Academia de Asesinos Volumen 4

Capítulo III: Bellos Sentimientos

En ese momento frente al hotel, las chicas están preparadas para salir a almorzar a un lugar conocido por Lucy. La idea de la profesora es disfrutar otro día de playa, arena, voleyball y jugosas sandías.

Mientras esperan por Lucy, Megumi, Rose y Maia conversan sobre cosas que solo ellas suelen debatir y que involucra, cuando no, a chicos sobre todo los que le gusta a cada una. Rose ahora parece evitar revelar quien le gusta, pero Maia abiertamente asegura que Lucian es alguien que lentamente le va interesando:

—¿Es oficial lo que estás diciendo? —pregunta Rose.

—Sin duda, mientras más paso el tiempo con él, me voy dando cuenta de cuánto me importa. —responde Maia.

—Guao, eso es algo que nunca imaginé que fueras a decir. —exclama Megumi.

—¿Enserio jamás imaginaste eso viniendo de mí? —Maia se molesta un poco pero luego se ríe cortando el breve instante de seriedad.

—Tonta. —le dice Megumi.

—¡Jajaja, lo siento, debiste ver tu cara! Pero si, Lucian es amable y genuino.

—¿Cuándo piensas en decirle? —pregunta Rose.

—Yo…eso no lo he pensado…aún…—exclama Maia.

Con su característica expresión de chismosa y pícara, Rose le pregunta a Megumi ahora que indagó sobre Maia:

—¿Qué me dices de ti Megumi? Desde la última vez que hablamos ¿cambió algo sobre que te gusta Kaizer? —esboza una diabólica sonrisa.

—¡¿Q-Que?! ¡¿Qué?! ¡¿Qué? No…no…no…—se sonroja por la pregunta, aunque no es algo que busque engañarse a si misma. Sus sentimientos son tan claros como el agua de mar que hay a pocos metros de ellas, sin embargo, no es como para revelarlo tan a la ligera. Tiene que poner en orden su mente y corazón.

Megumi niega con su cabeza y ante la inocencia de su amiga, Maia va por más y prosigue con otra pregunta:

—Se conocen desde principio de este año ¿acaso vas a dejar que siga pasando más tiempo?

—Maia…por favor, no quiero hablar sobre eso. —se pone seria la joven de ojos rosados.

En ese instante y producto de que el ambiente se torna tenso, Maia se detiene al igual que Rose. Megumi se disculpa pero que desea no hablar de esas cosas. Se siente incomoda y por alguna extraña razón se envuelve en sus propios brazos.

Maia y Rose la abraza y en simultaneo ofrecen su disculpa, pero Megumi les asegura que no es culpa de ellas, más bien algo se le vino a la cabeza muy repentinamente.

Lucy llega con un bolso lleno para disfrutar la playa. Toallas, bronceador, pelotas, todo lo necesario para pasarla bien, aunque se encuentra con un ambiente deprimente y las tres chicas abrazándose. En lugar de pregunta que sucede se queda mirando, enternecida por la pureza de la escena y que le recuerda a lo maravillosa que es la juventud.

Detrás de la mujer, muchos hombres se dejan llevar por la hermosa figura de ella vistiendo un traje de baño algo exagerado para una simple playa. La vestimenta es extraña, lleva puesto un conjunto bastante atrevido compuesto por un sostén y una tanga casi diminuta dejando ver como sus pechos rebotan con cada movimiento que da al caminar. Las chicas se percatan de ella y sienten mucha vergüenza y después ríen entre ellas:

—¿Interrumpo algo? Parecen algo deprimidas. Vamos a la playa y luego almorzar. Necesitarán un poco de arena, sol y agua. —exclama la mercenaria.

—No pasa nada profesora. —responde Megumi.

—Por cierto…—dice Lucy. Las chicas esperan a que continue con su frase. —¿Quién le gusta a cada una? —retoma de curiosa el tema ya cerrado por las chicas.

—Menos mal que yo era la chismosa. —exclama Rose.

—Bueno, sepan que yo tengo mis propias fuentes. —se defiende Lucy con una expresión inmadura en el rostro.

—Eres macabra. —dice Maia.

—Muy, sí, sí. —refuerza Megumi a lo que dice su amiga.

—¡Chicas, en verdad ustedes sin que tienen agallas! —se molesta cómicamente la mujer. —Haaaa, bueno ¿vamos o no a la playa? Tenemos un día por delante muy divertido. —Lucy saca musculo de su brazo. Las chicas la siguen con entusiasmo.

—Maia, luego nos cuentas sobre eso. —le dice Rose.

—Ara, ¿conversaciones sobre chicos? Hay algo en lo que pueda ayudar…quizás, pero eso es para más tarde. —dice Lucy.

—Lo dudo profesora, aún sigue solte…—dice Rose.

Sobre la chica, la sombra de Lucy opaca su figura. Choca sus puños y esboza una expresión de perro rabioso:

—Termina la oración…si es que lo crees convenientes o no aprobarás mi materia este año. —la interrumpe amenazante.

—V-Vamos a almorzar. —cambia bruscamente de tema la chica.

Mientras que Lucy corre por la calle a Rose, Megumi piensa en él. Como se encuentra, si la extraña o si en verdad siente algo por ella. La sola presencia de él es suficiente como para alegrarle el día, aunque hay una sombra sobre ella que la inhibe con tal fuerza y crudeza que no podrá vivir una vida juvenil plena hasta no contárselo a alguien. Murmura cabizbaja:

—Quisiera estar contigo en estos momentos.




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