Academia de Asesinos Volumen 4

Capítulo XXXII: Se cierra el telón del torneo de academias

Dos semanas después tras los sucesos en la capital central…

Doncaster se reúne con Hiroshi en una cafetería ubicada a tan solo dos calles del hospital donde los heridos se amontonan yendo y saliendo de las instalaciones. Los días rebosan de cierta tranquilidad a pesar del ataque terrorista en el estadio. El aroma del café y el leve chisporroteo de una máquina que tritura los granos llenan el aire de cierto aroma agradable y revitalizante.

El lugar está casi vacío debido a que el grueso de visitantes sucede durante el día siendo idóneo para una conversación por demás seria y crucial acerca de los hechos de hace un par de semanas.

—Un vaso con agua y sándwich por favor. —pide a la camarera sin apartar la mirada en Doncaster.

—Yo un café y pan glaseado. Muchas gracias.

—Enseguida regreso con sus órdenes. —dice la camarera antes de regresar a la cocina.

Un silencio incómodo se instala entre ellos. Apenas se oye la música de ambiente, pero ni con eso se alivia la tensión:

—¿Todavía no hay respuesta? —pregunta Doncaster.

—No, al parecer no reacciona ante ningún estímulo. —responde Hiroshi. —Las heridas son serias y profundas. Me sorprende que haya salido con vida de esa batalla.

—Es fuerte, más allá de lo que podríamos imaginar. Todo lo que hay que hacer es esperar a que su origen del invencible se manifieste. ¿Sabes algo de Alex o su gente?

—Nada aún. Estamos buscando en la ciudad y las zonas boscosas aledañas, pero sin resultado. En verdad superó los límites. Nos odia con demasiada fuerza.

—Desde el primer momento en que se fue de la orden que decretó su intención de enfrentarnos y destruir lo que se logró con cientos de años.

—Si.

—¿Te encuentras bien? Te noto algo ido.

—Solo me preguntaba ¿hay algo en la orden que nos haga dudar de lo que hacemos? Hace días que me lo planteo a mí mismo.

—¿Eso te lo planteó Alex?

Llega una camarera con bandeja en mano y sobre eso los pedidos de ambos asesinos. Primero le entrega el café y pan a Doncaster y luego el agua y sándwich a Hiroshi. Doncaster bromea un momento acerca de porque Hiroshi pidió agua. Luego y tras darle las gracias a la joven camarera continúan con la conversación:

—Puede ser un psicópata, pero no tengo dudas de que hay verdad en lo que dice. Hasta yo lo he vivido como un miembro de las leyes vivientes y líder de la división de inteligencia. Doncaster, hicimos muchas cosas de las que no estoy orgulloso. Lo sabes. —su voz se tensa y tiembla.

—Tranquilo, no es como si ser un asesino profesional nos haga quedar exento de fallos. Somos seres humanos al final de todo.

—Pero que Alex nos haga cuestionarnos. Definitivamente él sabe cosas que nosotros ignoramos o los más altos de la orden ocultan.

—¿Insinúas que nosotros ocultamos información?

—Tienen el poder para modificar la historia. Dios santo Doncaster, les enseñamos a estos chicos una historia que no es como se la plantea todo para protegerlos ¿de qué? ¿de enemigos que cada vez son más peligrosos y fuertes? Recuerdo que alguna vez me dijiste rebelar algo más que esa historia verdadera. Solo un fragmento sé, pero siento que Alex puede estar ocultando algo más. Necesito que me lo digas.

—Perdona, pero no es algo que podamos revelarlo tan deliberadamente, aunque quien lo pida sea alguien de suma confianza. Comprende que es información tan crucial para nuestra sociedad que sería grave exponerlo.

—Entiendo, pero…quizás no sea yo el que algún día reclame por esa historia distorsionada. Tendrás que pensar la excusa para no decirle.

Los ojos de Doncaster no evitan sentir desazón por todo lo que le ha dicho Hiroshi, su mano derecha, pero con justa razón. Lleva la taza de café hacia sus labios para dar un par de sorbos. Su postura se mantiene firme pero la mente está dispersa con miles de preocupaciones.

De la nariz se asoma una gota de sangre que Hiroshi advierte señalando con su dedo índice. Toma una servilleta de papel y entrega al director para que se quite la sangre.

El ex miembro de las leyes vivientes deja, por unos momentos, de intentar convencer a Doncaster para priorizar la salud. Aunque se haga el tonto, Doncaster no puede tomarle el pelo a Hiroshi quien sabe comprender las emociones humanas, así como las mentiras. Es muy analítico y difícil de superar en ese aspecto. A menos que se enfrente a alguien realmente superdotado:

—En estos tiempos tan difíciles es cuando tienes que mostrarte entero. Tu enfermedad no puede ser vista y lo sabes.

—Si, lo sé y aunque se descubra que estoy enfermo no importará. Tengo grandes aliados que van a respaldarme.

—Demasiada fe tienes en nosotros.

—Y con justa razón. Olympico, Lucy y tú siempre han sido los más responsables así que no tendría que dudar de sus capacidades.

Él sonríe debido a las palabras de Doncaster. Siempre escoge las palabras justas para reconocer y calmar a su gente. Su capacidad como líder lo hace destacar. Hiroshi ignora lo que ve Doncaster en él, pero comienza a creerlo como su sucesor ante cualquier cosa que sucediese.

En las afueras del local se escuchan gritos de un joven. Luego se abre la puerta de par en par, Lucian corre hacia ellos agitado, pero con expresión lleno de alivio y feliz:




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