Academia de Asesinos Volumen 3

Capítulo XIX: La intranquilidad de momentos pacíficos

—Espera ¿entonces esa es la razón por la que hiciste el examen de combate? — exclama Lucian.

—¿No lo sabias? —pregunta Maia.

—No, para nada.

—Lo explicaron hace unas semanas. Los estudiantes que deseen estudiar medicina debían hacer un examen teórico y quedarían fuera de las peleas.

—Exentos de exámenes físicos, había escuchado eso de parte de la profesora Lucy. ¿No tendrían que saber sobre combatir? —pregunta Megumi.

—Si, pero opté por esa opción de no pelear. —responde Maia.

—¿Cuál sería el motivo? —pregunta Kaizer.

—Se que tengo una fuerza bastante anormal para una chica de mi edad y puede ser peligroso. No quiero lastimar a nadie en ese sentido.

—¿No sería mejor que lo domines para evitar problemas a futuro? —pregunta Kamata.

—Esa sería una opción, pero no creo tomarla.

—Con razón estuviste con la enfermera. Ella estuvo enseñándote a ti y a otros estudiantes. —dice Megumi.

—Espero...bueno...que te haya ido bien. —piensa en voz alta Lucian.

—Gracias. —se sonroja Maia.

Megumi lee perfectamente el ambiente, así que se lleva comando de la mano a Kaizer y Kamata, que bromeaban entre ellos.

Mientras se alejan, Megumi voltea y sonríe a Maia, quien le devuelve el gesto:

—L-Lucian ¿quieres venir conmigo a la cafetería a comer algo? —pregunta tímidamente.

—C-Claro…si, si…—responde avergonzado.

Habiendo dicho eso, Maia y Lucian caminan a paso lento mientras hablan sobre como el tirador se destacó en su pelea y el examen de ella, como la dificultad no fue para nada desesperante e inclusive le ayudó a mejorar para afrontar el futuro con mayor seguridad ya que su sueño, sin duda, es ser la mejor doctora del mundo.

Una vez llegan a la cafetería, toman asiento en una de las mesas con sofás en forma de medialuna. Lucian se dirige hacia el mostrador para hace el pedido, mientras que Maia se queda mirando la espalda de él con una agradable sonrisa. Su corazón palpita con gran fervor de solo verlo de perfil. Nunca le había ocurrido tal cosa y miles de emociones llegan a su pecho.

Después de esperar unos veinte minutos, al menos, Lucian llega con dos bandejas con la comida de cada uno. Una hamburguesa con papas a pedido de Maia y un plato de pastas para Lucian:

—Espero te guste. Se que te encantan las hamburguesas con papas y con aderezos.

—Si, me encanta. Muchas gracias.

—Ni lo menciones.

—Por cierto ¿Qué tal el examen de la doctora?

—Estupendo. Fue demasiado fácil.

—Suena genial. No cabe la menor duda de que lograrás convertirte en una gran médica.

—Si…—responde cabizbaja.

—¿Estas bien Maia? —pregunta Lucian al verle la expresión.

—¿Me creerías si te dijera que no estoy segura?

—¿Qué tienes?

Maia se toma de ambos hombros y abre su boca para decirle que sucede, pero un repentino temor la hace callar y rápidamente esboza su mejor sonrisa. No es algo raro, ya que Megumi también actúa de esa forma para tratar de reprimir sus ansias de contar sobre lo que le sucede y a veces acerca de los sentimientos.

La joven da un gran mordisco a la hamburguesa.

Por supuesto, Lucian no quiere quedarse sin saber la verdad:

—Si hay algo que quieres decir puedes confiar en mi…por favor…confía en mí.

Ella lo mira fijamente y siente una paz difícil de superar, pero se resiste a contarla por creer que estaría dándole más problemas a sus ya pesados hombros. Maia lo estima tanto que no permitiría amargarle el día con sus cosas personales:

—Para otro momento será. Además, quiero disfrutar de este momento especial con…una persona igual de especial…—ella dice eso y se sonroja.

Sin embargo, Maia sufre por dentro ya que desea contarle sobre su pasado rodeada por la amargura, tristeza y desesperación, pero según ella es muy pronto y hasta difícil de abrir su corazón en ese momento. Nada de lo que Maia diga hace que Lucian mire para otro lado buscando no tocar el tema. El tirador se preocupa por ella y lo que intenta de ocultar.

Para cambiar de tema, Maia ofrece a Lucian sus papas al levantar el plato y dárselo en silencio. En respuesta sonríe y toma un par:

—Saben muy bien con kétchup. —dice Maia.

—Ser doctora. —dice Lucian.

—¿Cómo?

—Ese es un gran sueño ¿sabes? Tienes todo mi apoyo.

Esas dulces palabras la hacen sonreír como si fuera una niña pequeña.

Maia se levanta de su silla y como reacción involuntaria se acerca a Lucian y le besa la frente:

—Me animas a seguir sin importar que. Muchas gracias.

***PARTE II***

Kaizer y Megumi se despiden de Kamata, que no queriendo perder un segundo más se dirige hacia el campo de entrenamiento para seguir perfeccionando su arte en la espada. Mientras, los dos jóvenes caminan por las zonas adyacentes a la academia donde muchos estudiantes de los otros territorios sociabilizan conversando y compartiendo almuerzo.




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