Ni a Kaizer, ni a Accard se les da por atacarse. Una cierta curiosidad los hace mantener la guardia en alza mientras llegar y se meten dentro del bosque. Accard se detiene al igual que Kaizer y por unos largos segundos se quedan intercambiando miradas, calculo y esperando al movimiento del otro:
—¿Quieres decir algo? —pregunta Accard.
—Seguramente tú también. —responde Kaizer.
—Puedo ver que no eres como tus compañeros.
—¿A qué te refieres?
—Eres de los que, si desean algo, pero temen a las consecuencias ¿me equivoco?
—…—no responde, pero piensa en lo que acaba de decir Accard.
—Solo es una observación. En algún sentido soy como tú también. Pienso mucho en mis amigos y compañeros, pero poder enfrentar a un rival que me dé pelea es algo que hace que el temor se desvanezca. Irónico que venga de un chico de apenas trece años.
—Es verdad. Muchas veces dudo de poder vencer a rivales iguales o más fuertes. A veces es lo que hace que Kamata me sermonee, creyendo que mi potencial es más que el de él.
—¿Y qué es lo que piensas en verdad?
—No lo se. No lo he pensado aún y dudo poder hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque…día y noche…cada día…siento que por más que me esfuerce…no puedo alcanzar ese supuesto potencial.
Accard no ve mentira alguna en lo que dice Kaizer y hasta empieza a sentir simpatía por el joven del oeste. Accard decide poner a prueba una vez más la determinación de su rival, ahora empieza a verlo con ojos más de empatía y ya no con la hostilidad del comienzo de las pruebas:
—Después de tu tonta derrota puedo ver que eres digno de respeto…aunque sea un poco más.
—¿Gracias?
—No agradezcas, pero lastimosamente tengo que hacer esto…
—¿Disculpa?
Accard toma su arma, un sable curvo y apenas se ve como sus piernas se mueven con gran rapidez para darle batalla frente a frente. La tensión se multiplica cuando lanza numerosas estocadas, siempre para herir no matar y sin usar los costados filosos. Incluso Kaizer tiene problemas para esquivar tales ataques con un arma tan peligrosa y bien usada por el chico.
El estado emocional de Kaizer empieza a decaer, haciéndolo recordar sobre su fracaso en la primera prueba y llevándolo a deprimirse. Mientras se mueve evadiendo los ataques, Kaizer recibe en el proceso unos cortes en brazos, hombros y una muy superficial en el mentón.
Se puede visualizar lo incomodo que está Kaizer y la frustración que lo invade. Sus movimientos son cada vez más torpes y una de las estocadas lo obliga a caer al suelo.
Con el sable apuntándole en una estupenda pose de esgrimista Accard le dice:
—Tienes una habilidad. Úsala…y así yo usaré la mía…
—No puedo…
—¿Por qué no puedes? Se supone que hay que ir con todo lo que tenemos.
—Es que yo…no he podido pulirla lo suficiente.
—Si en verdad quieres ser un asesino como cualquiera de nosotros tendrás que dejar de pensar en los demás y disfrutar de una batalla para poder demostrarte a ti mismo que puedes protegerlos. ¿Entiendes a lo que voy? Por una vez…deja salir a esa persona que enjaulas.
—¿Qué? ¿Cómo?
—¿Crees que no me he dado cuenta? Deja salir tu fuerza, no quiero vencerte tan fácilmente.
—Ven…cerme…tan fácilmente…
Kaizer sonríe y de su cuerpo expulsa una fuerte brisa que asusta a todos los animales pequeños y medianos. Los lobos y osos que merodean se sienten abrumados, pero mantienen su posición mirando en dirección al origen de esa fuerza hostil.
Accard atestigua sus sospechas acerca de Kaizer. Según el chico de la academia del sur, Kaizer no es un chico ordinario y pudo verlo claramente en la primera prueba cuando liberó esa fuerza invisible pero que hasta alcanzó a estremecer por pocos segundos a los cuatro grandes y los profesionales presentes.
Accard retrocede al sentirse invadido por la fuerza invisible y casi al punto de colapsar. Kaizer decide calmarse y acercarse para pedir disculpas, sin embargo, Accard le arroja su arma para que no siga avanzando:
—E-Eso fue peligroso. —se exalta Kaizer.
—Si, tienes ese algo, pero no eres consciente de ello. Aún no puedo comprender que es, pero te hará tan peligroso como fantástico. Ahora sé que debo usar mi habilidad, así como la tuya. Espero te prepares.
De la mano izquierda de Accard se forma un aura movediza y esta crea un sable curvo como el que acaba de arrojarle a Kaizer:
—¿C-Como hiciste eso?
—¿Esto? Es mi habilidad. Soy capaz de crear un arma que tuve en mis manos por exactamente diez segundos. Mientras recuerde su peso, forma y estructura al sostenerla la puedo replicar varias veces, pero solo teniendo una.
—No contaba con algo así. Inclusive parece que puede controlar dos sables si obtiene el otro que me arrojó. Tengo que encontrar su punto débil. —piensa preocupado, centrando su atención en el arma.
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Editado: 05.08.2024