El silencio en todo el vagón se hace presente como una ráfaga peligrosa de muerte y frio que congela la sangre. Ningún criminal cree en lo que sus ojos atestiguan. Una masacre propinada por parte del joven mercenario deja visto que no es solo un deseoso prospecto de enemigo para la orden sino una mera realidad que dará forma a una amenaza mayor.
Ehirazu, uno de los criminales encarcelados, se asoma de entre los barrotes y sonríe. Su gozo de ver a guardias que los han torturado durante semanas en la prisión y también en el tren prisión es una vista, naturalmente, asombrosa para ellos:
—Déjame adivinar ¿eres de la orden mercenaria? ¿te enviaron ellos? —pregunta el mercenario de extrema peligrosidad.
—Me enviaron ellos, pero yo decido que utilidad darles. Ahora cierra la boca—responde Alex.
—Te oyes de malhumor.
—Hablas mucho para ser un criminal.
—“Hey, Alex. Creo que no deberías responderle de esa manera. No lo parece, pero se nota que es extremadamente peligroso”. —dice Theo mediante movimientos y gestos de sus manos.
—Peligroso ¿huh? —se queda mirando a Ehirazu de manera impertinente y sonríe satisfecho.
Ehirazu regresa a su sitio y Alex sigue recorriendo las demás celdas, viendo a los ojos a cada uno de los prisioneros como el resentimiento contra la orden asesina es pura y exclusivamente por no solo el odio natural a sus enemigos acérrimos sino también a las torturas en las que fueron expuestos.
Tyracus, un hombre con gran inteligencia, pero en ocasiones con severos trastornos de arrebatos violentos, es solo el siguiente a Ehirazu en el orden de las celdas. El siguiente es Brutallio, peligroso por su tamaño y tan duro como el acero, quien fue difícil de torturar por parte de los guardias. Tan solo ríe en tono de burla por los incesantes intentos de los asesinos y guardias por doblegarlo más sin lograrlo.
Riurik, el más trastornado y frenético, así como perverso de los presentes, un ex miembro de los fiesmeros y primer y hasta el momento único en ser expulsado de aquellos adoradores del dios de las máscaras. Su peligrosidad es obvia y por si fuera poco se desconoce su habilidad como usuario de las máscaras.
Llega hasta la última celda y allí ve a una mujer de un par de años mayor que Alex, pero con una mirada que la representa como una fiera enjaulada que no dudará en masacrar en cuanto se la libere. Alex sonríe y se le queda mirando un par de segundo más. La mujer le recuerda mucho a él y eso le encanta:
—Son un grupo bastante excepcional debo decirlo. Voy a liberarlos, pero con la condición de que me sirvan como su líder. Los llevaré a los éxitos que se les ha negado. Fracasen o no cumplan con mis expectativas y los abandonaré a su suerte. Ustedes eligen.
Un repentino silencio sorprende al joven, que esperaba otra reacción hasta que todos ríen a carcajadas, burlándose de él o de la situación da igual, es mejor que nada:
—Mocoso insensato. Tienes que mostrar otro tipo de actitud con personas como nosotros. El que seas un mercenario no te hace ser el centro de atención. —se burla Brutallio.
—Es verdad…kuku…no eres más que una larva. Por más sangre que tengas en tus manos, sigues estando verde para lo que es la realidad del mundo. —añade Riurik.
—Además no pareces tener un plan por si las cosas se tornan difícil. Quizás seas de los que improvisan y no es algo recomendable para esta situación. —dice Tyrakus.
—¿Pueden cerrar un poco el hocico trio de idiotas? —exclama la mujer desde su lugar—Al menos den las gracias de que alguien se haya fijado en nosotros y esté dispuesto a sacarnos de aquí. —mira a donde está Ehirazu— Tu pareces estar de acuerdo con lo que dice el chico ¿cierto brazo de hierro Ehirazu?
—Ciertamente lo que han dicho ellos es la pura realidad y solo un demente podría seguirte, joven. —responde Ehirazu— ¿Cómo planeas hacer que te sigamos?
Alex lleva sus manos hacia el cabello y tira hacia atrás, revelando una ligera sonrisa. El planteo de los criminales representa un conjunto de defectos que él posee e involucra su propia juventud. Un reto que sin duda está dispuesto a superar con el tiempo y con ellos como su equipo:
—Muy fácil. Los obligaré a seguirme y juntos…solo juntos pondremos patas para arriba a la orden mercenaria. Solo aquellos tontos sin visión pueden ignorar y hasta hacer la vista gorda de lo que planeo. —responde con su puño en alto.
—Eres muy ambicioso mocoso. —reconoce Ehirazu.
—¿Acaso no es lo que le falta a este mundo tan corrupto y violento? La ambición nos hace lo que somos y planeo que seamos vistos como grandes dentro de la orden.
—Pffff…sigue siendo estúpido lo que dices. —dice Brutallio— Pero me agrada lo valiente que suena a pesar de que somos estúpidos que cometieron errores. —añade, cayéndole bien Alex al grandulón.
—Kukuku…me agrada también, aunque veo demasiados fallos en su lógica. —dice Riurik mientras golpea levemente su cabeza contra la pared y sus manos detrás de la espalda envueltas en mangas largas.
—No me opongo en lo absoluto. Pero si te equivocas te lo haré saber. —dice Tyrakus.
—¿Baligra? —le pregunta Ehirazu.
—Ya conocen mi respuesta. —responde ella y regresa a la oscuridad de su celda.
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Editado: 19.07.2024