Academia de Asesinos Volumen 3.5: El niño salvaje

Capítulo VI: De regreso a la búsqueda

Momentos antes en Amazon Ville…

Ese hombre, de cabello blanco por las canas y la dureza del mar en su rostro, prende un cigarro dentro de la casa motivo por el cual Margeory le golpea de lleno en la cabeza y lo regaña por ser tan poco educado:

—Chicos, disculpen esta penosa escena. —se disculpa la mujer y luego mira al hombre. —Tu compórtate, son unos niños, maldito idiota borracho.

—Si, sí. —responde mirando a un lado, pero con el rostro mostrándose avergonzado.

—Dijiste que nos contarías sobre quien está viviendo en el bosque. ¿Podrías contarnos por favor? —pide Kaizer.

—Como les dije hace un momento puedo contarles, pero tendrán que creerme o no. Eso dependerá de ustedes. —aclara Kieber.

—Lo dices como si fuera una revelación que podría inquietarnos. —dice Kamata.

—Ya veremos si eso pasa o no. —dice Kieber.

Kieber se percata de que esos chicos no son ordinarios. Lo ve en sus ojos, sus manos, su mirada y forma de actuar. No se apresura a sacar conclusiones, pero siente que esos chicos pasaron y pasarán por muchas cosas más. Piensa entonces que puede ser una gran oportunidad para contarles y que ese peso que tanto le provoca dolor y profunda depresión se pueda sanar. Si, esos chicos pueden ser parte de la solución y el salvataje a la vida de ese alguien que vive en el bosque.

Los chicos miran con inquietud a la espera de lo que pueda decir Kieber.

Sobre la mesa, Margeory coloca tazas de té con galletas y panes de queso. Kamata se adelanta a todos y toma uno de los panes, Maia lo sigue extendiendo su mano hacia una de las tazas con té y Lucian asalta las galletas. Kaizer es el único que no se inmuta y espera por escuchar la historia de Kieber. Esperan a que el hombre termine de beber el té:

—Haaaa, esto ayuda bastante a la borrachera. —exclama Kieber.

—Sin contar que te habrás tomado muchas jarras de alcohol. —exclama Kamata sin pelos en la lengua.

—Chico, sí que tienes una lengua muy filosa pero ya lo he extendido demasiado esto. Les contaré todo lo que sé y por qué durante estos años hemos estado protegiendo a ese chico que eligió vivir en el bosque.

—¿Chico? ¿dijiste chicos? —pregunta Lucian.

—Sin saberlo se terminó convirtiendo en una leyenda rural, pero es un chico inocente. —añade Margeory.

—Escucharemos la historia. Nos puede ayudar a comprenderlo. —exclama Kaizer.

—Solo quiero saber una cosa antes de contarles. —dice Kieber.

—Claro. —responde Kaizer.

—Ustedes ¿Cómo saben de su existencia? ¿ha ocurrido algo? ¿los atacó o algo por el estilo? —pregunta en tono de preocupación.

Después de ver la mirada de Kaizer, el hombre espera una respuesta y tras unos largos segundos de silencio abre la boca para responder:

—En los exámenes de primer año, nos ayudó con animales salvajes y siendo honesto, nos llamó mucho la atención. Nos acercamos a este pueblo para saber si hay información sobre ese chico. Ahora sabemos que se trata de una persona y posiblemente un chico de nuestra edad. —explica Kaizer.

—¿Qué harán si llagaran a encontrarlo? —pregunta Kieber, indagando más en el tema.

—Queremos conocerlo, saber su historia y…ser su amigo. —responde con una sinceridad conmovedora para Kieber.

El agua del té aún permanece caliente por lo que Kieber vuelve a darle sorbos a la taza y prosigue a contar su propia historia como jefe de puerto en Pumbakar así como lo sucedido una noche hace ya varios años. Como un niño se aferró al cadáver de su difunta madre en medio de agua, fuego y muerte.

La historia resulta impactante, pero a la vez resulta familiar ya que ninguno de los chicos presentes tiene una historia personal “normal”, más bien cada uno es producto de su diferente origen y es lo que también los ha unido en todo el año.

Kieber desea con todas sus fuerzas quitarse el enorme peso de ese hecho en su pecho. Desde que vio el resultado de la masacre en aquel barco, todo ha sido cuesta abajo para él, abandonó su trabajo, se dedicó a beber todo el tiempo, pero sin apartar la mirada en el bosque donde ese joven se refugió para alejarse de las personas:

—Ese chico necesita de personas de su edad, pero…me preocupa que tantos años viviendo en el estado salvaje haya perturbado su mente. Escuche, esta es una petición de un viejo que ha vivido al punto del colapso por no haber podido hacer nada por ese barco. Por favor, se los pido, búsquenlo, encuéntrenlo y sean amigables con él.

—Suenas a que tenemos un peso extra y que sería tuyo. —Kamata mira de reojo. —¿Por qué tendríamos que hacernos amigos de alguien a quien no hemos encontrado aún?

—Porque ese chico ha sufrido muchísimo. No podría imaginarme cuanto más lo ha hecho en la soledad del bosque. —responde Kieber.

—Haremos lo que podamos solo esperamos poder encontrarlo y no sea hostil con nosotros, aunque si no lo fue durante los exámenes entonces…—exclama Kaizer.

—No podemos asegurar que sea distinto ahora. —dice Lucian.

Kaizer se levante del asiento cuando ve que la luz del sol ya se asoma por la ventana. Ahora aprovechan a salir de la casa de Margeory, no sin antes despedirse de ella y Kieber y agradecerles por toda la información. Antes de que empiecen a caminar de regreso, Margeory les ofrece descansar en una posada cercana de la que el dueño es amigo de ella, pero es rechaza la propuesta ya que necesitan resolver el misterio entorno al chico. Kieber le hace entender a ella que son chicos que tienen un impulso a buscar la verdad de las cosas y se nota en los ojos el compromiso con ello.




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