Academia de Asesinos Volumen 2

Capítulo XXI: El Arma prohibida

Corriendo entre los pasillos y llevando no solo a Megumi y Maia arrastras sino a varios estudiantes que depende su seguridad de quien está el frente, Kaizer mira hacia todos los rincones que no aparezca ninguna de esas personas misteriosas.

Se oyen sonidos metálicos por los pasillos de una espada, dagas y cuchillas saliendo de su vaina. Esto hace que el avance de los estudiantes se detenga y mantengan en alerta:

—¿Que sucede? —pregunta Maia.

Inmediatamente Kaizer la calla con el sonido de su dedo índice cubriendo la boca:

—Parece que se acercan. —dice Kaizer y mira hacia atrás como la fila de estudiantes ha aumentado drásticamente—Somos demasiados. Hay que salir de a grupos pequeños.

—¿Cuánto falta para llegar a la salida? —pregunte Megumi y manifiesta su pequeña aura detectora pero lo suficiente como para abarcar el frente en la esquina que no alcanzan a ver.

—No tengo idea. Supongo que estamos a solo diez metros, pero sigue oscuro y no es recomendable movernos sin saber quién está por ahí.

Entre los estudiantes que siguen a Kaizer, uno de ellos sale para ofrecerse como señuelo y que los demás puedan escapar sanos y salvo, pero inmediatamente es regañado por Megumi, acentuando lo importante que es cada vida aún en tiempos de crisis sea pequeña o de magnitudes trágicas. Kaizer le da la razón a su amiga y anima a su compañero de la clase de asesinos sin habilidades que proteja la retaguardia, que es necesario para poder escapar.

Aun así, Kaizer se muestra preocupado ante los numerosos pasos que se aproximan a su posición. Entonces y sin pensarlo demasiado le suelta la mano a Megumi y sonríe mientras corre hacia el origen del sonido mientras da un vistazo hacia atrás a Maia para que lidere a los estudiantes para que escapen a la salida.

El chico se saca un calzado de uno de los pies y arroja contra una silueta que se acerca junto a otras tres, logrando asestárselo en la cabeza.

Entre las quejas de esa silueta, Kaizer alcanza a escuchar voces y distingue la distancia para poder atacar con gran velocidad. De repente, uno de los hombres cae al suelo de un modo violento y el otro al que Kaizer apunta, es aventado contra la pared de una patada al costado de la cabeza. Demasiado sospecho lo que ocurre cuando Kamata aparece entre las sombras y se queda mirando fijamente a Kaizer:

—K-Kamata ¿Qué está pasando? —pregunta a su compañero.

—…—se da media vuelta y señala a la joven que rescató que se encuentra desmayada contra la pared—Cuida a Megumi y no olvides llevar a esta chica.

—D-De acuerdo. —levanta a la chica—¡Espera! ¿A dónde vas?

—Tengo a unas personas importantes que necesitan de mi ayuda. Sigan derecho que la salida está cerca. —responde mientras se aleja de su vista.

Megumi corre hacia Kaizer, preocupada por la locura que intenta hacer sin importarle su propia vida:

—Kaizer ¿Por qué haces esto? Tenemos que permanecer juntos. —lo regaña.

—Yo…—se da media vuelta y ve a Megumi, asustada y temerosa por su amigo—sí, perdón que hayas tenido que venir corriendo para detenerme. Vamos, tenemos que salir de aquí. —la toma de la mano y corren con el resto de los alumnos rumbo.

Alrededor de veinte estudiantes han escapado gracias a Kaizer y su rapidez para analizar la situación y gracias a que Megumi tuvo la sabiduría de no dejarlo ir solo, ambos lograron regresar y liderar para que escapasen del peligro. Incluso para Kaizer hacer tal hazaña es imposible sin el apoyo de su querida amiga y por supuesto Maia, que a pesar de no parecerlo es alguien que lentamente va demostrando en las clases de fortaleza física que está en gran forma y es muy fuerte.

Después de eso, Kaizer regresa a buscar más estudiantes pero lo primero que hace es ir a por su compañero de cuarto, Kamata, ya que no se lo veía en sus cabales. Siendo alguien que no se caracteriza por contenerse, el temor a que cometa una locura de la que puede arrepentirse va en aumento.

***PARTE II***

Mientras tanto, Hiroshi intercambia feroces ataques con espada, dominando durante gran tramo de la batalla Sadair:

—Dime una cosa ¿Qué fue entonces del verdadero…? —pregunta Hiroshi.

—¡Ja! No hace falta que lo menciones. Ese imbécil ya está bajo tierra desde mucho antes de iniciado este año. Ustedes en su algarabía nunca se dieron cuenta de lo que pasa frente a sus narices. —interrumpe el fiesmero.

—Ustedes no se mueven por sí mismos.

—¿Acaso es un insulto?

—Tómalo como quieras, pero si no hay un contrato y cliente es difícil que actúen sin algún interés.

—Bueno eso es cierto, pero ¿a qué viene esto?

—¿Quién es su cliente?

—¡Ja! ¡¿acaso crees que voy a romper el código de nuestra labor? Eres sorprendentemente ingenuo. —se burla del asesino.

—Si, reconozco que un poco lo soy.

—Bien, dejemos las habladurías y acabemos con esto. —levanta la espada que tomó antes del suelo junto al charco de sangre de sus aliados.

—Concuerdo contigo.

Hiroshi agita su espada contra el costado derecho de Sadair y este lo esquiva a duras penas. Pelear sin parar durante casi dos horas merma en sus habilidades físicas y el fiesmero mantiene como puede su mascara hasta que se vuelve casi invisible y desaparece:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.