En la mansión de la familia de Don Leopold, Alexander y su grupo son llevados a diferentes habitaciones para que puedan quedarse hasta el día en que deban iniciar las operaciones.
El jefe de la casa, Don Leopold, se acerca a Alex una vez que están en la puerta de lo que será su propia habitación y le ordena bajo los propios mandatos de su hogar:
—Antes de que nos reunamos en mi oficina con los demás aliados que disponemos…aséense y cámbiense de ropa a una más adecuada para que puedan reunirse conmigo. Luego hablaremos sobre la planificación y las ideas que me comentaste hace tiempo. —se retira al haber dicho eso. Sin embargo, antes de desaparecer del pasillo se detiene y voltea brevemente, dejando ver una mirada feroz y que denota asqueo ante la actitud del joven mercenario. —Si vuelves a presentarte así sin preparación en mi hogar, te mataré a ti y a tu gente con mis propias manos ¿comprendes?
—Jajaja, inténtalo ancianos…pero como es tu hogar respetaré las reglas.
—Bien. En una hora quiero que bajes a mi oficina. Tu gente puede ir a cenar o descansar cuanto plazcan.
—Claro, claro, maldito bastardo. —se encuentra molesto.
Alex entra a su habitación y encuentra un traje bastante caro y elegante compuesto por piezas de color negro a excepción de la camisa que es color rojo. Tras ducharse con agua caliente que permite quitarse la tensión y la suciedad de semanas, se prueba la ropa y observa que tal le queda en el espejo. La mueca que hace es de aprobación, aunque prefiere lo informal debido a la movilidad que lo formal. No puede ir contra las reglas establecidas por Leopold, acepta sin vacilar.
Después de colocarse los zapatos oscuros escucha golpeteos en la puerta. Cuando gira la perilla y abre la puerta allí ve a una Baligra sonrojada con un largo vestido carmesí con un corte que va desde mitad del muslo hasta el final en las piernas. Por un instante se pierde ante la belleza de la mercenaria y ella deja escapar un suspiro y su corazón late muy rápido:
—Que…elegante…—dice ella intentando evitarle la mirada.
—Tu…también te ves muy bien. —elogia lo hermosa que se ve.
—Entonces… ¿vas a la reunión? —pregunta Baligra.
—No me tardaré mucho, pero asegúrense de investigar todo lo que puedan y tracen una ruta de escape por si sale todo mal.
—Por su puesto. Tu…cuídate…
—Si. —camina rumbo hacia la oficina.
En la oficina, es recibido por el mayordomo de Leopold y su mano derecha en la familia. A diferencia de cuando los recibió, siente una presión inmensa proveniente de él. Don Leopold abre un mapa y debajo se encuentran planos de un coliseo ubicado en la ciudad central:
—¿Qué es esto? —pregunta Alex.
—Te recomiendo que observes los planos. —dice Leopold.
—…—sus ojos se abren repentinamente. —¡Espera, no puede ser! ¡¿no son los planos de dónde…?!—se sorprende de que son planos muy importantes para la misión.
—Averiguar dónde estaban no fue difícil, conseguirlos eso fue otro tema. Perdí a varios de mis hombres, pedí favores y desaparecí a muchos otros, pero finalmente tenemos los planos del coliseo donde se celebrará el torneo de academias. —explica Leopold. La tensión entre Alex y su mayordomo es tan intensa que suspira agobiado. —Veo que no han sido presentados correctamente. Alexander, él es mi mano derecha y subordinado más confiable. Su nombre es Martiny.
—Es un placer, señor Alexander. —el mayordomo muestra su respeto al joven mercenario.
—Si, claro. Es un placer. —dice en seco.
—Martiny ¿podrías traer a nuestro invitado? —pide Leopold.
—Por supuesto señor, enseguida lo traigo.
Una vez que el mayordomo se retira, Leopold se sirve una copa de vino de muy alta calidad y en simultaneo también hace lo mismo en otro contenedor y se lo ofrece a Alex. El chico rechaza cortésmente haciendo que el líder de una de las facciones en el bajo mundo se sintiera molesto con su actitud, pero lo ve como parte de la personalidad del joven:
—¿Sabes? Yo antes era un asesino. ¿Lo sabias?
—No, no sabía. —responde Alex.
—Era muy talentoso y se esperaba mucho de mí. En cambio, yo era muy vanidoso a medida que mis habilidades estaban por sobre la media.
—…—Alex escucha cuidadosamente. Si quiere entrar en una sociedad con esta gente debe conocerlos a fondo. Lo ve como una oportunidad.
—Solo una persona era superior y eso me llevó a odiarlo. Sin embargo, con el correr del tiempo terminamos siendo muy buenos amigos hasta que…ese bastardo me arrebató a la mujer que más amaba. —se lamenta con dolor en su corazón. —Me vi obligado a abandonar mi formación como asesino cuando me enteré que pretendían casarse. Lastimosamente esa mujer murió hace tiempo por una enfermedad incurable.
—¿Qué tiene que ver con nuestra reunión? —pregunta Alex.
—Verás…
Cuando está por responderle con total sinceridad, la puerta se abre dejando entrar a Tauro como otro de los agentes y socios de la operación. Alex y el enorme sujeto de poco más de dos metros, cabello carmesí, cuerpo excesivamente musculoso y que apenas lleva calzado y pantalón, intercambian miradas intimidantes. Ninguno cede. Tauro, en cambio, empieza a reír a carcajadas y palmea la espalda del joven mercenario mientras repite una y otra vez cuanto le agrada encontrarse a un novato con “esas bolas llenas de agresividad y valentía”:
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Editado: 22.11.2024