. Sus piernas tiemblan sin control y no logra levantarse mientras que frente de ella, los fiesmeros toman a los estudiantes y llevan arrastras. A una de las chicas la arrastran del cabello largo mientras que uno de los jóvenes se resiste y es golpeado en la cara para que no de problemas.

Entonces Kotomi se apresura hacia la puerta y golpea con otra espada de madera en la mano y cuello de los fiesmeros para que suelten a los estudiantes. Rápidamente los lleva hacia atrás y ordena que permanezcan en calma y no se alejen de ella:

—Es muy impresionante que sigas de pie luego de eso. —mira a su compañero grandulón— No me digas que te contuviste Oxshan.

—¿Qué quieres que haga? Es solo una maldita niña. Mis métodos podrán ser feroces, pero para nada podría asesinar a una debilucha. —reconoce el fiesmero.

—Eres muy blando ¿sabes?

Al decir eso, Oxshan lanza un puñetazo al rostro de Oyuma pero no llega a buen puerto, pues es esquivado. En respuesta a tal desafío de poder, Oyuma le da una patada al rostro que pone de rodillas:

—Sigue intentándolo, pero nunca vas a vencerme. Ahora bien…—regresa su mirada hacia Kotomi.

—¡No…no…es imposible vencerlos…esta gente es demasiado poderosa…yo…no creo tener la fuerza para derrotarlos a todos al mismo tiempo! Además…—mira hacia atrás—ellos dependen de que los proteja. —piensa desesperada.

—¿Qué? ¿quieres seguir peleando contra nosotros? —reacciona interesado al verla que aún desafía y sostiene su espada con firmeza—Eso no es bueno para los negocios ¿sabes? Necesitamos buenos productos sin heridas y eso significa…sin mutilaciones…—dice Oyuma con una expresión tenebrosa y que no acepta en lo absoluto la insistente resistencia de la joven. Laila ve. Redúcela sin herirla.




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