Academia de Asesinos Volumen 4

Capítulo XXIII: Más allá del valor

En la arena, los aplausos inundan al estadio por la que sin duda alguna es la mejor pelea del torneo. A pesar de no saber quien ganó, los espectadores se quedan con la hermosa escena de un herido Kamata pero estando de pie y ayudando a Tarox para que se levante y ambos se muevan con dificultades rumbo a la enfermería.

En el camino hacia el pasillo y rodeados de continuos aplausos y aliento por parte de las personas, Tarox le dice a Kamata con cierta satisfacción por la mejor batalla que le han dado en su carrera como estudiante en Ironland:

—Ha sido un excelente combate…

—Si, lo fue. Te ayudaré a llegar a la enfermería. —exclama Kamata.

—No tendrías que ser tan piadoso con tu rival, Kamata. —le aconseja Tarox.

—¿Acaso crees que lo soy? Tiendo a ser bastante brutal y Megumi suele recalcarme que tengo mal genio. ¿Puedes creerlo? Aunque le suelo dar la razón.

—¿Lo tienes?

—Somos rivales, no enemigos y eso es un hecho. Fue un combate de torneo. No te lo tomes tan a pecho. —dice Kamata.

—Si, pero ¿no fuiste enserio todo este tiempo?

Kamata piensa que responderle ya que podría herir el orgullo de Tarox. En los minutos que lucharon, el chico de Ironland fue reconocido por Kamata y hasta lo respeta mucho y por parte de Tarox la cosa es igual. Como compañeros de espada, saben del potencial del otro y sin duda se forjó una gran camaradería por lo que duda que respuesta darle. Sin embargo, el norteño empieza a reírse a carcajadas:

—No hace falta que digas lo que quisiera oír. Sé que tengo que mejorar y me alegra saber que me demostraste eso con tus habilidades.

—Creí que te sentirías…

—¿Herido? Por favor…se cuanto debo mejorar y eso es lo que me importa. Gracias Kamata por este gran duelo.

—Gracias también a ti por permitirme saber mi propio potencial. Además…somos compañeros de diferentes academias y lo mas importante es proteger a las personas inocentes y las que nos importan. Cuando nos graduemos, tenemos que ayudarnos a superar peligros. —exclama Kamata con gran orgullo por su rival.

—Tienes razón…tienes toda la razón…—responde Tarox a las palabras alentadoras de Kamata.

Una vez recorren los pasillos para llegar a la enfermería, ven como se llena de asesinos que corren hacia la misma dirección lo que llama la atención de los dos espadachines. Ven incluso a muchos profesores que se acercan a la misma zona.

En el camino, se encuentran con Lucian quien está bastante agitado, sudoroso por correr y pálido. Kamata intenta decirle algo para fastidiarlo como es de costumbre, pero lo nota en el rostro del tirador y como el ambiente está enrarecido.

Las manos de Lucian no dejan de temblar y esto preocupa a Kamata:

—Lucian ¿Qué te pasa? Te veo pálido y sudando como loco. ¿Ocurrió algo? —pregunta el espadachín. —¿Megumi como está de las heridas?

Al escuchar la voz de Kamata y que pregunta por la chica, lleva a empeorar la expresión de Lucian y hasta derrama lagrimas mientras cae de rodillas, desconsolado y sin saber que reacción tener.

Por supuesto el espadachín desconoce lo acontecido y porque el tirador se encuentra tan impactado emocionalmente. Lucian los guía a través del pasillo hasta el tumulto de guardias. Vorex, quien está junto a la pared de cruzado de brazos observa los procedimientos para tratar tales hechos críticos.

Kamata no se anda con rodeos y pasa por debajo de la cinta de “peligro, no pasar” donde es recibido por guardias que le niegan el paso. Sin embargo, con solo mirarlos una intensa oscuridad los doblega y obliga a retroceder permitiendo que se reúnan con Hiroshi:

—Hiroshi. —lo mira a su profesor.

—Será mejor que hables con él. Sé que te escuchará. —exclama Hiroshi.

—¿De qué hablas? ¿Qué está pasando aquí?

Hiroshi le explica al oído todo lo ocurrido desde el secuestro de Megumi, hasta el estado emocional y mental de Kaizer. El espadachín mantiene su estoica expresión, pero es evidente que sus manos, apretando con fuerza y las venas de sus brazos demuestran lo contrario.

Kamata deja a Tarox con el aún shockeado Lucian y se acerca a la habitación donde se suponía descansaba Megumi. Allí está Kaizer de rodillas observando la cama donde fue vista por ultima vez la chica. Se queda mirando como quedó el lugar, destrozado y cubierto de sangre e imagina lo que su amiga tuvo que sufrir.

Le cuesta imaginar, también, como debe sentirse Kaizer con la incertidumbre y dolor en su pecho. No son desconocidos los sentimos que tiene el chico por la albina. Intenta tocarle del hombro para hacer que se voltee, pero se queda a mitad de camino cuando escucha los sollozos de espalda así que retrocede dándole su espacio.

Se niega a llorar ya que no es tan emocional como sus amigos, pero el hecho de ver lo ocurrido y que su mejor amiga esté en peligro y no sepa que es de ella le afecta. Aún así, tiene que mantener la compostura o sino ¿Quién lo hará? Lucian y Kaizer están devastados y Vorex no parece sentirlo tanto ya que no lleva mucho tiempo como miembro del equipo. Los profesores están afectados sobre todo Lucy, quien considera como una hija a Megumi.




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